Dominantes Domados
1º Parte
DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.
Este fic contendrá mennage HETERO -BI- Y HOMOSEXUAL. Lemmons gráficos y lenguaje adulto.
.
La sexóloga ya tiene grupo en face así que los esperamos por allí ;)
.
EPOV
El ver aquella sonrisa ladina y completamente sexual en su
rostro fue definitivamente algo jodidamente perverso.
No era la típica sonrisa de mujer consciente de su
sensualidad. Nooooo, ésta era del tipo del que te hace sentir que todo va a
colapsar y que te hace estremecer de anticipación a lo que te hará.
Finalmente luego de aquel eterno momento ella dio dos pasos
atrás y se sentó con total parsimonia en el sillón que había previamente
preparado. Se veía como la jodida reina del reino así, tan dolorosamente
seductora enfundada en aquella tentadora y pequeñísima bata indecente de
textura suave y sinuosa que llevaba apenas anudada en la cintura baja con un
nudo tentadoramente flojo.
Quería arrancar ese cinto a la mierda y atarle sus preciosas
manos con él.
Quería arrancar la bata y deleitarme viéndola en su gloriosa
desnudez.
Pero, por sobre todo, quería apretar su hinchado coño entre
mis dedos hasta volverla loca y luego arremeter en su centro con mi muy duro
miembro hasta que la sintiese despedazarse en torno a él.
Sin embargo no hice nada de eso.
En cambio me limité a mirarla enarcando una ceja mientras
ella jugueteaba con el extremo más largo de su cinto.
―Lo diré todo de una vez ¿Ok? ―dijo antes de cerrar los ojos
un momento y aspirar hondamente hasta llenar por completo su pecho.
¿Está demás decir a dónde se dirigió mi mirada?
―… Quizás les parezca tonto, ridículo o lo que sea pero, en
verdad, en verdad quiero agradecerles por todo… así que, por eso, por eso es
que quiero se hagan el amor frente a mí. Quiero que se amen tanto o más que
antes de mi llegada a sus vidas. Quiero verlos. Quiero sentirlos. Quiero ver
como se profesan ese amor que siento emanar de ustedes ―hizo una breve pausa al
tiempo que volvía a cerrar los ojos―, ese amor que algún día quiero sentir en
mí… Por favor… ―susurró al final bajando la cabeza sin abrir los ojos.
Y… juro que me quedé de piedra.
Sea ¡Ella era una
jodida adicta al sexo por todo lo santo! El hecho de ofrecer… de tan solo
sugerir y pretender que sus dos ‘amantes’ -fruncí el ceño. No e gustaba para
nada esa definición de nosotros para con ella-… sugerir que nosotros hagamos el
amor frente a ella, y que ella ¡Joder! Ella usaría todo su malito autocontrol
para no unírsenos cuando en verdad lo único que queríamos todos era follar
juntos ¡Menudo lío!... bueno, tenía que reconocer que por un lado parecía una
reverenda idiotez pero, por otro, creo que en verdad lograba entender su punto y,
aunque me costase reconocerlo, también era cierto que quería algo a solas con
Jake y no me molestaba para nada el que ella mirara. Hacerla partícipe de
nuestra unión, aunque fuera de forma indirecta.
Miré de lado a Jake para ver que era lo que él pensaba y me
asombré al verlo mirándome. Un brillo particularmente cálido irradiaba de sus
ojos.
―Sé que se necesitan entre sí. Se aman y lo entiendo, por
eso me haría muy feliz verlos demostrarse ese amor entre sí… Necesito ver como
vibran de placer entre ustedes y por ustedes.
Su voz era un arrullo envolvente. Suave y comprensivo.
Sugerente y anhelante.
Vi un segundo de duda en Jake y, antes de pensar siquiera en
lo que hacía, ya me encontraba tomándolo por la parte de atrás de su cuello,
atrayéndolo hacia mí hasta lograr sentir su tibio aliento dentro de mi boca.
El beso lo dijo todo.
Lo haríamos… y no por ella, o al menos no SOLO por ella,
sino porque en parte lo que dijo era cierto. Nosotros nos necesitábamos.
