4 de octubre de 2013

Emociones de mi vida... Capítulo 1: ALEGRÍA.

DISCLAIMER

Los personajes pertenecen a JK Rowling y la trama es de mi autoría.


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"Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"

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N/A: Este será un short fic de solo 5 capítulos. Uno por cada emoción asignada y todos serán basados en algún momento de la vida de Harry con implicaciones de una relación homerótica con Draco Malfoy. No creo que haya lemmon pero el rated será M por las dudas. Si hay alguna advertencia particular será aclarada en dicho cap. Estén advertidos y lean bajo su propio gusto.

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DESAFÍO: "EMOCIONES"

1/5: ALEGRÍA
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Alegría.

Total. Completa. Absoluta.

Una absoluta aglomeración de sensaciones plenas y felices que le hacían sentir que incluso podía llegar a explotar.

¿Cómo podría ser de otra manera cuándo él estaba, de hecho, teniendo en sus brazos a la persona más importante de su vida?

Aquella pequeña y ya demandante vida que no podía esperar a ver y a acompañar a crecer.

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Recordó con arrobo el éxtasis que sintió cuando finalmente lo que tanto tiempo había esperado llegó. Cuando la noticia que más había querido oír desde hacía ya un par de años FINALMENTE se escurrió por entre esos labios rosados que tanto amaba besar y degustar de miles de millones de maneras diversas pero con los mismos sentimientos y la misma calidez en cualquiera de ellos.

Sonriendo como un loco él ignoró todo lo demás y se sumergió en el aluvión de imágenes y recuerdos que parecían querer gobernar su mente peleando tercamente entre unos y otros por la mayor atención.

Había tantos. Tantas cosas. Tantos pequeños y hermosos detalles. Momentos únicos e irrepetibles guardados como sus mayores tesoros en lo más profundo de su mente y de su corazón.

La noticia y luego la confirmación de algo que él nunca creyó que fuera capaz de suceder.

Su milagro.

Las felicitaciones que llovían por parte de todos y el hecho de ver la felicidad con la que todos les acompañaban en aquel momento tan único aún a pesar y teniendo en cuenta de toda la carga del pasado que tenían detrás.

Su familia.

Las primeras ilusiones y el terrible y adorable pensamiento de; ¿Cómo será?

La expectativa de querer saberlo todo y darse cuenta de que siempre habrá algo más. Querer prepararse y no saber ni por donde empezar.

Su futuro.

Días que demasiado pronto fueron semanas y semanas que muy pronto fueron meses.

Recordar con júbilo aquel momento tan memorable de cuando por fin, después de tanto esperar con una paciencia que ni él sabía que tenía, fue gratamente recompensado con el más leve y burbujeante movimiento bajo la palma de la mano que posaba distraídamente en aquel cálido vientre... Y solo repetir la espera hasta que ese pequeño milagro volviera a pasar porque simplemente es demasiado bueno y mágico como para no querer más.

Las pequeñas ansiadas citas donde él podría pedir, rogar, o cualquier otra cosa que hiciera falta para que solo le dejen ver una vez más.

Imágenes hipnóticas que permanecen flotando de manera inocente sobre aquel vientre suave y cada vez más redondeado que albergaba dentro de sí a su vida misma, porque era imposible que él volviera a ser quien era antes de saber de que al fin, después de tanto, el sueño que algunas veces creyó imposible sobre poder tener una familia propia y un lugar al que llamar hogar estaba finalmente llegando a ser una hermosa y muy añorada realidad.

... Milagro.

El poder sentir cada vez más los movimientos de su hijo en aquel cada vez más estrecho confinamiento y el tener los nervios de punta rogando a todas y cada una de las deidades habidas y por haber que nada, absolutamente nada pasara a arruinar su vida otra vez.

El contemplar con admiración absoluta como su pareja sufría lo indecible para poder llegar a traer al mundo a aquella personita que aún nadie más que él conocía y que a pesar de todo era ya tan innegablemente querida, amada... y a la vez sufrir con cada grito y mueca de dolor que le vio intentar con esfuerzo nulo ocultar.

Y luego poder ver entonces aquella carita muy arrugada y roja que lloraba y gritaba como diciendo; 'Hey! Aquí estoy. Ya llegué.'

