"Ahogo"
DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.
Este fic contendrá mennage HETERO -BI- Y HOMOSEXUAL. Lemmons gráficos y lenguaje adulto.
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EPOV.:
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El fin de semana con Bella fue jodidamente fabuloso, aunque está
demás decir que los motivos que nos llevaron e él no lo fueron ni por asomo.
Sin embargo, Jake y yo supimos que por el tipo de mujer
inquieta y dinámica, independiente y confrontadora; todos los grandes, rápidos
y cambiantes sucesos comenzarían a pasarle factura. Es decir ¡Vamos! ¡Es casi
de película que tanta cosa le suceda a una persona en el transcurso de una
semana! Y eso sin contar que la conocemos hace poco menos de dos meses.
No nos equivocamos.
Ella explotó aquel domingo por un gran conjunto de razones,
todas y cada una claramente válidas… todas menos una a mi parecer…
¿Por qué jodidos ella no podía entender que para nosotros
ella NO era algo pasajero?
Cuando tras su hábil y presurosa escapada al dormitorio
sentimos como se abría la ducha y ella entraba a bañarse decidimos que teníamos
que intentar que ella se abriera a nosotros –y no de piernas precisamente.
Me alegré de haber ido al cuarto ya que allí pudimos
escuchar claramente entre bajos murmullos, algunos gemidos y varios bufidos que
nos iban indicando por sus tonos la calidad de sentimientos que la iban
atravesando.
Sí, estábamos atentos a todo aquello que nos pudiera ayudar
a conocerla pero, aun así, joder necesitábamos que nos hablara CLARAMENTE, que
se acostumbrara a recurrir a nosotros, que nos tuviera presentes y en cuenta y
sobre todo, que nos expresara con absoluta claridad lo que quería y necesitaba
ya que solo así podríamos conocerla y anticiparla.
La mente de una mujer es demasiado compleja como para
entenderla sin una guía o una mínima –gran- ayuda… Mucha ayuda, cabe añadir.
Recordaba vagamente a mi madre estando al pendiente de todo
y todo, recordando detalles de cada día, de cada cosa, de cada uno, enumerando
cosas por hacer, comprar, etc, etc, etc, en los momentos menos pensados. Es
más, recuerdo que un día mi padre me confesó que muchas veces a pesar de los
años que llevaban juntos él aun se perdía tratando de entenderla -¡gracias por
los ánimos pá!-. Él me comentó así como de pasada que mi madre era una de esas
mujeres que, a pesar del cansancio o el estrés, ella se dormía haciendo la
famosa ‘lista’. Sep, famosa, ni idea por qué ya que en realidad yo nunca había
oído hablar de ella pero bueno, él lo dijo y le creo. Al parecer es muy común
que las mujeres se duerman haciéndola, una lista de quehaceres varios y
pendientes para el día siguiente, desde lo más banal –como lo sería comprar sal
o un nuevo trapeador- hasta analizar el por qué su hijo había estado
discutiendo con su novia, apuntando llamar al plomero y pagar cierta boleta que
había llegado. Demás está decir que en aquel momento en el que me lo dijo yo me
quedé con una grandísima cara de ‘¿Me estás jodiendo?’… Pues sip, la siempre
tan querida, amable y tranquila Esme tenía todo un sistema mental para mantener
nuestras vidas en orden sin que nosotros siquiera lo notásemos. Toda su mente
llena de cosas revueltas que le impedían lograr mantener la mente en blanco
hasta para dormir y de la que ella afanosamente se encargaba de acomodar.
Y, en el momento en el que escuché a Bella pasar rápidamente
de un tema al otro, contándonos cada jodida pregunta mental que se había hecho
y sacudido en su cerebro supe que lo de mi madre era algo completamente cierto…
y aterrador. Ah sí, ¡claro que lo era!... y me fascinaba.