Necesitábamos sentirnos, amarnos, rencontrarnos con nuestros cuerpos otra vez.
Y allí, justo en ese momento, me di cuenta de algo que hasta
entonces ni siquiera había pensado… Nosotros también necesitábamos tiempo
individual con ella.
Vaya…
Sin embargo no podía pensar en ello, no ahora por lo menos.
No cuando sentía la tibia y húmeda lengua de mi Jake rozando mis dientes. No
cuando podía sentir su creciente excitación acariciando con un suave vaivén la
mía propia. No, pensaría en ello claro… pero luego. Y lo hablaría con Jake.
Pude sentir el borde de la cama tocando la parte de atrás de
mis rodillas.
Bien.
Con extrema lentitud llevé mis manos a sus caderas mientras
que las de él se movían presurosas por mis brazos. Y entonces todo voló.
Ya no había nada más en él ante mí. Nada más que su piel
contra la mía, que su aliento sobre mí o sus latidos contra los míos.
Lo amaba, a eso se resumía todo.
En un pequeño resquicio de mi mente era vagamente consciente
de que ella aun nos miraba. Un pequeño lugar… pero, si he de ser completamente
sincero, debo decir que en verdad en estos momentos ella no era mi enfoque
principal.
Yo necesitaba de él y él de mí, así que no podía tener
ninguna otra cosa en mi mente.
―Te amo ―susurré urgido contra sus labios mientras deshacía
el nudo de su toalla. Dejándola caer libremente para, enseguida, elevar mis dos
manos para tomar su rostro entre ellas y así poder besarlo aun con más ansias.
Sus manos se deslizaron con tortuosa delicadeza por mis hombros hacia mi pecho, de mi pecho a mis
costillas, de allí a mis caderas…
Un suave pero firme jalón fue lo que hizo que me estremeciera
cuando una leve brisa -efectuada por el movimiento-, impactó sobre mi miembro
ya duro y pulsante. Caliente.
Nunca hubo un papel ‘definido’ en nuestra relación -no como
en otras parejas homosexuales al menos-, por lo que simplemente nosotros nos
limitábamos a dejarnos llevar a como se diera en el momento. Hoy no sabía bien
a qué nos llevaría aquello exactamente… pero sin lugar a dudas lo tomaría de
cualquier manera más que encantado.
―Te amo también Ed ―susurró apenas con un pequeño suspiro de
voz contra mi comisura mientras sus
manos se enganchaban en la tela rasposa y la llevaban hacia abajo.
Desnudos. Ambos estábamos completamente desnudos ahora.
Nuestras pieles quemaban contra el otro. Nuestros corazones
latían desbocados como un eco, tan fuerte que parecía una orquesta, o mejor aun
una sinfonía de elementos.
Y el ardor, el ansia, la necesidad física y pura me invadió.
Su cuerpo me aferró contra él. Mi erección pulsando contra
la suya y descansado rozando contra ella. Sus manos recorriendo mi espalda,
presionando puntos que sabía me harían gemir de placer -tal y como estaba
haciendo ahora-. Gemidos que eran atrapados y devorados por su boca, por su
lengua.
Estaba llegando al punto de la desesperación por la
necesidad de sentirlo. Contra mí, dentro, sobre, debajo, de lado y alrededor de
mí. No me importaba como. Y m desesperación
creció cuando sentí l a cálida palma de su mano apretando delicadamente mi muy
jodidamente dura polla.
MIEEERDAAA -siseé-. Gruñí. Fue todo lo que pude hacer antes
de reunir voluntad de NO SÉ DÓNDE y pagarle con la misma moneda. Cosa que
respondió gratamente con un grito ahogado.
Finalmente sentí una leve presión que me hizo terminar de
retroceder y comenzar así a dejarme caer sobre la cama; seguido inmediatamente
por él, quien se montó rápidamente sobre mí, inundándome con su avasallante
calor.
Las manos grandes y morenas comenzaron a arrastrarse
ansiosas por mi cuerpo. Rasguñando con sus cortas uñas. Raspando con su
rugosidad. Apretando mi carne entre sus dedos hasta dejarla caliente y ardida.
