8 de mayo de 2012

El problema de mi sexóloga... Capítulo 29

"Ahogo"

DISCLAIMER:  Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.


Este fic contendrá mennage HETERO -BI- Y HOMOSEXUAL. Lemmons gráficos y lenguaje adulto.

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EPOV.:

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El fin de semana con Bella fue jodidamente fabuloso, aunque está demás decir que los motivos que nos llevaron e él no lo fueron ni por asomo.
Sin embargo, Jake y yo supimos que por el tipo de mujer inquieta y dinámica, independiente y confrontadora; todos los grandes, rápidos y cambiantes sucesos comenzarían a pasarle factura. Es decir ¡Vamos! ¡Es casi de película que tanta cosa le suceda a una persona en el transcurso de una semana! Y eso sin contar que la conocemos hace poco menos de dos meses.
No nos equivocamos.
Ella explotó aquel domingo por un gran conjunto de razones, todas y cada una claramente válidas… todas menos una a mi parecer…
¿Por qué jodidos ella no podía entender que para nosotros ella NO era algo pasajero?
Cuando tras su hábil y presurosa escapada al dormitorio sentimos como se abría la ducha y ella entraba a bañarse decidimos que teníamos que intentar que ella se abriera a nosotros –y no de piernas precisamente.
Me alegré de haber ido al cuarto ya que allí pudimos escuchar claramente entre bajos murmullos, algunos gemidos y varios bufidos que nos iban indicando por sus tonos la calidad de sentimientos que la iban atravesando.
Sí, estábamos atentos a todo aquello que nos pudiera ayudar a conocerla pero, aun así, joder necesitábamos que nos hablara CLARAMENTE, que se acostumbrara a recurrir a nosotros, que nos tuviera presentes y en cuenta y sobre todo, que nos expresara con absoluta claridad lo que quería y necesitaba ya que solo así podríamos conocerla y anticiparla.
La mente de una mujer es demasiado compleja como para entenderla sin una guía o una mínima –gran- ayuda… Mucha ayuda, cabe añadir.
Recordaba vagamente a mi madre estando al pendiente de todo y todo, recordando detalles de cada día, de cada cosa, de cada uno, enumerando cosas por hacer, comprar, etc, etc, etc, en los momentos menos pensados. Es más, recuerdo que un día mi padre me confesó que muchas veces a pesar de los años que llevaban juntos él aun se perdía tratando de entenderla -¡gracias por los ánimos pá!-. Él me comentó así como de pasada que mi madre era una de esas mujeres que, a pesar del cansancio o el estrés, ella se dormía haciendo la famosa ‘lista’. Sep, famosa, ni idea por qué ya que en realidad yo nunca había oído hablar de ella pero bueno, él lo dijo y le creo. Al parecer es muy común que las mujeres se duerman haciéndola, una lista de quehaceres varios y pendientes para el día siguiente, desde lo más banal –como lo sería comprar sal o un nuevo trapeador- hasta analizar el por qué su hijo había estado discutiendo con su novia, apuntando llamar al plomero y pagar cierta boleta que había llegado. Demás está decir que en aquel momento en el que me lo dijo yo me quedé con una grandísima cara de ‘¿Me estás jodiendo?’… Pues sip, la siempre tan querida, amable y tranquila Esme tenía todo un sistema mental para mantener nuestras vidas en orden sin que nosotros siquiera lo notásemos. Toda su mente llena de cosas revueltas que le impedían lograr mantener la mente en blanco hasta para dormir y de la que ella afanosamente se encargaba de acomodar.
Y, en el momento en el que escuché a Bella pasar rápidamente de un tema al otro, contándonos cada jodida pregunta mental que se había hecho y sacudido en su cerebro supe que lo de mi madre era algo completamente cierto… y aterrador. Ah sí, ¡claro que lo era!... y me fascinaba.