Con varias palabras atropelladas ella nos dijo como había
pasado de pensar en su ‘suegro’ y el escalofrío que la recorría a continuación
de dicha palabra; a Alice por todo lo que la había apoyado y algunas cosas que
aún sabía debí decirle, pasando brevemente en su posible futuro con el
detectivito; para luego pasar a como carajos protegerse de sentir demás por
nosotros porque quería protegernos por sobre todo; a que le gustaría tener un
sillón como el de nuestro living en su consultorio ‘es muy cómodo’ dijo ella
como si nada; pasando rápidamente a contar de que se sentía harta de estar
encerrada viendo como su independencia se iba al caño ¡Oh! ¡Y no olvidemos el
desviar la atención y volver a pensar en qué demonios estaba haciendo con
nosotros, exponiéndonos a todo esto y exponiéndose ella a nosotros! Cagada de
miedo de dejarnos entrar y que ¡Pudiéramos salir heridos por su culpa!
Arrrgg…
No es por desmerecer a mi género pero sin dudas estaba por
demás agradecido de que nosotros solo nos enfoquemos en dos o tres cosas a la
vez y de que seamos más concisos a la hora de actuar y hasta pensar. Yo al
menos me volvería loco si cada día mi cabeza fuera similar a su tarde ¡JO-DER!
¡Ni que fuera vampiro para pensar tanto!
En fiiiin…
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La semana fue lenta y agotadora. Monótona y estresante; pero
por suerte, jodidamente tranquila.
Cada día nos turnábamos para acompañarla tanto a la ida como
a la vuelta de su trabajo además de llamarla intercaladamente varias veces al
día sin un horarios pre establecido ni nada, cosa de que si no contestaba
enseguida nos alarmábamos y llamábamos directamente al teléfono central del
consultorio hasta que Jane nos atendía y nos comunicaba con ella. No tenía ni
idea de que verso le habrá metido Bella a Jane para que no sospechara o se
molestara cada vez que esto sucedía –que por suerte no era mucho-.
La primera vez sin embargo Bella se molestó porque dijo que
simplemente le diéramos tiempo de ir a mear en paz. Lo sentimos, pero lo obviamos.
La verdad es que ambos estábamos un tanto paranoicos mirando
hacia todos lados y observando detenidamente a cada persona que veíamos entrar
o salir del edificio mientras la esperábamos, para luego ir buscando patrones o
detalles cuando encontrábamos algún buen momento para hablar a solas –que generalmente
era cuando Bella subía a ducharse nada más llegar-. Lo dije y lo repito, quizás
estábamos exagerando un poco. Pero solo un poco.
De todas maneras y a pesar de que nos comentábamos todo hasta
el más nimio detalle no encontramos nada digno de mención. Ningún sospechoso o
patrón, ningún detalle repetido o llamativo.
NADA.
O bueno, quizás NADA sería tanto mejor porque sin dudas si
hubiésemos visto algo de seguro estaríamos ligeramente más alterados y aun más
obsesivos que ahora ¿Genial verdad?
En verdad todo esto en apenas ¿qué? ¿Siete, diez días? Nos estaba
comenzando a pasar factura, pero al menos podía decir que hasta el momento
todos y cada uno de nosotros estaba poniendo lo mejor de su parte para para
evitar confrontes entre nosotros.
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Y por fin la semana llegó a su fin… era viernes y estaba
tremendamente agotado. Nooo ¿Qué agotado? ¡Estaba destruido! Mierda. No era
Hércules con su fuerza y resistencia, no era un maldito vampiro para no
necesitar descansar y por supuesto a pesar de esto aun, no era un idiota como
para negarme a algo de ‘aquello’.
Sí, la semana no solo había sido ‘compleja’ –por decirlo suavemente- por culpa de la tensión de estar
expuestos –y, aun así, no encontrar ni la más mínima pista-, sino que además se
debía a que cada jodido enojo, preocupación o frustración del día era
obviamente sacado –y muy bien aplacado- en la noche… en nuestra cama… en la
intimidad de nuestro hogar… y eso –al
finalizar-, terminaba dejándonos a todos prácticamente de coma. Cada día. Cada
noche ¿Entienden ahora?
