7 de junio de 2012
DESCUBRIÉNDONOS... EPÍLOGO
DISCLAIMER
Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.
***
*DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría*
Bueno, lo cierto es que podría haberla seguido un poco más la historia y todo eso pero, seré sincera, creo que ya era tiempo de terminarla. La historia en sí se trataba de descubrirse entre ellos sexual y emocionalmente... Bueno, creo que al menos eso quedó resuelto... NO ME MATEN!!! La historia fue de lo más tierna y creo que este es fin ideal... quizás la re-edite más adelante (en realidad ya había empezado en los primeros caps) pero nada más.
Confieso además que hice este epílogo tan extenso para que pudieran ver todo lo que en algún momento pensé como secuela. NO LA HARÉ (obviamente), pero en él resumo todo y ¿¿la verdad?? Me encantó como quedó =P... Ahora sí, les dejo con la lectura y en verdad espero me disculpen con las demoras que tuve más que nada en los últimos caps... BESOTES A TOD@S Y A LEER!!!
***
Qué hermoso era soñar con aquella primera vez que la hice
mía -pensé aún adormilado mientras sentía como las comisuras de mis labios se
alzaban para esbozar una de mis características sonrisas ladeadas sin llegar a
abrir los ojos pero sintiendo sobre mi piel la calidez de los rayos de sol que
lograban colarse por entre las rendijas de las persianas.
Aquel sueño siempre me auguraba un muy buen día… Hoy sería
la excepción claro, pero de todas formas me encantaba haberlo tenido, me hacía
sentirla cerca una vez más…
Estaba solo, de eso estaba seguro. La cama se sentía tibia y
acogedora debajo de mi cuerpo por lo que rendido a un impulso me reacomodé en
ella con los ojos todavía cerrados.
¿A quién dañaría si me deleitaba en perderme un rato en mis
amados recuerdos?
Exacto, a nadie.
Seguro y sonriente como hacía días no me sentía me aferré a
las mantas hasta que dejé que mi mente se perdiera vívidamente en el pasado,
para sumirme en él como si fuese mi ahora.
Recordé con extremo detalle el sueño tan realista que me
había embargado hacía tan solo unos breves minutos y luego me dejé llevar por
todos lo que sucedió después…
Sonreí en mi soledad.
Aquella noche luego de dejarla en la puerta de su casa me
fui con los nervios de punta hacia la mía. No comí. Casi no dormí. La ansiedad
me estaba descontrolando sin poder evitarlo, hasta que por fin, POR FIN pude ir
a su encuentro. Necesitaba hablar con ella respecto a lo que teníamos, a lo
extraña e indefinida que se había vuelto nuestra relación; de lo que sentíamos…
En realidad, yo sabía muy bien lo que esperaba de aquella charla pero, como era
habitual, fui resignado hacia ella sabiendo de antemano que nunca podría prever
su reacción lo cual en aquellos momentos era tan solo una gota más al vaso de
desesperación que me cargaba… Y no me defraudó.
Recuerdo que estaba tan pero tan nervioso que me sudaban las
manos hasta lo indecible -al punto de ser algo bochornoso- pero, volviendo al
punto. Era viernes, teníamos instituto, ¡pero ni de broma me iba a aguantar
todo el día para poder hablar con ella! Así que, saltándome unas cuantas normas
que de seguro Charlie después me cobraría, pasé a buscarla como cada día y sin
mediar o preguntar nada nos llevé nuevamente a nuestro prado. Por suerte no me
recriminó absolutamente nada… creo que sintió un poco de pena por mí al verme
tan desquiciado como de seguro parecía, en fin…
Una vez allí comencé a trabarme con mi propia lengua al
querer hablar y decir todo de una vez, poniéndome más y más nervioso al ver que
nada coherente salía de mi boca. Sobé tanto mis cabellos que en cierto momento
temí dejarme calvo, cosa que por suerte no sucedió.
Bien, creo que basta decir con que en verdad me había sobre
emocionado ante el momento cumbre de tener aquella charla que debiera ser
simple pero que no lo resultó en absoluto.
Ella lo notó.
Me pregunté -como tantas otras veces en el pasado-, si
hubiera podido ser aun más torpe en aquellos momentos y si todo hubiera salido
igual de haberlo hecho… No importaba. A pesar de avergonzarme de algunos de
ellos estaba seguro de no querer cambiar ninguno, al menos no teniendo en
cuenta como resultó todo, claro.
Si me concentraba un poco aún podía sentir el aroma de las
lilas y el pasto verde que nos rodeaba, de los árboles y la tierra fresca que emergían
de aquel lugar tan especial para nosotros. Recordaba el viento moviendo
nuestros cabellos en cuanto llegamos al centro del claro y como la voz pareció
abandonarme justo en aquel instante. Irónico si tenía en cuenta todo el
discurso de razones que tenía planeadas
darle para que aceptase ser suya.