Con varias palabras atropelladas ella nos dijo como había pasado de pensar en su ‘suegro’ y el escalofrío que la recorría a continuación de dicha palabra; a Alice por todo lo que la había apoyado y algunas cosas que aún sabía debí decirle, pasando brevemente en su posible futuro con el detectivito; para luego pasar a como carajos protegerse de sentir demás por nosotros porque quería protegernos por sobre todo; a que le gustaría tener un sillón como el de nuestro living en su consultorio ‘es muy cómodo’ dijo ella como si nada; pasando rápidamente a contar de que se sentía harta de estar encerrada viendo como su independencia se iba al caño ¡Oh! ¡Y no olvidemos el desviar la atención y volver a pensar en qué demonios estaba haciendo con nosotros, exponiéndonos a todo esto y exponiéndose ella a nosotros! Cagada de miedo de dejarnos entrar y que ¡Pudiéramos salir heridos por su culpa!
Arrrgg…
No es por desmerecer a mi género pero sin dudas estaba por demás agradecido de que nosotros solo nos enfoquemos en dos o tres cosas a la vez y de que seamos más concisos a la hora de actuar y hasta pensar. Yo al menos me volvería loco si cada día mi cabeza fuera similar a su tarde ¡JO-DER! ¡Ni que fuera vampiro para pensar tanto!
En fiiiin…
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La semana fue lenta y agotadora. Monótona y estresante; pero por suerte, jodidamente tranquila.
Cada día nos turnábamos para acompañarla tanto a la ida como a la vuelta de su trabajo además de llamarla intercaladamente varias veces al día sin un horarios pre establecido ni nada, cosa de que si no contestaba enseguida nos alarmábamos y llamábamos directamente al teléfono central del consultorio hasta que Jane nos atendía y nos comunicaba con ella. No tenía ni idea de que verso le habrá metido Bella a Jane para que no sospechara o se molestara cada vez que esto sucedía –que por suerte no era mucho-.
La primera vez sin embargo Bella se molestó porque dijo que simplemente le diéramos tiempo de ir a mear en paz. Lo sentimos, pero lo obviamos.
La verdad es que ambos estábamos un tanto paranoicos mirando hacia todos lados y observando detenidamente a cada persona que veíamos entrar o salir del edificio mientras la esperábamos, para luego ir buscando patrones o detalles cuando encontrábamos algún buen momento para hablar a solas –que generalmente era cuando Bella subía a ducharse nada más llegar-. Lo dije y lo repito, quizás estábamos exagerando un poco. Pero solo un poco.
De todas maneras y a pesar de que nos comentábamos todo hasta el más nimio detalle no encontramos nada digno de mención. Ningún sospechoso o patrón, ningún detalle repetido o llamativo.
NADA.
O bueno, quizás NADA sería tanto mejor porque sin dudas si hubiésemos visto algo de seguro estaríamos ligeramente más alterados y aun más obsesivos que ahora ¿Genial verdad?
En verdad todo esto en apenas ¿qué? ¿Siete, diez días? Nos estaba comenzando a pasar factura, pero al menos podía decir que hasta el momento todos y cada uno de nosotros estaba poniendo lo mejor de su parte para para evitar confrontes entre nosotros.
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Y por fin la semana llegó a su fin… era viernes y estaba tremendamente agotado. Nooo ¿Qué agotado? ¡Estaba destruido! Mierda. No era Hércules con su fuerza y resistencia, no era un maldito vampiro para no necesitar descansar y por supuesto a pesar de esto aun, no era un idiota como para negarme a algo de ‘aquello’.
Sí, la semana no solo había sido ‘compleja’ –por decirlo suavemente- por culpa de la tensión de estar expuestos –y, aun así, no encontrar ni la más mínima pista-, sino que además se debía a que cada jodido enojo, preocupación o frustración del día era obviamente sacado –y muy bien aplacado- en la noche… en nuestra cama… en la intimidad de nuestro hogar… y eso –al finalizar-, terminaba dejándonos a todos prácticamente de coma. Cada día. Cada noche ¿Entienden ahora?
