DISCLAIMER
Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.
Bien este cap tiene dos posibles canciones para escuchar de fondo cuando vean el * o en todo el cap, como prefieran ustedes.
1ºCADA DÍA PIENSO EN TI- de Shakira….O… 2º MY LOVE- by Sia… Ambos son lentos y hermosos sobre todo para el momento en el que las palabras sobran… ;) DISFRUTEN.
“Cada
día pienso en ti”
Estaba nerviosa. Pero… No era miedo a hacer algo mal, era…
Era algo mucho más… ¿Difícil? Sí, eso, difícil.
Me explicaré para que me entiendan de la manera más fácil
que se me ocurre.
1 paso + 1paso + ansias de Bella + mis propios deseos =
PROBLEMAS.
PROBLEMAS PARA MÍ.
A ver. Si yo accedía a ir a su ritmo todo terminaría en cuestión de unos cuantos
momentos. Pero… ¡Refrenarme a mí mismo me resultaba cada vez más difícil!
Diablos, no hacía ni cinco días en que le había metido mano
por primera vez que ya estaba pensando, e imaginando cada posición en la que la
quería poseer. En realidad en todas las formas tangibles o no en que la quería
reclamar ¿Posesivo? Sí, mucho.
No ¡Enfócate Edward!
-Ja, sí, enfócate
gayward.
Oh, no. No otra vez, gemí para mí.
-¿Y qué quieres? Tú
estás ahí pensando en estupideces como el gay que pareces ser, cuando este
camión de mujer te está esperando semi desnuda en la cama y más caliente que la
lava de un volcán.
Ok, punto para él.
-Ed… Ed… Por favor- gimió Bella tocando mi pecho con sus
tiernas manos.
-Siiiiii- ronroneó
el monstruito retirándose una vez más al fondo de mi obnubilada mente.
Y por primera vez no me quedó de otra más que coincidir con
él.
Para este omento yo ya estaba encima del cuerpo de Bella
sostenido por mis brazos extendidos a sus lados mientras pensaba y la miraba.
Sin embargo, aquel leve toque de su mano pareció quitarme todas las fuerzas y
que prácticamente me desplomé contra ella deleitándome enormemente en el roce
de sus blancos pechos con el mío ¡Dios! ¡Qué exquisita sensación!
Me acomodé más a su lado para que no tuviera que soportar mi
peso pero que a la vez quedara atrapada por él.
Coloqué una de mis piernas entre las suyas y ¡Oh, sorpresa!
Al rozar su centro con mi rodilla me vi gratamente recompensado con su cálida
humedad.
Ella gimió audiblemente ante el contacto. Mierda.
Si antes se podría decir que estaba duro, ahora podía decir
verdaderamente que estaba como una roca ¡Era como hierro puro! Creo que en este
momento ni siquiera un diamante podría cortarme.
-Ed…- suspiró buscando a ciegas mis labios.
Y obviamente, como el caballero que soy es que ya
automáticamente cedí a su silenciosa demanda.
Deposité mis labios en los suyos y exploré su boca como si
fuera el mejor néctar en medio de una sequía. Un fruto regalo de dioses.
Mi mano volvió a su rostro para girárselo hacia mí y así
conseguir un mayor acceso a aquella hermosa caverna de fuego.
Joder.
¿Dónde demonios había aprendido a besar así?
Llegamos a ese punto en el que no sabría decir con exactitud
quien devoraba a quien y a su vez… Tampoco me importaba saberlo. Me encontraba
totalmente cautivado y perdido en ella. Nunca la había sentido tan mía y yo tan
suyo.
Cuando sentí que mi boca comenzaba a estremecerse por el
esfuerzo muscular fue cuando, un poco a regañadientes, abandoné sus labios.
Sin embargo, no habría nada en este mundo que me obligara en
este momento a dejar su piel.. NO.
Mi boca podía quedar entumecida o incluso adolorida pero no
abandonaría su tierna carne por nada del mundo.
Dirigí mis labios a su mejilla, a su mandíbula, a su oreja,
al lóbulo de ésta. A esa parte tan sensible ubicada detrás de la oreja, bajando
lentamente por su cuello hacia la nuca, alegrándome al ver su respuesta a ello
como un claro estremecimiento. Suspiró y medio gimió cada vez más
incontrolablemente, retorciéndose sobre sí misma en busca de un alivio que no
le brindaba todavía.
Con una lentitud que hasta a mí me pareció extrema y
exasperante fui bajando hasta su hombro y a su brazo y ante brazo hasta llegar
a levantar su mano y besar cada línea, nudillo y falange de ella.