Lo sentía en todo el cuerpo.
Y lo necesitaba en todo él de igual manera.
Sus pies se movían frenéticamente contra los míos. Sus
muslos enredados con mis músculos haciendo una exquisita fricción entre
nuestros sexos. Nuestros miembros, duros, llenos y palpitantes se frotaban
ansiosos como sables de lucha. Prestos para la batalla, encarnizados en buscar
la gloria de nuestra mutua complacencia. Nuestros pechos y estómagos se unían
de principio a fin, haciendo que nuestros vellos acariciaran el pecho del otro,
haciendo que nuestros erráticos latidos cabalgaran a galope hacia el otro,
logrando que estos parecieran ensordecedores, atronadores.
Nuestras bocas unidas, espectadoras y alentadoras de la
guerra garrafal que se mantenía entre nuestras lenguas.
Ya ni siquiera estaba seguro de donde estaban sus manos. Las
sentía por toda mi piel. Las sentía acariciando, apretando, atrapando.
―Por Dios, se ven tan bien. Se ven tan jodidamente calientes
―dijo Bella.
Su voz de pronto me recordó que ella aun nos miraba. Que
esto no era más que una ‘función’ para ella y que nosotros, nosotros debíamos
mostrarle cuanto nos amábamos.
―Ed ―me llamó con suavidad al mismo tiempo que yo gemí
fuertemente al escucharla mientras que Jacob succionaba con fuerza mi lengua.
Algo demasiado caliente y sensual que solo me recordaba como se sentía su boca
en mi polla―. Edward ¿Quieres que Jake te tome? ―preguntó con evidente voz de
sexo. Voz seductora, profunda, ronca… grave, sexy.
Volví a gemir y asentí con lentitud, intentando por todos
los medios no desconcentrarme de ninguna sensación en mí.
― ¿Aceptarías cualquier cosa ahora verdad Ed? ―me preguntó
Jake contra mis labios para luego sacar su lengua y lamer mis labios.
Provocándome.
Mierda.
Cuando Jake se proponía volverme loco de deseo en verdad lo
conseguía. Me mantendría en el filo constante por cuanto quisiera para después
hacerse caer de manera vertiginosa y abrupta. Lo amaba. Me encantaba cuando era
así porque sabía que luego era mi turno de torturarlo de placer. De exprimirlo.
― ¿Jake?
― ¿Sí muñeca? ―le contestó mirándome.
―Chúpasela.
Y en ese momento todo se resumió a tres jodidas cosas.
Isabella mirándonos con gula para nada disimulada. Jacob con el más completo y
negro oscuro en sus ojos -señal inequívoca del deseo puro y caliente que se
cargaba-… y yo, yo conteniendo la respiración, el aliento, todo… completamente
expectante.
―Leeento. Quiero que lo tortures y excites sin límites hasta
llegar allí. Luego, una vez que tengas su gran verga en tu boca, quiero que se
la chupes despacio… Muy despacio. Saboréalo. Cómetelo, con ganas ―susurró
mirándonos con atención, creo que midiendo nuestra reacción para ver si
habíamos entendido claramente que eso era lo que ella quería ver.
En verdad esto estaba comenzando a gustarme y a asustarme en
partes iguales -pensé para mí-. Estos dos me van a volver mantequilla con un
mínimo de esmero…
Jacob puso entonces esa maldita sonrisa de lado que se le
había pegado de mí, y que me anunciaba como nada más que esto sería una
completa tortura para mí. No perdió el tiempo. Como una luz volvió a descender
su cabeza sobre la mía, tomando así posesión de mi boca una vez más en un beso
que ni siquiera me dejaba respirar pero que a la vez me hacía olvidar porqué
tan siquiera querría hacer eso… siii, así de ido me estaba dejando…
En algún momento que no sabría precisar, su lengua
castigadora dejó de frotarse y enrollarse con la mía para comenzar a delinear
mis labios, mis encías, mis dientes. Tentando con adentrarse una vez más y sin
llegar a hacerlo realmente. Pasando cerca y retirándose en una ida y vuelta que
me estaba enloqueciendo.