Así que sí. Sin dudas hubo un aumento espantoso de
consumición de alimentos y líquidos. Las alacenas y heladeras de pronto
necesitaban urgente revisión y reposición, lo cual hasta cierto punto me hacía
sonreír. Obviamente recordaba todos aquellos bocadillos y tentempiés de media
noche o madrugada que hemos tomado. Algunos más como, mmm, complementos de
nuestras pasiones y otros como simples fuentes de alimentación. Bella era sin
dudas una mujer de diversos recursos a la hora de impresionarnos en el aspecto
sexual… No quieran imaginarse las cosas que hemos hecho con los elementos menos
pensados… ugghhh, de solo recordar yo… arrgg… No hemos tenido una puta noche de
sueño corrido desde que ella llegó a nuestra casa.
El sueño. Como he dicho, nosotros no habíamos tenido una
relajada, extensa y profunda noche de sueño casi desde que nos conocimos en
realidad, y mucho menos desde que habíamos comenzado a convivir, desde entonces
éste directamente era casi nulo ¡Y no era que me quejara! ¡Por Dios no! A fin
de cuentas, esta semana y media, casi dos habían sido las mejores sexualmente
activas de mi vida, y me atrevo a apostar uno de mis huevos a que también de
Jake… ¡Joder! Bella nos sorprendió a ambos con lo exigente y a la vez duradera
y resistente que era en las laaaargas sesiones de sexo. En algún momento
recuerdo que hizo que ambos miembros se quedaran viendo estrellitas de colores
por un buen rato, literalmente.
Su enojo, sus dudas, sus frustraciones… de alguna manera
todo ese combo de sensaciones terminaba siendo un completo caos sexual. O eso,
o yo estaba flojo porque me atrevo a decir además que la fiereza que Jake
demostró le estaba casi a la par –pensé ya en algún momento…
Jake… Su semana tampoco fue una de las más fáciles de la
historia, más bien fue de lo más movida y preocupante. Él no comentaba
demasiado pero, tanto Bella como yo podíamos notar lo mal que en verdad lo
estaba pasando por sus bufidos y palabras sueltas que se le escapaban de vez en
cuando.
Al parecer todo indicaba que la tal Jessica le estaba
causando, o más bien le había causado ya, serios inconvenientes; problemas que
justo en este momento él no podía tratar tan enfocadamente como quisiera, pero
a lo que sin dudas se estaba esforzando… y eso le estaba a su vez volviendo un
poco, loco, por decirlo suave.
Así que… aquí, ahora… aquí estábamos. Viernes al fin… por la
noche… Y TODO ESTABA DEL CULO.
Oh sí. Los tres estábamos de pronto discutiendo de forma por
demás acalorada ante la mayor estupidez del momento…
¿Qué vamos a cenar? Y
¿Y quién iba a hacer la cena?
Ajá. Exacto. Acertaron. Como lo oyen… -o leen en este caso-
Todo comenzó por esas dos casi insignificantes preguntas… Que si quiero esto, y
el otro quiere aquello y bla bla bla. No me pregunten como todos terminamos metidos en esta casi batalla
campal.
Mierda ¡Joder!
Parecíamos por demás idiotas peleando por esta reverenda
gilipollez pero sin darnos cuenta habíamos llegado a este punto en el que las
emociones bullían a punto de salirse de sus cauces ¡Y nadie podía aparentemente
controlarse lo suficiente como para detener civilizada y razonablemente la dichosa
situación!
Toda esta situación nos estaba ganando sobradamente. Lenta
pero inexorablemente nos estaba llevando a nuestros al parecer casi nulos
límites de tolerancia. Lo sabía. Ellos lo sabían. Pero no estaba seguro que ya
en este punto fuéramos nosotros quienes controlábamos las idioteces que salían
de nuestras bocas y yo me estaba temiendo que llegásemos rápidamente al punto
en el cual uno comienza a decir cosas de las que se va arrepintiendo siempre
una céntima de segundo después de que va saliendo de su boca.