La magia. La magia no era nada comparado con ese momento, con ese regalo.

Sublime.

Impactante.

Hermoso.

Extraordinario.

Él era padre

Padre.

Joder.

Pero lo era... y ya nada ni nadie podría cambiar ese hecho. Nada ni nadie podría quitarle eso. No había vuelta atrás -y realmente tampoco era como si lo quisiera-, era algo eterno. Y suyo. Tan suyo que le aterraba, extasiaba y admiraba, todo a la vez.

Perfecto.

La perfecta demostración del amor que sentía hinchar su pecho cada vez que veía a su pareja.

La perfecta combinación de ambos.

Él era perfecto.

—¿Ha-rry?

—Aquí estoy amor. Aquí estamos, ¿Cómo te encuentras?

—¿Cómo está? ¿Está bien? ¿Salió todo bien? —dijo obviando por completo la pregunta final mientras estiraba el cuello para tomar una mejor mirada de aquel tesoro invaluable que hasta hacía muy poco había alojado en su propio seno y que en parte ya comenzaba a extrañar al sentirse de pronto mucho más ligero y suave de lo que se había sentido en mucho tiempo.

—Shh, tranquilo amor. Míralo, aquí está, él es...

—Perfecto.

'Sí. Exactamente. No había otras palabras para describirlo.'

Y él solo asintió porque no solo era lo mismo que él había estado pensando hasta momentos antes sino que también era la más pura y absoluta verdad.

—Scorpius James Orion Potter-Malfoy —dijo el moreno con rebosante orgullo.

—Tu hijo.

—No amor, nuestro hijo. Nuestro y de nadie más.

—Nuestro. Tuyo y mío. Merlín. Es tan hermoso. TÚ eres hermoso. Te amo Harry.

—Te amo también Dragón. No tienes idea de cuanto amor. Me has hecho el hombre más feliz del mundo hoy ¿lo sabes, cierto?

—Puedo hacerme una idea —dijo su amor ante él sonriendo de lado con una sonrisa suave y sincera, que era la favorita del moreno porque sabía que solo estaba reservada para él, adornando su rostro cansado.

—Los amo a ambos, tanto... —dijo el rubio ahora ya más serio mientras que las emociones le invadían y él intentaba ya sabiéndose perdido luchar contra las lágrimas que se agolpaban en sus ojos pidiendo dejarles caer. Por una vez en su vida, eran lagrimas de pura dicha.

Una felicidad que nunca creyó que existía. No para él al menos.

Experimentando la extraña alegría del solo y simple hecho de vivir, de haber sobrevivido a la pesadilla que fue su infancia y adolescencia solo por poder obtener su vida adulta y futuro junto a su amado moreno y ahora junto a aquel precioso milagro que juntos habían creado.

—Lo sé. Y puedes estar seguro de que nosotros te amamos también. Por siempre.

—Por siempre. Y nada menos Potter. Nada más y nada menos.

Felicidad. Alegría. Regocijo.

Paz. Tranquilidad. Serenidad.

No había ni un milímetro de su cuerpo capaz de albergar un pensamiento malo o perturbador.

Esto era.

Esto era lo que se había estado perdiendo hasta ahora -se dijo asombrado mientras se apoyaba en el borde de la cama sosteniendo cn cariño y cuidado el pequeño y precioso paquete que tenía en sus manos antes de apoyarse contra su muy agotado pero feliz marido.

Era esta calma.

Esta sensación de plenitud.

Era la felicidad y la alegría de solo existir.

Amado, él lo sentía. Él podía sentirse amado como nunca antes.

Y todo se lo debía a él, a la persona que, con paciencia y esmero supo probarse loable para ser el dueño de su muy dañado corazón.

Su amado dragón.

Su Draco.

Suyo y solo suyo... y ahora también del pequeño escorpión.

La vida era buena.

Por el solo hecho de poder tener a su hijo en sus brazos hizo que todas la penas que le había tocado pasar y todos los pesares que le habían tocado cargar valieran la pena.

Él era feliz.

ELLOS eran felices.

... Y lo serían por siempre. Juntos.

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