¡Quería morderlo! Arrg…
Simplemente sus roces terminaban siendo peores que un
apretón duro porque, tentaba y no daba lo necesario, no cuanto quería… Mierda,
mierda, mierda.
Su lengua comenzó a moverse y a desviarse hacia mi mentón al
mismo tiempo que sus dos manos apresaban de forma contundente mis muñecas sobre
las sábanas a los lados de mi cintura ¡Puta madre!... bajó y bajó… y bajó hasta
lamer insistente justo donde aquella vena marcada y protuberante palpitaba de
manera desquiciada. Él sabía cuanto me ponía cuando hacía ello. Todo lo
relacionado con mi cuello me mandaba al carajo la racionalidad escasa que de
por sí tenía a la hora del sexo. Al parecer él quería que solo me dejara ir…
Bien, bien, bien, no es que tuviese problemas con ello pero, si la idea era
‘obedecer’ a Bella sería mejor no hacerlo porque entonces me iba a valer mierda
lo que ella quisiera y simplemente le daría la vuelta al mastodonte que tenía
encima y me enterraría en él hasta que lo hubiese visto pasar por todos los
colores ¡O sea que no me jodan! Mmm… o sí, pero no así -vaya idiota estás hecho
Cullen, me dije pensando en lo estúpido que había sonado aquello.
Su boca seguía presionando por mi vena par luego terminar
por irse a morder fuerte y duro ese lugar que nos marcaba tan fácilmente como
hombres. Mi nuez de Adán. Y de nuevo, no solo la lamió y mordió, él la chupó
fuerte una y otra y otra vez, insistente hasta el hartazgo mientras que yo comenzaba
a removerme inquieto debajo de él cuando el dolor comenzaba a ser un poco más
marcado que al principio y al ver que no tenía planeado retirarse pronto. Sabía
lo que hacía ¡El muy hijo de puta me estaba marcando! Arrg, ya iba a ver cuando
me soltara. Pedazo cabrón de mierda. Sabía que no me gustaba eso de estar
marcado como el ganado porque luego en la oficina las malditas molestas de
siempre me atosigaban todo el tiempo intentando enterarse de quien carajos
había sido LA afortunada y yo huyéndoles como la peste porque ¡Vamos! Una mujer
curiosa y decidida era la puta octava plaga de Egipto.
¡Menudo idiota Jake!
―Puta madre, Jake ¡Para! ¡Ya, con un demonio Jacob! Arrgg,
ya verás perro sarnoso... Ughh ¡YA! ―le grité al final cuando ya el dolor era
demasiado y sabía que mi cuello para mañana sería un tremendo arco iris de
morados y púrpuras, si no es que negros…
― ¡Silencio! ―respondió él gruñendo. No lo niego, me
sorprendí. Lo miré―. No me mires así Edward. Quiero tenerte. Y quiero hacerlo
como YO quiera, así que no te me pongas difícil porque entonces me veré
obligado a esposarte como aquella vez ¿Estamos? ―me dijo mirándome fijamente.
MIERDA. Las esposas… me había medio olvidado de ellas, hacía bastante que no
las usábamos y, no lo niego, me calenté de tan solo recordar aquello e
imaginármelo haciendo todo eso de nuevo.
No es como si nos fuera todo eso del BDSM o así pero, de vez
en cuando nos había gustado innovar y añadir cosas como juguetes entre nosotros
para no caer en la rutina y todo eso. Las esposas fueron resultado de una
metida de pata mía cuando, por completo idiota, le había dicho a Jake que había
un tío nuevo en una construcción que estaba muy bueno -hice una mueca-. Él no
se vengó de inmediato, noooo, el muy perro planeó eso por días para así,
finalmente, agarrarme desprevenido ese mismo viernes y esposarme a la cama por
un día entero donde ciertamente no me la había pasado durmiendo.
Moraleja; nunca más comentar algo tan estúpido como aquello
en presencia de mi hombre de las cavernas.