Así que sí. Sin dudas hubo un aumento espantoso de consumición de alimentos y líquidos. Las alacenas y heladeras de pronto necesitaban urgente revisión y reposición, lo cual hasta cierto punto me hacía sonreír. Obviamente recordaba todos aquellos bocadillos y tentempiés de media noche o madrugada que hemos tomado. Algunos más como, mmm, complementos de nuestras pasiones y otros como simples fuentes de alimentación. Bella era sin dudas una mujer de diversos recursos a la hora de impresionarnos en el aspecto sexual… No quieran imaginarse las cosas que hemos hecho con los elementos menos pensados… ugghhh, de solo recordar yo… arrgg… No hemos tenido una puta noche de sueño corrido desde que ella llegó a nuestra casa.
El sueño. Como he dicho, nosotros no habíamos tenido una relajada, extensa y profunda noche de sueño casi desde que nos conocimos en realidad, y mucho menos desde que habíamos comenzado a convivir, desde entonces éste directamente era casi nulo ¡Y no era que me quejara! ¡Por Dios no! A fin de cuentas, esta semana y media, casi dos habían sido las mejores sexualmente activas de mi vida, y me atrevo a apostar uno de mis huevos a que también de Jake… ¡Joder! Bella nos sorprendió a ambos con lo exigente y a la vez duradera y resistente que era en las laaaargas sesiones de sexo. En algún momento recuerdo que hizo que ambos miembros se quedaran viendo estrellitas de colores por un buen rato, literalmente.
Su enojo, sus dudas, sus frustraciones… de alguna manera todo ese combo de sensaciones terminaba siendo un completo caos sexual. O eso, o yo estaba flojo porque me atrevo a decir además que la fiereza que Jake demostró le estaba casi a la par –pensé ya en algún momento…
Jake… Su semana tampoco fue una de las más fáciles de la historia, más bien fue de lo más movida y preocupante. Él no comentaba demasiado pero, tanto Bella como yo podíamos notar lo mal que en verdad lo estaba pasando por sus bufidos y palabras sueltas que se le escapaban de vez en cuando.
Al parecer todo indicaba que la tal Jessica le estaba causando, o más bien le había causado ya, serios inconvenientes; problemas que justo en este momento él no podía tratar tan enfocadamente como quisiera, pero a lo que sin dudas se estaba esforzando… y eso le estaba a su vez volviendo un poco, loco, por decirlo suave.
Así que… aquí, ahora… aquí estábamos. Viernes al fin… por la noche… Y TODO ESTABA DEL CULO.
Oh sí. Los tres estábamos de pronto discutiendo de forma por demás acalorada ante la mayor estupidez del momento…
¿Qué vamos a cenar? Y ¿Y quién iba a hacer la cena?
Ajá. Exacto. Acertaron. Como lo oyen… -o leen en este caso- Todo comenzó por esas dos casi insignificantes preguntas… Que si quiero esto, y el otro quiere aquello y bla bla bla. No me pregunten como  todos terminamos metidos en esta casi batalla campal.
Mierda ¡Joder!
Parecíamos por demás idiotas peleando por esta reverenda gilipollez pero sin darnos cuenta habíamos llegado a este punto en el que las emociones bullían a punto de salirse de sus cauces ¡Y nadie podía aparentemente controlarse lo suficiente como para detener civilizada y razonablemente la dichosa situación!
Toda esta situación nos estaba ganando sobradamente. Lenta pero inexorablemente nos estaba llevando a nuestros al parecer casi nulos límites de tolerancia. Lo sabía. Ellos lo sabían. Pero no estaba seguro que ya en este punto fuéramos nosotros quienes controlábamos las idioteces que salían de nuestras bocas y yo me estaba temiendo que llegásemos rápidamente al punto en el cual uno comienza a decir cosas de las que se va arrepintiendo siempre una céntima de segundo después de que va saliendo de su boca.
Un hermoso, breve pero gratamente recibido segundo de lucidez fue todo lo que necesité para hacer uso controladamente de las palabras que próximamente saldrían de mis labios. O más el grito…
― ¡Ya paren ambos!
Silencio. Uno. Dos…