Un hermoso, breve pero gratamente recibido segundo de
lucidez fue todo lo que necesité para hacer uso controladamente de las palabras
que próximamente saldrían de mis labios. O más el grito…
― ¡Ya paren ambos!
Silencio. Uno. Dos…
― ¡Ni crean que ustedes van a venirme a decir lo que debo o no hacer! Tú ni
me hables, mucho menos me grites… -me dijo Bella mirándome enceguecida para
pasar luego rápidamente la misma mirada hacia Jacob quien ya la comenzaba a
mirar con bronca que yo ya bien conocía. El auge estaba llegando, y tenía que
evitarlo. Pronto―. ¡Y tú ni siquiera me mires así! Ya sabía que esta mierda no
iba a funcionar y ustedes…
― ¡Bella para! Por favor ―dije en apenas un tono más bajo―.
Por favor gatita no digas algo de lo que luego te arrepientas ¿No lo ven?
¿Ninguno se da cuenta? ―suspiré agotado. Mental y físicamente a este punto―.
Por favor chicos, todos estamos más que estresados por todo lo sucedido o
incluso lo no sucedido en estos últimos días, semanas y meses si quieren ¡No tenemos
por qué matarnos entre nosotros! ¡Y menos ahora! Sé que esta semana fue
bastante, por demás frustrante pero, esto ―dije señalándonos―. Esta absurda
pelea sin sentido por una estupidez tan ordinaria, ¡Joder! Todos necesitamos
relajarnos un momento y pensar si esta situación tiene algo de sentido, porque
déjenme decirles que yo no se la encuentro para nada.
Ellos se quedaron mudos ante mis palabras y ambos agacharon
la mirada entre cansados, resignados y bastantes hartos de todo.
Esto estaba mal. Y si seguíamos así… No, no quería ni pensar
en ello.
Piensa, piensa Ed…
―Yo… Lo siento, en verdad lo siento. Lamento haberme puesto
así de necia y cegada por una idiotez así ―dijo Bella con los ojos
llenándoseles de lágrimas apenas contenidas―. Es solo, yo, esto fue estúpido lo
sé pero… lo lamento, lo lamento ―dijo finalmente echándose a llorar.
Dios. Me mataba verla así. Vernos así. Encerrados, con miedo
permanente, frustrados ¡Maldito sea el cabrón que esté detrás de esto! Arrg.
―Shhh, ya gatita, ya. Tranquila. Sé que esto de ahora no fue
verdadero, quiero decir, todos estamos condenadamente hartos y sobrepasados de
esta mierda así que te entiendo.
―Yo ―suspiró Jake―, yo también lo siento, yo, yo no…
Él de pronto se dejó caer pesadamente en una de las sillas
de la cocina que fue donde a fin de cuentas había comenzado la dichosa
discusión y resopló fuertemente mientras recargaba la cabeza en sus manos y los
codos en la mesa.
―Lo lamento en verdad. Discúlpame Bella. Esta no fue mi
mejor día y creo que ya se dieron cuenta por los humores que he traído esta
semana ―bufó―, creo que todo esto simplemente me pudo y solo, exploté. En
verdad lo lamento…
―Basta. Ambos. Solo paren de disculparse, ya está, es
comprensible, todo el mundo entiende al otro así que ya déjenlo ¿ok? Bien ―dije
cuando ambos me miraron y pude sentir que ya tenía toda su atención puesta en
mí―. Mmm… sé que parecerá una locura pero ¿Por qué no nos vamos lo que resta
del fin de semana a la cabaña? Lo sé, es de noche; lo sé, es tarde pero… en
verdad creo que nos vendría bien un inmediato cambio de aires ―dije exponiendo
la idea que de pronto parecía haberse instalado en mi cabeza.
Apenas pensé en la palabra encierro mi mente de manera
automática –y bastante extraña- me mostró detrás de mis ojos una imagen de
nuestra cabaña de Milly Valley, allí donde fuimos aquel fin de semana hace ya
algún tiempo. Y, a cada segundo la idea de escaparnos de las presiones de estos
tiempos por un par de días, cada vez me parecía más genial.