Gracias a Dios no fue
necesario -pensé sonriente y un tanto pagado de mí mismo.
Me había quedado completamente estático cuando, tras decir
en un murmullo ahogado un simple y casi chillón “Bella” , ella se giró sin
darme tiempo a nada para terminar tomando posesión de mis labios -a los cuales
agradezco hasta el día de hoy que hayan respondido ya que fue más por inercia
que por otra cosa.
Bella, MI Bella.
Siempre tan directa y decidida. Siempre tan jodidamente
terca -suspiré riendo por lo bajo al tener una imagen congelada en mi memoria
de sus facciones en aquellos momentos de terquedad… Orgulloso en demasía de
quien desde aquellos momentos fue suya en todos los sentidos habidos y por
haber porque, a pesar de su discurso tan delicada y mentalmente preparado, a
pesar de mis miedos a declararme y a casi ‘exigirle’ que fuera mi novia con
todas las letras y derechos de ahora en más fui yo quien terminó por responder
el “SÍ” que concretó el principio formal de nuestra relación.
Vergonzoso en aquellos momentos. Divertido como anécdota
luego.
Sí. Ni bien Bella terminó de besarme se separó y me miró
unos momentos que parecieron eteeeernos a los ojos. Ella se puso seria y dijo
una de las diez mejores frases de mi vida.
“Quiero ser tu chica Cullen”
Reí en soledad al sentir como mi cuerpo vibraba con el eco
de aquellas palabras.
Aún tienes ese efecto
sobre mí pequeña -pensé embargado de genuina y eterna adoración por ella.
Recordé como después de devorarle la boca duramente durante
un muy buen rato tras su demandante designio, la levanté para girarla en el
aire y decir con orgullo:
“Tú siempre has sido
mía mi pequeña Swan”
… A lo que ambos reímos tontamente pensando en como de
idiotas habíamos sido al no reconocer antes nuestro verdadero amor por el otro.
Claro que tomó bastante más tiempo notar aquello ¿No es así amor? -me pregunté, le pregunté… Siempre fuimos unos
malditos tercos. Deberíamos habernos notado desde aquellos primeros besos que
hacía ya tanto tiempo habíamos compartido. Tantas oportunidades de
descubrirnos…
Pero bueno, dejando el lamento de lado -porque de seguro eso
no me lleva a cambiar nada-, vuelvo a estremecerme al rememorar como la hice
mía una y otra vez en aquel lugar que nos unió en más de un sentido y que sin
duda nos ayudó a crecer y a afrontar nuestros peores momentos en libertad. Aún
puedo sentir cada roce que di a su cuerpo, como nos amamos con cada movimiento
en respuesta al otro; aquel día la veneré con mi humilde cuerpo por horas y
horas, intentando demostrarle con hechos la inmensidad de mis sentimientos por
ella -cosa que para mi completa alegría debo de decir que me respondió.
Nuestros primeros Te
amo y el mundo dejó de tener sentido para nosotros. Solo nosotros.
Aún te amo pequeña Swan… Tanto que duele preciosa…
Regresamos a nuestras respectivas casas y dijimos con voz
clara y jodidamente orgullosa que éramos novios… Fue algo épico amor ¿Te acuerdas de sus caras?
Emmett siendo… Emmett, se rio hasta llorar pensando que era
una puta broma.
Rose, siendo la arpía que era, tan solo nos dedicó una
mirada desganada y nos dijo un escueto ‘Ya
era hora’ (carajo, aún hoy me molesta).
Jasper, tan calmo como siempre solo nos felicitó… Y Alice… Joder pequeña… Aun recuerdo tu cara
cuando vimos a la enana correr hacia nosotros para abrazarnos diciendo cuanto
lamentaba su comportamiento y que nos quería pero que le enojaba ver como nos
perdíamos el amor que nos teníamos y bla, bla, bla… Lo cierto es que dijo
tantas pero tantas cosas y tan rápido que creo que ambos nos perdimos más de la
mitad. Reímos mucho por eso luego.
Y por último. Tanto Esme como Carslile nos felicitaron y nos
desearon lo mejor, para luego abrazarnos a ambos de lo más cariñosos pero…
Renné y Charlie… arrgg… aun tiemblo cuando recuerdo la cara de tu viejo ángel…
¡Y yo que pensé que ya me lo tenía medio ganado al viejo por conocerme de hacía
años! Bahhh… Ahora lo entiendo pero aquel día…
Sabía que Charlie ya se lo venía venir pero su cara tan
‘seria’ mientras que mi hermosa novia se lo decía a ambos aferrando mi mano
como si estuviera confesando un crimen. Mierda, creo que aquel día casi me hago
en los pantalones. Sí, él nos aceptó y medio sonrió mientras de refilón todos
veíamos como Renné saltaba y gritaba de lo más feliz por toda la casa pero, aun
así, brrrr, todavía se me ponen los vellos de punta cuando recuerdo la pequeña
advertencia velada sobre las posibles consecuencias de hacerle daño a su niña.