― ¡Ni crean que ustedes van a  venirme a decir lo que debo o no hacer! Tú ni me hables, mucho menos me grites… -me dijo Bella mirándome enceguecida para pasar luego rápidamente la misma mirada hacia Jacob quien ya la comenzaba a mirar con bronca que yo ya bien conocía. El auge estaba llegando, y tenía que evitarlo. Pronto―. ¡Y tú ni siquiera me mires así! Ya sabía que esta mierda no iba a funcionar y ustedes…
― ¡Bella para! Por favor ―dije en apenas un tono más bajo―. Por favor gatita no digas algo de lo que luego te arrepientas ¿No lo ven? ¿Ninguno se da cuenta? ―suspiré agotado. Mental y físicamente a este punto―. Por favor chicos, todos estamos más que estresados por todo lo sucedido o incluso lo no sucedido en estos últimos días, semanas y meses si quieren ¡No tenemos por qué matarnos entre nosotros! ¡Y menos ahora! Sé que esta semana fue bastante, por demás frustrante pero, esto ―dije señalándonos―. Esta absurda pelea sin sentido por una estupidez tan ordinaria, ¡Joder! Todos necesitamos relajarnos un momento y pensar si esta situación tiene algo de sentido, porque déjenme decirles que yo no se la encuentro para nada.
Ellos se quedaron mudos ante mis palabras y ambos agacharon la mirada entre cansados, resignados y bastantes hartos de todo.
Esto estaba mal. Y si seguíamos así… No, no quería ni pensar en ello.
Piensa, piensa Ed…
―Yo… Lo siento, en verdad lo siento. Lamento haberme puesto así de necia y cegada por una idiotez así ―dijo Bella con los ojos llenándoseles de lágrimas apenas contenidas―. Es solo, yo, esto fue estúpido lo sé pero… lo lamento, lo lamento ―dijo finalmente echándose a llorar.
Dios. Me mataba verla así. Vernos así. Encerrados, con miedo permanente, frustrados ¡Maldito sea el cabrón que esté detrás de esto! Arrg.
―Shhh, ya gatita, ya. Tranquila. Sé que esto de ahora no fue verdadero, quiero decir, todos estamos condenadamente hartos y sobrepasados de esta mierda así que te entiendo.
―Yo ―suspiró Jake―, yo también lo siento, yo, yo no…
Él de pronto se dejó caer pesadamente en una de las sillas de la cocina que fue donde a fin de cuentas había comenzado la dichosa discusión y resopló fuertemente mientras recargaba la cabeza en sus manos y los codos en la mesa.
―Lo lamento en verdad. Discúlpame Bella. Esta no fue mi mejor día y creo que ya se dieron cuenta por los humores que he traído esta semana ―bufó―, creo que todo esto simplemente me pudo y solo, exploté. En verdad lo lamento…
―Basta. Ambos. Solo paren de disculparse, ya está, es comprensible, todo el mundo entiende al otro así que ya déjenlo ¿ok? Bien ―dije cuando ambos me miraron y pude sentir que ya tenía toda su atención puesta en mí―. Mmm… sé que parecerá una locura pero ¿Por qué no nos vamos lo que resta del fin de semana a la cabaña? Lo sé, es de noche; lo sé, es tarde pero… en verdad creo que nos vendría bien un inmediato cambio de aires ―dije exponiendo la idea que de pronto parecía haberse instalado en mi cabeza.
Apenas pensé en la palabra encierro mi mente de manera automática –y bastante extraña- me mostró detrás de mis ojos una imagen de nuestra cabaña de Milly Valley, allí donde fuimos aquel fin de semana hace ya algún tiempo. Y, a cada segundo la idea de escaparnos de las presiones de estos tiempos por un par de días, cada vez me parecía más genial.
― ¿Cabaña? ―preguntó Bella confundida.
―Oh, lo siento. Sí, cabaña. Tenemos una en Milly Valey colindante con los bosques de Muir Woods y la costa de allí. Es más bien un gran y confortante bungalow ―le dije de manera explicativa a Bella ya que ella aun no estaba enterada de este detalle.
― ¿Crees que sea buena idea Edward? ―preguntó Jacob con voz quebrada aun sin levantar la mirada de la mesa. Me acerqué a él.
―Jake, amor. Basta Jake. Vámonos, lo necesitas, todos lo necesitamos. Aire, bosque, mar, dime que no te tienta relajarte y olvidarte de todo por al menos dos días ―dije en apenas un susurro poniéndome de cuclillas a su lado para decirle aquello al oído.
Bella se nos acercó.