― ¿Cabaña? ―preguntó Bella confundida.
―Oh, lo siento. Sí, cabaña. Tenemos una en Milly Valey
colindante con los bosques de Muir Woods y la costa de allí. Es más bien un gran
y confortante bungalow ―le dije de manera explicativa a Bella ya que ella aun
no estaba enterada de este detalle.
― ¿Crees que sea buena idea Edward? ―preguntó Jacob con voz
quebrada aun sin levantar la mirada de la mesa. Me acerqué a él.
―Jake, amor. Basta Jake. Vámonos, lo necesitas, todos lo
necesitamos. Aire, bosque, mar, dime que no te tienta relajarte y olvidarte de
todo por al menos dos días ―dije en apenas un susurro poniéndome de cuclillas a
su lado para decirle aquello al oído.
Bella se nos acercó.
Ella sin mediar palabra tomó la cabeza de Jacob entre sus
manos y la levantó para mirarlo fijamente antes de colocarle un suave beso en
los labios. Un beso de perdón, un beso de disculpa, pero sobre todo un beso de
compañera. Lo miró unos segundos y luego –ayudada por él- se sentó en su regazo
dejando que él la acunara mientras ella se hundía en el calor de su pecho,
abrazando con sus pequeños brazos su cintura.
―Vámonos Jake. Si no quieres allí n importa, pero vámonos a
algún lado. Vamos a olvidar todo por un rato ¿Sí? Si hubiésemos seguido, si
ahora Ed no nos hubiese parado… ―sabía que iba a decir una verdad pero sin
dudas era una que sabía dolería de igual forma para todos―… sabes que si él no
nos hubiera detenido ambos hubiéramos dicho cosas que por más que perdonáramos
nunca olvidaríamos. No quiero eso. No quiero ser yo el que los dañe ni quiero
que sean ustedes los que me dañen a mí; pero lo haremos si no logramos
relajarnos un poco, y es obvio que aquí no podremos. No pensando a cada momento
que alguien puede llamar o espiarnos. Vámonos, yo quiero ir, donde sea, con
ustedes pero bien. Quiero estar bien con ustedes, por favor ―terminó
susurrando.
Cada una de sus pequeñas y sinceras palabras se me fueron
clavando cada vez más y más en el pecho. Todas y cada una de ellas eran ciertas
y, aunque no quisiera, sabía que tan solo unos segundos más y cualquiera de los
tres hubiera dicho algo de lo que quizás no habría retorno. No porque fuera
algo brusco, sino porque había muchas verdades lacerantes de donde agarrarse
para atacar. Éramos adultos y lo sabíamos. Bien dicen por ahí que más duele una
palabra dicha con saña que un golpe bien acertado. Que gran verdad era esa.
―De acuerdo. Sí, tienen razón. Yo tampoco puedo seguir un
segundo más aquí. No ahora. No hoy. Siento que me ahogo… Vámonos ―dijo él
mirándonos a ambos a los ojos y comenzando a esbozar una pequeña pero sincera
sonrisa.
Luego todo se fue al carajo.
Cada uno implantó una sonrisa en el rostro como s fuéramos
tres críos a los que alguien a dejado ir de campamento o algo así. Joder, de
tanto sonreír ya me comenzarían a doler las mejillas pero, ahora eso no podría
importarme menos. La sonrisa de ellos compensaban cualquier cosa.
Era extraño que notara recién entonces que en esta semana
nadie había sonreído sinceramente, ni a otros ni entre nosotros. Sonrisas
sexys, comprensivas y hasta alguna condescendiente; pero no de esas espontáneas
que haces simplemente ante el recuerdo de algo bonito, de esas que sueltas sin
darte cuenta hasta cuando vas caminando por la calle. No, no hubo de esas.