¡Y ahora él me salía con usarlas de nuevo sin un verdadero
motivo!
― ¿Acaso escuché… esposas? ―preguntó Bella de pronto parada
a nuestro lado con una mirada brillante y maliciosa. Jake asintió― ¿Dónde
están? ―preguntó de nuevo.
Jacob ni siquiera pretendió negarse o excusarse. Noo, el muy
hijo de puta solo sonrió y dijo;
―Último cajón, gaveta izquierda de la cómoda. Trae lo que te
guste ―agregó al final antes de guiñarle un ojo.
¿Quedo como marica si digo que de pronto quise llorar? ¡Pues
e vale mierda! ¡Lo quise! ¡Estos dos me iban a hacer sufrir!
Mi polla estaba tan condenadamente dura que sentía que
lloraba (*). Ya lo había hecho una
vez y, joder, fue absolutamente traumático el hacer aquello que el cuerpo tanto
te pedía de una manera tan odiosamente lenta.
Bella se retiró a gran velocidad donde se le había indicado
y se hincó sobre sus rodillas para ver mejor su contenido, soltando un ligero
gritito de júbilo absoluto cuando por fin abrió el dichoso cajón. No pude ver
todo con claridad puesto que Jake seguía presionándome contra el colchón y la
cómoda estaba a su espalda, justo detrás del sillón para ser más exactos.
―Ohhhh… Sí ―gritó ¿Feliz?―… Chicos traviesos ―comentó antes
de reír de manera casi infantil.
Escuché varios sonidos de cosas removerse y, juro que tragué
grueso de tan solo imaginar con que ideas vendría. El ‘click’ del cajón al cerrarse y sus pasos cada vez más cercanos me
hizo notar que en la espera, había cerrado los ojos y que mi garganta emitía
pequeños gemidos mientras sentía como la lengua de Jake pasaba lentamente
contra ese punto ahora doloroso de mi cuello. Calmándolo.
―Señores ―anunció ella a nuestro lado.
Mierda. JODIDA SANTA MIERDA…
Inmediatamente mis ojos se desviaron hacia sus manos, donde
para mi ¿molestia? Bien, no sé si en verdad era eso pero, en fin… en ellas
tenías aquellas malditas esposas forradas en piel negra que me habían
restringido la última vez.
Sí, Jake es un maldito pervertido pero cuidadoso. Como sabía
que me iba a tener con ellas bastante rato, buscó unas con las que con la
fricción y el roce por los obvios tironeos no me terminaran raspando o dañando
la piel. Sobra decir que funcionó.
―Muy bien… Creo que hoy todos jugaremos un poco ―dijo ella
poniendo una sonrisita algo sádica en su rostro perfecto―. Yo estaré allí,
mirando y jugando un poco conmigo para que no termine cagando el momento al
tirarme sobre ustedes y violarlos como quiero, mientras que TÚ Jake ―dijo
mirándolo entusiasta―, tendrás a nuestro Ed convenientemente esposado para
hacer con él lo que quieras.
― ¡Oh sí! ―susurró Jacob de lo más sonriente.
―… Y luego cambiarán papeles.
―Oh sí ―gemí yo.
En verdad pienso que esto podría gustarme teniendo en cuenta
que tendría mi momento para tomar revancha. A fin de cuentas yo sería el
segundo y estaríamos ya de lo más estimulados por lo que su ‘tortura’ será
bastante peor que la mía. Mucho peor.
―Mmm… como todo juego tiene que haber reglas ―comentó ella
así, como de pasada, pensativa. Hablándonos como si fuéramos unos simples críos
o algo―. Bien. Primero que nada deberán de obedecer todo lo que el otro y yo
pidamos y, segundo… en el caso de que consideren que ya no quieren seguir o, no
sé que sientan que ya no lo soportan o algo tendrán como en todo juego de
control una palabra de seguridad ¿entienden el por qué? ―ambos asentimos. Ambos
lo sabíamos perfectamente, ya habíamos jugado una vez un poco rudo y habíamos
tenido una de reserva― Perfecto… esta vez será… mmm… MIEL. Pero eso sí, en
cuanto digan esa palabra el otro y yo misma le haremos llegar rápido y duro. No
sería justo quedarse atormentado y además empalado ¿Verdad?