Ella sin mediar palabra tomó la cabeza de Jacob entre sus manos y la levantó para mirarlo fijamente antes de colocarle un suave beso en los labios. Un beso de perdón, un beso de disculpa, pero sobre todo un beso de compañera. Lo miró unos segundos y luego –ayudada por él- se sentó en su regazo dejando que él la acunara mientras ella se hundía en el calor de su pecho, abrazando con sus pequeños brazos su cintura.
―Vámonos Jake. Si no quieres allí n importa, pero vámonos a algún lado. Vamos a olvidar todo por un rato ¿Sí? Si hubiésemos seguido, si ahora Ed no nos hubiese parado… ―sabía que iba a decir una verdad pero sin dudas era una que sabía dolería de igual forma para todos―… sabes que si él no nos hubiera detenido ambos hubiéramos dicho cosas que por más que perdonáramos nunca olvidaríamos. No quiero eso. No quiero ser yo el que los dañe ni quiero que sean ustedes los que me dañen a mí; pero lo haremos si no logramos relajarnos un poco, y es obvio que aquí no podremos. No pensando a cada momento que alguien puede llamar o espiarnos. Vámonos, yo quiero ir, donde sea, con ustedes pero bien. Quiero estar bien con ustedes, por favor ―terminó susurrando.
Cada una de sus pequeñas y sinceras palabras se me fueron clavando cada vez más y más en el pecho. Todas y cada una de ellas eran ciertas y, aunque no quisiera, sabía que tan solo unos segundos más y cualquiera de los tres hubiera dicho algo de lo que quizás no habría retorno. No porque fuera algo brusco, sino porque había muchas verdades lacerantes de donde agarrarse para atacar. Éramos adultos y lo sabíamos. Bien dicen por ahí que más duele una palabra dicha con saña que un golpe bien acertado. Que gran verdad era esa.
―De acuerdo. Sí, tienen razón. Yo tampoco puedo seguir un segundo más aquí. No ahora. No hoy. Siento que me ahogo… Vámonos ―dijo él mirándonos a ambos a los ojos y comenzando a esbozar una pequeña pero sincera sonrisa.
Luego todo se fue al carajo.
Cada uno implantó una sonrisa en el rostro como s fuéramos tres críos a los que alguien a dejado ir de campamento o algo así. Joder, de tanto sonreír ya me comenzarían a doler las mejillas pero, ahora eso no podría importarme menos. La sonrisa de ellos compensaban cualquier cosa.
Era extraño que notara recién entonces que en esta semana nadie había sonreído sinceramente, ni a otros ni entre nosotros. Sonrisas sexys, comprensivas y hasta alguna condescendiente; pero no de esas espontáneas que haces simplemente ante el recuerdo de algo bonito, de esas que sueltas sin darte cuenta hasta cuando vas caminando por la calle. No, no hubo de esas.
Dejé de perderme en mis pensamientos y me concentré en ver nuevamente que era lo que había tirado dentro de mi pequeño bolso.
Bien. Un par de mudas. Calzado cómodo. Accesorios de higiene… Y nada más.
No pensaba llevarme absolutamente nada de trabajo ni de otras índoles. Estos casi dos días serían solamente para estar tranquilos entre nosotros en mutua compañía respirando en paz. Y creo que los demás tuvieron la misma idea porque cuando bajé con mi bolsito ya listo y cerrado vi que tanto el portátil de Bella como de Jake estaban aun sobre la mesa central del living junto a sus respectivas carpetas de fichas y archivos. Me alegré en silencio por ello.
Jacob para ese entonces ya estaba cargando su bolso y el de Bella en el maletero de mi coche. Y si se preguntan por qué demonios fui el último de los tres debo añadir que mientras ellos armaban los suyos yo fui de una carrera a darme una ducha para quitarme el polvo y sudor del día ya que hoy había estado supervisando personalmente una gran construcción en plena monta, así que el polvillo y la arenilla estaban incrustados en mi piel -y era de lo más molesto cabe añadir.
Finalmente después de apenas cuarenta minutos de terminar la dichosa pelea los tres nos encontrábamos sentados en el interior del coche sonriendo mientras las llantas rechinaban al arrancar de golpe y escuchando como un mantra de fondo, la acertada canción del radio.