Dejé de perderme en mis pensamientos y me concentré en ver
nuevamente que era lo que había tirado dentro de mi pequeño bolso.
Bien. Un par de mudas. Calzado cómodo. Accesorios de
higiene… Y nada más.
No pensaba llevarme absolutamente nada de trabajo ni de
otras índoles. Estos casi dos días serían solamente para estar tranquilos entre
nosotros en mutua compañía respirando en paz. Y creo que los demás tuvieron la
misma idea porque cuando bajé con mi bolsito ya listo y cerrado vi que tanto el
portátil de Bella como de Jake estaban aun sobre la mesa central del living
junto a sus respectivas carpetas de fichas y archivos. Me alegré en silencio
por ello.
Jacob para ese entonces ya estaba cargando su bolso y el de
Bella en el maletero de mi coche. Y si se preguntan por qué demonios fui el
último de los tres debo añadir que mientras ellos armaban los suyos yo fui de
una carrera a darme una ducha para quitarme el polvo y sudor del día ya que hoy
había estado supervisando personalmente una gran construcción en plena monta,
así que el polvillo y la arenilla estaban incrustados en mi piel -y era de lo
más molesto cabe añadir.
Finalmente después de apenas cuarenta minutos de terminar la
dichosa pelea los tres nos encontrábamos sentados en el interior del coche
sonriendo mientras las llantas rechinaban al arrancar de golpe y escuchando
como un mantra de fondo, la acertada canción del radio.
I want to break free
I want to break free
I want to break free from your lies
You’re so self satisfied I don’t need you
I’ve got to break free
God knows, God knows I want to break free.
I’ve fallen in love
I’ve fallen in love for the first time
And this time I know it’s for real
I’ve fallen in love, yeah
God knows, God knows I’ve fallen in love.
Un clásico sin dudas. Y una canción genial y más que
propicia para aquel momento. Así que, disfrutando de la aparente liberación que
nos dio el saber que íbamos a internarnos en un lugar alejados de todo por un
breve espacio de tiempo, todos implantamos una vez más la sonrisa en nuestros
rostros y nos dispusimos a ir cantando canción tras canción del especial de los
80’ que estaban pasando en aquel dial. Y en verdad fueron buenos, de esos temas
que uno se sabe casi por inercia; Queen, The Cure, Michael Jackson, los
primeros temas de Madonna o de U2, INXS, entre varios otros, por lo que el
viaje de poco más de dos horas de hizo bastante más ameno y distendido.
Trivial.
Llegamos pasadas las diez de la noche, casi llegando a las
once y –como sabíamos de antemano que esto así sería- paramos en el camino a
comprar unas cuantas variantes de comida china para no tener que hacer
absolutamente nada más que bajar y sentarnos nada más llegar.
Dicho y hecho.
Jacob había conducido la primera mitad del viaje hasta que bajamos
a comprar dicha comida y luego fue mi turno, así que cuando bajamos, buscamos
los bolsos y Bella –a pesar de no conocer el lugar- se las arregló para armar
una rápida y acogedora mesa ni bien entramos. Cansados y verdaderamente
hambrientos devoramos rápidamente todo lo que había en cuanta bolsa trajimos. Bueno,
eso y dos botellas y media d vino tinto que habíamos sacado de la pequeña
bodega que teníamos allí de reserva. No que fuéramos expertos en vinotecas ni
nada, simplemente un gusto de macho como se diría. Qué fuéramos gays no tenía
absolutamente nada que ver –como aún muchos idiotas retrógradas piensan.
En fin ¿En qué estaba? Ah sí…
Ya con el estómago lleno y con los músculos distendidos le
mostramos a Bella cada rincón de la casa pero, el cansancio de repente había
desaparecido de nuestro sistema así que cuando Bella se asomó un segundo a la
ventana y se quedó mirando embobada la gran luna llena reflejada en el agua
nosotros sencillamente nos quedamos embobados mirándola a ella ¿Resultado?