¡Joder no! -grité
para mí-. No sabía muy como tomar el hecho de que ella estuviera así, tan clara
con el tema… pero no tardé nada en recordar que ella era una jodida sexóloga y
que evidentemente todos los aspectos y caras del sexo no conllevaban ningún
misterio para ella.
Ambos asentimos conformes y ella solo sonrió sensualmente
como solo ella hacía.
En un segundo, mis manos estuvieron atadas por sobre mi
cabeza. Extendidas pero aun así móviles. Mmm… digamos que no tan incómodas como
podrían estarlo.
Mi gatita se alejó bamboleando su dulce culito de un lado al
otro para ir a sentarse en aquel lejano trono a nuestros pies, mientras que
Jake volvía a tomar mi boca para besarme con desespero.
Ahora que sus manos ya no debían de preocuparse por las
mías, simplemente vagaban con libertad desmedida por mi cuerpo. Amasando mis
pectorales y ensañándose con saña en mis muy sensibles tetillas… apretando mis
bíceps y, culebreando por sobre mi cuerpo.
Mi polla dolía al tocarlo hasta con el más leve roce.
La sensación que invadía mi cuerpo al no ser capaz de
moverme, de tocarlo o siquiera rozarlo como quería era desesperante pero, en un
momento -no sé exactamente cuando-, me rendí. Tan solo me dejé ir guiándome
únicamente por lo sensorial. Mis sentidos -todos- se estaban dando un banquete
con tanto estímulo.
Sentí su lengua lamer mi cuello, mis clavículas, yendo lenta
y tortuosamente hacia mis hombros. Bajando por mi pecho hasta detenerse a
mordisquear mis pezones tanto como pudiera. Succionando.
Él bajó poco a poco por el centro de mi torso, enroscando su
lengua por entre los cada vez más incipientes vellos de mi abdomen.
Descendiendo. Perdiéndose entre los confines del monte que bordeaba el centro
de mi sexo. Sexo que se encontraba erguido cual bandera flameante. Henchida.
Palpitante. Deseosa de la atención que estaba presta a recibir.
Y fue entonces cuando el primer toque vino.
Cuando la gloriosa exquisita tortura comenzó.
Una lamida.
Una chupada.
Una succión hasta el punto de sentir el interior de sus
mejillas chocar contra mi tallo.
Mi glande aun llorando la presión de mi semen apenas
contenido.
Gemí alto.
No podía mantener en silencio el placer que recibía.
―Sécalo Jake. Sécalo. Pero hazlo desear. Hazlo suplicar por
llegar.
―Lo sé ―contestó él soltando un apenas mi polla de su boca―.
Deberías sentirlo muñeca. Está llorando contra mi lengua. Hoy está más dulce,
tan dulce ―dijo antes de soplar su cálido aliento contra mi húmeda punta,
haciendo que se sintiera frío… y que yo temblara en respuesta.
―Arrgg… Son hermosos. Se ven tan hermosos juntos… Por Dios…
Uggh… ―se escuchó.
― ¿Te estás tocando muñeca? ―le preguntó él un segundo antes
de bajar la cabeza y engullirme por completo mientras hacía esa maldita mierda
en su boca de tragar saliva con mi polla dentro que lograba hacerme volver loco
porque toda su jodida boca se comprimía. Mierda.
―Sí, oh sí Jake… me caliento de solo verlos. No sabes cuan…
cuan mojada, estoy, uughh… cuan mojada estoy por ustedes. Tócalo. Tócalo más
nene. Oh, amasa su bolsa, acaricia… lo… arrg…
―Mmm… ―se escuchó ‘murmurar’
a Jake mientras además de tragarse hasta la tráquea mi puto pene, llevaba una
de sus manos para, primero masajear mi escroto y jugar con mis pelotas como si
fueran unas malditas canicas, luego apretar ese punto tan rico y sensible que
tenía en mi perineo y que él conocía ya tan bien… y por último, comenzar a
presionar la zona alrededor del agujero de mi ano. Tentando.