I want to break free
I want to break free
I want to break free from your lies
You’re so self satisfied I don’t need you
I’ve got to break free
God knows, God knows I want to break free.

I’ve fallen in love
I’ve fallen in love for the first time
And this time I know it’s for real
I’ve fallen in love, yeah
God knows, God knows I’ve fallen in love.


Un clásico sin dudas. Y una canción genial y más que propicia para aquel momento. Así que, disfrutando de la aparente liberación que nos dio el saber que íbamos a internarnos en un lugar alejados de todo por un breve espacio de tiempo, todos implantamos una vez más la sonrisa en nuestros rostros y nos dispusimos a ir cantando canción tras canción del especial de los 80’ que estaban pasando en aquel dial. Y en verdad fueron buenos, de esos temas que uno se sabe casi por inercia; Queen, The Cure, Michael Jackson, los primeros temas de Madonna o de U2, INXS, entre varios otros, por lo que el viaje de poco más de dos horas de hizo bastante más ameno y distendido. Trivial.
Llegamos pasadas las diez de la noche, casi llegando a las once y –como sabíamos de antemano que esto así sería- paramos en el camino a comprar unas cuantas variantes de comida china para no tener que hacer absolutamente nada más que bajar y sentarnos nada más llegar.
Dicho y hecho.
Jacob había conducido la primera mitad del viaje hasta que bajamos a comprar dicha comida y luego fue mi turno, así que cuando bajamos, buscamos los bolsos y Bella –a pesar de no conocer el lugar- se las arregló para armar una rápida y acogedora mesa ni bien entramos. Cansados y verdaderamente hambrientos devoramos rápidamente todo lo que había en cuanta bolsa trajimos. Bueno, eso y dos botellas y media d vino tinto que habíamos sacado de la pequeña bodega que teníamos allí de reserva. No que fuéramos expertos en vinotecas ni nada, simplemente un gusto de macho como se diría. Qué fuéramos gays no tenía absolutamente nada que ver –como aún muchos idiotas retrógradas piensan.
En fin ¿En qué estaba? Ah sí…
Ya con el estómago lleno y con los músculos distendidos le mostramos a Bella cada rincón de la casa pero, el cansancio de repente había desaparecido de nuestro sistema así que cuando Bella se asomó un segundo a la ventana y se quedó mirando embobada la gran luna llena reflejada en el agua nosotros sencillamente nos quedamos embobados mirándola a ella ¿Resultado?
Todos salimos a dar un pequeño paseo por la orilla de la corta playa. Caminando en silencio entre la oscuridad de la noche, el susurro del viento hablando con los viejos y sabios árboles y con los halos de luz plateada iluminando como único faro nuestros senderos. Había paz.
Ninguno sintió la necesidad de rellenar o tapar el silencio con una charla insustancial. Cada uno se metió en su mundo y respetó el de los otros. Fue, acogedor, revitalizante, como si aquel simple acto de caminar despejara no solo las dudas de nuestras mentes, sino también algunas recónditas de nuestras almas.