Todos salimos a dar un pequeño paseo por la orilla de la
corta playa. Caminando en silencio entre la oscuridad de la noche, el susurro
del viento hablando con los viejos y sabios árboles y con los halos de luz
plateada iluminando como único faro nuestros senderos. Había paz.
Ninguno sintió la necesidad de rellenar o tapar el silencio
con una charla insustancial. Cada uno se metió en su mundo y respetó el de los
otros. Fue, acogedor, revitalizante, como si aquel simple acto de caminar
despejara no solo las dudas de nuestras mentes, sino también algunas recónditas
de nuestras almas.
Caminamos por varios minutos codo con codo, sin ningún
contacto físico mayor a ese ya que por momentos se adelantaba uno y luego se
retrasaba otro, todo dispar, natural. Hasta que ya cierto tiempo después Bella
se quedó parada de frente a las olas, de frente al mar que por apenas un poco
no llegaba a rozar sus pies. Con los cabellos al viento y la figura recortada
oscura con tan solo un muy leve perfilado suave de blanca luminosidad, era
hermosa. Tan sencilla por fuera y compleja por dentro, tan bella en todos los
sentidos.
Nosotros, como imanes a su persona, sentimos inmediatamente
cuando se detuvo. Nos detuvimos también, observándola, deleitándonos con la
vista pacífica de ella con el complemento de la naturaleza a su libertad de
fondo. Envidiando a la luna que la acariciaba cual amante con sus tenues rayos
de fría y suave luz. Envidiando al viento que mecía sus cabellos y enmarcaba su
cuerpo. Y amándola a ella por regalarnos aquel espectáculo a la vista y a los
sentidos.
Así estuvimos un rato. Ella allí, respirando su libertad
retomada y nosotros abrazados detrás de ella. Yo por mi parte, preguntándome si
alguna vez seríamos capaces de atar a alguien como ella a nosotros. Aquel espíritu
tan independiente y salvaje como la naturaleza misma.
No importaba en realidad –me dije apenas un segundo después
de pensarlo-. No importaba atarla, no, porque lo mejor no sería atarla a
nosotros sino el hecho de que ella nos amarre a ella y allí nos mantenga.
Fue un momento distendido en el tiempo. Un paréntesis en el
tiempo-espacio ordinario.
Un hermoso regalo de individualidad compartida.
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Ya era de madrugada cuando hubimos regresado pero,
revitalizados como estábamos, tuvimos una larga sesión de besos y encuentros
sensuales entre cuerpos por varias, varias horas. Nada de desenfreno y fiereza.
No. Esta vez todo fue lento, sensual, un disfrute pleno de sensaciones. Nos
dimos tiempo para observarnos entre nosotros al momento del clímax y nos ayudamos
unos a otros a alcanzar el máximo punto de nuestras nirvanas. Varias veces, de
varias formas. Hasta que el agotamiento de nuestros cuerpos fue demasiado mayor
como para ya resistirnos y terminamos sucumbiendo al sueño. Un sueño que por
primera vez en días no tenía horarios ni presiones aguardando al tocar a su
fin. Fue un sueño tranquilo y muy, muy necesitado por parte de todos.
No podrías haber encontrado mejor manera de describir una realidad cotidiana cómo lo has hecho aquí. Ellos, al menos, tienen una válvula de escape, ese rincón dónde poder desaparecer para poder ser lo que son, seres humanos complejos e imperfectos, que ya es una suerte.
ResponderEliminarMe has dado mucho que pensar en este capi, me pregunto si la fusión entre tres almas puede funcionar y creo que, en este caso, lo hace.
Una joya de capi guapísima, un placer para el alma y para esos ojos que te leen con devoción.
Besitos
Hola me encanto que edward parara la pelea a tiempo y mas que tuviera la idea de alejarse de ese maniatico que espero que lo agarren pronto es logico que con tanto estress terminaran en pelea lo bueno es que con este fin de semana alejados de todo pueden disfrutar de su relacion y agarrar fuerzas para seguir adelante en espera del siguiente capi
ResponderEliminarsaludos y abrazos desde México