¡Puta mierda! ¡Me sentía como gelatina! No podía parar de
gemir. De gruñir. De jadear, maldecir; y el muy infeliz me mantenía en vilo.
Parando a medias o, incluso del todo, cuando me veía muy cerca y, acelerando
hasta enloquecerme cuando lograba más o menos encontrar y lograr un control
sobre mi cuerpo y mis deseos. En verdad no sé cuanto tiempo pasé así,
retorciéndome sobre mí mismo como un puto gusano pero, mi cuerpo sentía que
había sido jodidamente mucho. Demasiado.
―Arrg… ¡Puta madre Jake! ¡YA! ¡Déjame acabar ya! Joder,
joder, joder. Arg ¡Por favor! Puta mierda ¡Por favor! ― comencé a gritar como
poseso, desesperado por, finalmente, obtener una liberación que se me venía
negando por hacía ya bastante.
No me importaba una mierda de nada. Prácticamente ya ni
sabía donde me encontraba. Mi desesperación era tal que ya no sabía ni lo que
decía. El deseo y la necesidad me cegaban como nunca. La lujuria que emanaba de
nuestros cuerpos parecía ser casi tangible en el aire que respirábamos,
intoxicándonos aún más -si cabe.
― ¿Quieres acabar Ed? ¿Quieres que te la chupe hasta que mi
boca rebalse? ¿Eh? ¿Quieres eso? ¿O quieres que me meta en tu hermoso culito
blanco mientras te froto la polla y te vienes sobre mí? ¿Qué quieres Ed?
―preguntó finalmente para, luego de lograr ponerme aun más duro con aquellas
palabras tan soeces y vulgares.
―Vete a la mierda Jacob ―le grité frustrado, removiéndome
para buscar al menos un poco de fricción contra mí mismo―… Joder, hazme lo que
quieras pero ¡Hazme acabar! ―terminé por quejarme como niño al que le han
quitado el dulce.
―Mmm… De… De acuerdo… Eddie ―dijo él usando aquel diminutivo
que tanto odiaba pero en aquellos momentos casi ni registraba.
―Oh sí Jake, entiérrate profundo. Hazlo duro, muy muy duro…
¡JODER!
―No sabes las ganas que tengo de enterrarme en ambos. Como
quisiera poder tener sus dos culitos uno sobre otro para deleitarme con ambos…
pero ya lo haré… luego ¿Ah que sí muñeca?
―Ugghh… eres un… ―jadeó Bella.
Estirando un poco mi cuello pude ver como ella se pellizcaba
el clítoris con una mano mientras que con la otra enterraba tres de sus dedos
hasta la mismísima palma con una velocidad que daba vértigo de solo verla.
Ya no pude ver más. Todo, simplemente todo era demasiado. Mi
cabeza cayó dando vueltas nuevamente en el colchón. Mi respiración era
completamente errática ya.
Con asombrosa velocidad él se arrodilló sobre el colchón por
entre mis piernas, tomándome por detrás de las rodillas para ayudar a acercar
su cadera a la mía hasta que mi trasero quedó a tan solo unas pulgadas de su
duro y muy erecto falo.
Por la pose, mi torso había quedado erguido por mis caderas,
con mis brazos en alto aun sujetos con las dichosas esposas, completamente a su
disposición… Parecía un sumiso en toda regla, si no fuera porque me la pasaba
largando puteadas contra mi ‘DOM’ -pensé divertido.
―Hermoso… Eres un hijo de puta jodidamente hermoso ―me dijo
él antes de bajar la cabeza y darle una nueva lamida a mi muy húmedo glande
para luego tomar mis caderas firmemente entre sus manos y alzarme, e
inmediatamente descenderme lentamente sobre él.
Su polla estaba obviamente lubricada pero, así y todo, no
tanto como cuando usábamos los lubricantes. Se sentía algo tirante la intrusión
debido a que la propia humedad se había perdido a mitad del miembro -como era
de esperar ¡Rayos!-. Sin embargo estaba seguro de poder tomarlo, no era como si
esto no hubiera pasado antes. Y él lo sabía, esa era su ventaja al yo
encontrarme en tal grado de calentura.