Ella sólo se limitó a suspirar con lo que sólo pude definir
como simple y claro PLACER.
Un placer que yo compartía evidentemente, ya que el mío era
tan sólo un eco del suyo. Todo en mí era así y a penas hasta ahora me había
dado cuenta ¿Cuán ciega puede estar una persona a sus propios sentimientos?
Subía su clavícula contraria y comencé a descender por el
otro hombro, repitiendo aquel mismo proceso y notando como ella se entregaba
relajada y confiada a mis cuidados.
Me excitaba sobremanera el hecho de verla así, tan entregada
a mí.
Volví al punto donde sus clavículas se unían y comencé a
dejar un sendero de besos en camino hacia su pecho. Dejé besos por toda la
extensión central hasta toparme con su ombligo y de ahí regresando una vez más.
Con la mano derecha tomé uno de sus pechos y comencé a acariciarlo sin llegar
nunca a tocar aquella punta que tanta sensibilidad tenía.
Recuerdo que una vez una chica me dijo que lo mejor era
dejar aquello para el final cuando la chica en cuestión ya estuviera
verdaderamente caliente. Y como yo no quería estropear nada con mi Bella… Era
mejor intentarlo así… Al fin y al cabo… Ambos estábamos aprendiendo del otro.
*
Seguí regando beso tras beso por su estómago, por sus
pechos, por su cuello, por sus hombros… Y su boca, su hermosa, dulce y tierna
boca.
Nuestras pieles estaban enfebrecidas y ya comenzando a
perlarse de un tenue sudor por la actividad realizada sumada al calor
ambiental. Nuestros músculos tensos, expectantes, anhelantes de una liberación
que necesitábamos tener y que a la vez ambos retrasábamos para extender el
proceso. Disfrutando del camino, como se diría. Todo era contradictorio con
ella pero cada partícula, cada átomo, cada célula de su ser me hacía amarla con
una inmensa locura. Cada día, cada hora, cada segundo un poco más. Mis manos se
movían a través de su cuerpo mientras mis oídos se deleitaban n el sonido del
roce entre nuestros cuerpos y en los pequeños gemidos de placer que surgían de
su boca.
Era cada día pensar en ella, cada hora pensarla un poco más.
Era escuchar en mis oídos el retumbar de los relojes y seguir pensándola. Un
constante tic-tac en mis pensamientos que nublaban sin control ni razón todo lo
demás., eclipsando sin siquiera saberlo o notarlo todo el resto del mundo a mis
ojos.
Ya ni siquiera recordaba el porqué de mi frenética
persecución hacia ella.
Y entonces todo cobró un nuevo significado para mí.
Yo estaba retrasando algo que ansiaba con locura casi
desmedida y sin embargo, ese era el único medio para demostrarle y hacerle
sentir todo cuanto sentía por ella. El resto seria cosa de hablar, pero… Los
sentimientos se basaban en hechos más que en palabras; y nosotros, ambos,
éramos demasiado nuevos en esto como para decir un TE AMO y no pensar o
sentirlo hueco.
A lo largo de mi vida había aprendido que había millones de
diferentes variantes de amor pero el que sentía por ella era el más difícil de
demostrar.
La besé intensamente mientras una de mis manos se afianzaba
junto a su rostro apoyando allí el codo para mantener mi peso, y la otra comenzaba
a buscar el camino hacia su sexo.
Hoy no sería el día. Pero a partir de hoy tampoco sería
aquel que lo impediría. Planearía algo especial para ambos. Algo que
recordaríamos toda nuestra vida estuviésemos juntos o no.
Acaricié con lentitud aquella pequeña protuberancia que
tanto placer causaba terminando por tenderme una vez más sobre ella y
escondiendo mis caderas para que no tocara mi muy ansioso y necesitado miembro.
-Ed- suspiró.
Y ese simple y pequeño suspiro me llegó completamente al
alma.
-Sshh- yo sabía que era lo que quería decir-. Hoy es para ti
pequeña.
Frunció el ceño e hizo u adorable puchero y sin contenerme
le besé ambos. La vi abrir la boca para hablar, pero el sonido murió antes de
comenzar ya que yo moví adrede mis dedos hacia su entrada introduciendo dos de
ellos en un solo movimiento, disfrutando ampliamente de cómo sus paredes
cálidas me apretaban y estimulando directamente aquel punto que sabía le
causaría un delirio de placer.
-Ed… Yo… Ed… Oh…- decía y repetía casi incoherentemente de
forma entrecortada por los suspiros y gemidos de placer que emitía.