Caminamos por varios minutos codo con codo, sin ningún contacto físico mayor a ese ya que por momentos se adelantaba uno y luego se retrasaba otro, todo dispar, natural. Hasta que ya cierto tiempo después Bella se quedó parada de frente a las olas, de frente al mar que por apenas un poco no llegaba a rozar sus pies. Con los cabellos al viento y la figura recortada oscura con tan solo un muy leve perfilado suave de blanca luminosidad, era hermosa. Tan sencilla por fuera y compleja por dentro, tan bella en todos los sentidos.
Nosotros, como imanes a su persona, sentimos inmediatamente cuando se detuvo. Nos detuvimos también, observándola, deleitándonos con la vista pacífica de ella con el complemento de la naturaleza a su libertad de fondo. Envidiando a la luna que la acariciaba cual amante con sus tenues rayos de fría y suave luz. Envidiando al viento que mecía sus cabellos y enmarcaba su cuerpo. Y amándola a ella por regalarnos aquel espectáculo a la vista y a los sentidos.
Así estuvimos un rato. Ella allí, respirando su libertad retomada y nosotros abrazados detrás de ella. Yo por mi parte, preguntándome si alguna vez seríamos capaces de atar a alguien como ella a nosotros. Aquel espíritu tan independiente y salvaje como la naturaleza misma.
No importaba en realidad –me dije apenas un segundo después de pensarlo-. No importaba atarla, no, porque lo mejor no sería atarla a nosotros sino el hecho de que ella nos amarre a ella y allí nos mantenga.
Fue un momento distendido en el tiempo. Un paréntesis en el tiempo-espacio ordinario.
Un hermoso regalo de individualidad compartida.
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Ya era de madrugada cuando hubimos regresado pero, revitalizados como estábamos, tuvimos una larga sesión de besos y encuentros sensuales entre cuerpos por varias, varias horas. Nada de desenfreno y fiereza. No. Esta vez todo fue lento, sensual, un disfrute pleno de sensaciones. Nos dimos tiempo para observarnos entre nosotros al momento del clímax y nos ayudamos unos a otros a alcanzar el máximo punto de nuestras nirvanas. Varias veces, de varias formas. Hasta que el agotamiento de nuestros cuerpos fue demasiado mayor como para ya resistirnos y terminamos sucumbiendo al sueño. Un sueño que por primera vez en días no tenía horarios ni presiones aguardando al tocar a su fin. Fue un sueño tranquilo y muy, muy necesitado por parte de todos.

2 comentarios:

  1. No podrías haber encontrado mejor manera de describir una realidad cotidiana cómo lo has hecho aquí. Ellos, al menos, tienen una válvula de escape, ese rincón dónde poder desaparecer para poder ser lo que son, seres humanos complejos e imperfectos, que ya es una suerte.

    Me has dado mucho que pensar en este capi, me pregunto si la fusión entre tres almas puede funcionar y creo que, en este caso, lo hace.

    Una joya de capi guapísima, un placer para el alma y para esos ojos que te leen con devoción.

    Besitos

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  2. Hola me encanto que edward parara la pelea a tiempo y mas que tuviera la idea de alejarse de ese maniatico que espero que lo agarren pronto es logico que con tanto estress terminaran en pelea lo bueno es que con este fin de semana alejados de todo pueden disfrutar de su relacion y agarrar fuerzas para seguir adelante en espera del siguiente capi
    saludos y abrazos desde México

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