Perversamente lento, su glande fue abriéndose camino.
Traspasando uno a uno los anillos de tensos músculos que conformaban mi entrada
y, pasando abruptamente cuando el final de éste entró. Se sentía tan grande,
tan hinchado.
Me sentía lleno.
Tras un gemido bastante sonoro por mi parte él comenzó a
empujar insistente hasta el fondo. Hasta el punto en el que llegué a sentir
como su vello púbico se aplastaba contra mí y como sus bolas acariciaban mis
nalgas. Lo sentí hasta lo más hondo de mí, extendiendo mi carne, abriendo mi
piel y mi interior para él. Para su placer y el mío propio.
De pronto sus movimientos fueron cobrando fuerza y
velocidad, los impactos eran potentes, abrasadores, enloquecedores…
―Owww ―me quejé tras una embestida que en verdad me jodió.
―No-te-que-jes ―dijo entre embestida y embestida―. Tómame.
Tómame todo. Tómame Ed… ―dijo llevando por fin una de sus manos a mi polla que
ya suplicaba por atención. La otra mano voló a mis testículos para apretarlos y
amasarlos una vez más entre sí justo al momento en que su mano y polla paraban.
Un ritmo perfecto.
Mi puta perdición.
Sin embargo esto me dejaba el trabajo de mover mis propias
caderas a voluntad ya que él no podía sostenerme ahora, así que… decidido a
darle un poco de lo suyo, planté las plantas de los pies firmes sobre el
colchón y comencé a elevar mis caderas para enseguida dejarme caer sobre él.
Pronto cogí un buen ritmo que lograba acompañar los
movimientos de sus manos y que me estaba volviendo jodidamente loco. Demasiado
al borde. Demasiado…
―Ohhh… Joder, joder, joder ―dije a gritos removiéndome como
si me dieran electro shocks, en cuanto empecé a sentir mi polla pulsar ya a
punto de descargar mi simiente. Liberándome…
Varios chorros de caliente semen salieron disparados por su
mano y a diferentes lugares de su torso y el mío, al mismo tiempo que los
espasmos que azotaban mi cuerpo hacían que los músculos de mi trasero se
contrajeran, apresándolo con fuerza. Casi al punto de no dejarloya mover en mí
y, causando en respuesta que él gritara a su vez al cavar en mí en apenas dos tensas estocadas más.
Me sentía malditamente agotado y realmente bien cogido hasta
la madre.
Era como inflar un globo hasta un milímetro antes de que
explote y de pronto soltarlo para que vuele libre dejando escapar el aire hasta
entonces comprimido. Exactamente así me sentía ahora.
Vacío.
Agotado.
¡Puta madre, me sentía exhausto!
Jake finalmente se salió de mí y se dejó caer hacia atrás.
Un momento para disfrutarlo.
Un momento para descansar.
… Un momento para respirar.
… Y ahora era mi maldito turno…
Espero disfruten!!! Lamento no responder nada pero ando que vuelo =/... espero les guste
Besos y cuídense.
Guada*
¿¿¿ COMENTARIOS ???
OMG demasiado caliente este capitulo,me encantooooo...Gracias bebe...
ResponderEliminarHola pobre Edward mira que torturarlo de esa manera jajaja pero espero que les de su merecido que se acuerden que él que se lleva se aguanta en espera del siguiente capitulo
ResponderEliminarsaludos y abrazos desde México
ya no la escribiras??? llevas tiempo sin publicar perdona crei que habia comentado antes pero se ve que noooo u.u extraño a estos sexopatas
ResponderEliminarbueno lo lei todo y espere hasta el final para dar mi comentario pero estuvo increible aprendi muchas cosas y soy lesviana pero me exito mucha saber como se puede satifacer a una mujer, bueno que dejaste de escribir la historia ya bastante tiempo pero espero que en algun momento la vuelvas a retomar y a deleitarnos con mas palabras de placer un gusto me encanto
ResponderEliminar