Sentía como si todo pasara en cámara lenta en estos
momentos. Guardando fielmente flashes de nosotros en mi memoria para deleitarme
con ellos a través del tiempo y distancias. Los recuerdos no te los roba nadie
y de los buenos momentos hay que tener varios. Sentía una melodía surgir en mi
cerebro, una nana perfecta para este momento y
todos aquellos similares que tuviera con ella. Ella era mi musa, siempre
lo había sido. Siguiendo sus pasos a donde quiera que iba como si mis pies y mi
cuerpo se negara ante la posibilidad de otra opción.
-¿Sabes que te quiero, verdad pequeña?- dije sin poder
contenerme, frenando mis movimientos y mirándola con intensidad.
No sé qué logró ver en mis ojos, pero en los de ella vi
absoluta comprensión, miedo… Y algo más que no llegué a identificar.
-Sí, Ed, lo sé. Y sabes que yo también… Yo también te quiero
Ed… Mucho… Demasiado- dijo.
Casi me congelo cuando la escuché decir aquello con aquella
gran intensidad en su mirada. Casi.
Sin embargo hice lo que aquel momento me apremiaba a hacer,
que fue reclamar su boca tratando de con cada movimiento revelarme un poco más
ante ella. La sensación era deliciosa en todo el sentido de la palabra.
Comencé a acariciarla en serio en su femineidad mientras
ella me acariciaba con ansias mi pecho, mis brazos, mi cuello, mi rostro… Mi
boca.
En el momento culminante de su placer ella no cerró los ojos
sólo contrajo su cuerpo, pero los ojos, esos cristalinos pozos chocolate estaban
clavados en los míos, demostrándome sin barreras el placer que le había
causado. Aun cuando sus espasmos habían arremetido nuestras miradas no se
desconectaban. Estábamos en nuestra propia nube, en nuestro propio mundo. La
conexión era casi tangible y por un momento… Por un momento sentí que ella
podía ver la magnitud de mis sentimientos con absoluta claridad, como si me
viera el alma.
Fue un momento sumamente mágico. Un momento que recordaría
por siempre.
Después de no sé cuánto tiempo ella alzó una de sus manos y
me acarició la mejilla de manera tierna, como cuando de chicos intentaba
consolarme por algo en silencio, siempre fue mi soporte incluso en mi silencio.
Pasó el revés de su mano unas cuantas veces mirando su propio movimiento y
luego volvió a mirarme a los ojos y sonrió. Esa sonrisa era la más espectacular
que le hubiera visto jamás. Era tan cálida, tan… indescriptible para quien no
la viera. Y era mía.
Lentamente levantó su rostro hacia el mío y me dio un beso
tan ligero y suave como el respiro de un ángel.
-Bella yo…
No sé qué es lo que quise empezar a decir, yo sólo dije
aquello sin pensar. No sé si quería terminar así con todo esto y declararle
todo lo que sentía por ella o tan sólo decir alguna burrada de las mías. No lo
sé y nunca lo sabría porque ella ni siquiera me dio tiempo para pensar en ello.
Simplemente colocó u dedo sobre mis labios y besó de nuevo aún sobre él.
-Shh… No hables- dijo bajando y acomodándose en mi pecho muy
cerca de donde mi corazón latía casi de manera estrepitosa- Sólo, sólo
quedémonos así un rato ¿Quieres?
Me costó un par de segundos y otros cuantos carraspeos, pero
al fin logré encontrar de nuevo mi voz.
-Seguro pequeña. Lo que quieras- dije besando su coronilla.
No supe cuándo pero de pronto desperté con un cosquilleo en
los labios. Un beso. Rápidamente flashes de todo lo sucedido en el día de hoy
volvió de golpe a mi mente aun embotada por el sueño. Abrí los ojos de golpe
para encontrarme a una muy sonriente Bella enfrente de mi rostro y
prácticamente encima de mi cuerpo. Bueno ese era un despertar que me encantaría
tener todos los días de mi vida, pensé esbozando una tonta sonrisita en mis
labios.
-Levántate dormilón… Ya es tarde- ¿Cómo? ¿Tarde?
Giré mi rostro para ver por a través de la ventana… Nada. Y
me refiero a que no se veía nada. Estaba totalmente oscuro. Mierda
-Mierda.
-Lo sé. Nos quedamos sumamente dormidos y ya casi son las 9
de la noche. Yo acabo de despertar. Charlie no tarda en venir.
-Mierda.
Parecía que era lo único que podía decir.
-Exacto. Ni siquiera puedo poner de excusa como que haremos
maratón de películas porque mañana es día de instituto… Y ya sabes lo que
Charlie piensa de las distracciones entre semana.
Sonreí. Si tan solo supiera que tipo de nuevas distracciones
llevaba su hija ahora ¡Joder Cullen! Este no es momento para andar pensando en
eso. Si el jefe Swan te encuentra en estas fachas y con esa estúpida sonrisa en
tu cara sabrá de inmediato que algo está pasando ¡Y adiós a tanto permisito de
salida con ella! Uffff… Hora de partir.
En eso estaba pensando cuando sentimos a un auto
estacionarse lentamente frente a la casa.
-Mierda- dijimos los dos saltando de la cama.
No sé como pero en cuestión de segundos Bella estaba
completamente cambiada con otra ropa, sólo unos pantalones holgados de chándal
y una remerita ajustada al cuerpo que debe de ser de cuando tenía catorce. Yo
en cambio me encontraba tan nervioso que apenas si podía meter los pies en las
zapatillas. Bella corrió a abrir las
ventanas de su cuarto y el aire puro fue más que bien recibido para disipar mi
nube, y luego corrió al baño mientras el sonido de la llave abriendo el cerrojo
¿Cuándo habíamos puesto el cerrojo? Me encogí internamente al no saber la
respuesta. Bella volvió con la cara lavada y el pelo atado en una coleta alta-
de seguro fue un caso imposible desenredarlo a tiempo-, tomó como si nada unos
libros de ciencias y encendió el ordenador- que era más viejo que mi abuela
debería añadir- dándole unos pequeños golpes al modem para que activara más
rápido, increíblemente… Funcionó.
-¡Bella ¿Está Edward en casa?
No quisiera admitirlo, pero temblé al escuchar una nota
desaprobatoria en su voz.
-¡Sí, papá! ¡Estamos en mi cuarto viendo algo en internet!
Se escucharon sus pesados pasos por la escalera mientras yo
internamente me encontraba rogando como una niña que se hubiera acordado de
dejar la pistola guardada como todos los días. Y… Aunque no lo crean i
monstruito se encontraba en iguales condiciones.
-¡No jodas! ¡Nos va a
hacer picadillo! ¡Y aún ni lo hemos hecho!
Ok. Tenía razón. Mierda.
La puerta se abrió y para este entonces bella estaba
tranquilamente frente a la pantalla con una imagen gigante de una célula frente
a ella y haciéndose la que comparaba con el libro que tenía. Y yo… Bueno yo
estaba sentado a su lado, pero más tieso que un palo y más nervioso que un
ladrón acorralado.
-Hola chicos… Bella, es tarde- dijo inspeccionando
ligeramente el cuarto. Sé que miró la cama arrugada y la ventana abierta más de
lo común pero no acotó nada al respecto.
-Oh, es cierto. Lo siento. Reneé no vendrá a cenar… Está en
la casa de Esme viendo no sé qué cosas para mi vestido de graduación y aviso
que cenaría allá.
¿De en serio? ¿Y cuándo se había enterado de eso?
-Oh, bien.
-Enseguida preparo la cena- se giró hacia mí- Edward
¿Quieres quedarte a cenar?
-Eh, no mejor no… Es cierto ya es tarde y me quiero acostar
temprano para mañana.
-Bien- acotó Charlie mirándome raro.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
¡Hey! No es que fuera un cobarde… ¡Pero el tipo era un
policía con permiso de arma por todos los santos y yo el afortunado que se
estaba metiendo con su hija!
-Bien- dije poniéndome de pie-. Mejor me marcho. Hablamos
mañana Bella- dije mirándola intensa y fugazmente.
-Oh. Te acompaño.
-Bien, yo iré a cambiarme- acotó Charlie mirándonos a ambos.
Me alegré de no hacer el ridículo buscando mi mochila porque
la verdad era que la había dejado en el auto.
Llegamos a la puerta y Bella la sostuvo hasta que pasé. Una
vez fuera me giré mirando que nadie nos viera y me acerqué rápidamente para
robarle un muy buen beso de buenas noches que ella devolvió gustosa relajándose
entre mis brazos.
Lamentaba sobremanera no poder prolongarlo pero…
Me separé.
-Mañana hablaremos pequeña.
Ella asintió aun con los ojos cerrados. Los abrió y me
regaló una sonrisa idéntica a la de antes de dormirnos que causó que mi corazón
se saltara un latido.
-Ad… Hasta mañana Ed.
-Hasta luego Bella- dije lleno de diversos significados que
esperaba que ella fuera viendo y sintiendo de a poco.
Me obligué a dar media vuelta y me dirigí a mi auto. Feliz
de ahora no tener que esconder de nadie la alegría reflejada en mi rostro.
Mañana sería un gran día.
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