― ¡Demonios! ―me dije a mí mismo― ¡No puede ser que después
de todos estos años aquellas palabras aun me hagan removerme inquieto entre la
comodidad de mis sábanas! Charlie… ―suspiré.
El llegar juntos y de la mano al instituto al día siguiente
fue de lo más normal… pero recuerdo bien que dejó de serlo en cuanto me despedí
de ti en la puerta de tu primera clase con un para nada suave beso en los
labios mientras que los murmullos de los rezagados comenzaban a crecer detrás
nuestro. JA. Para la hora del almuerzo ya toda la parva de idiotas sabía del
cambio en nuestra relación -aunque nadie nos había preguntado qué éramos en
realidad-, y yo no podía estar más feliz porque ahora sí podía marcar mi
territorio frente a aquellos idiotas con todo el derecho del mundo. JA y más
JA. La mayoría simplemente pensaron que habíamos variado a ‘amigos con
derechos’, hasta que todo se aclaró cuando mi muy posesiva novia BELLA gritó en
medio del comedor a la idiota de Lauren que mantuviera sus pequeñas sucias
garras de golfa lejos de su novio si no quería que ella muy amablemente se las
arrancase, lo cual provocó que la rubia oxigenada huyera gritando y que los
murmullos crecieran… Y que la risa de mis hermanos y amigos resonara fuerte por
todo el jodido lugar mientras que yo trataba de respirar al tiempo que Bella
investigaba mis amígdalas a fondo en medio de aquel atestado comedor.
Ufff, mi cuerpo aun reacciona cuando recuerdo ESE beso…
entre tantos otros claro.
La graduación.
La bifurcación de caminos.
El fin de lo hasta ahora gratamente conocido y seguro al
cambio ante algo incierto y llamativamente novedoso.
Libertad en más de un sentido.
Qué tontos fuimos al
creernos seguros de todo ¿Verdad pequeña? -pensé mientras agitaba mi cabeza
intentando obviar aquella época que sin dudas estaba tan grabada en mi memoria
que se empeñaba en volver con sumo detalles… Al final acepté.
¿Te acuerdas lo feliz
que estuvimos cuando ambos recibimos el mismo día nuestra carta de aceptación
en la misma universidad?
Yo sí.
Recuerdo que mi Bella estaba un poco más limitada por el
dinero extra curricular así que juntos decidimos no irnos tan lejos como en u
principio habíamos querido. La universidad de San Francisco fue la elegida… Y
nuestra perdición.
Ambos vivimos en nuestros respectivos campus, y estábamos
solos… Ya no éramos un grupo, y creo que eso en definitiva, pesó, y mucho. Nos
atamos y nos ahogamos.
Alice y Jasper se habían ido a New York para estudiar diseño
de alta costura y economía respectivamente en una de las escuelas más prestigiosas
de allí; pero Rose y Emmett habían decidido ir a la universidad estatal de
Seattle tras descubrir el mismo día de nuestra graduación que Rose estaba
embarazada.
Ufff, aquello sí que nos tomó de sorpresa a todos. Pero
bastaba ver la cara de felicidad que tanto Rose como Emmett mostraban para que
uno no dijera nada erróneo al respecto.
Emmett comenzaría la carrera de arquitecto con una beca en
deportes y Rose comenzaría su primer año de medicina para luego cortar al tener
al bebé y retomar algún tiempo después. Ella eligió ser pediatra ya que aunque
casi ninguno lo supiera a ella siempre le habían encantado los niños… Bueno,
eso explicaba el por qué amaba tanto a mi hermano ya que él hasta sus últimos
días siguió siendo uno, pero bueno, volviendo al tema…
Aun no puedo decidir bien que fue lo que pasó. No sé si fue
el estrés de estar allí solo el uno para el otro todo el tiempo, si fue la
presión del cambio, si fue comenzar carreras que pensamos sería más fácil
compaginar con nuestra novedosa relación… o lo que fuera… Todavía no tengo idea
de qué demonios nos pasó y eso aunque aun me jode pero lo soporto mejor… Y,
para ser completamente sincero no sé si en verdad querría saberlo. Lo único
importante es que como resultado, para los finales del primer año, ya ambos
teníamos claro de que no éramos más una pareja.
Tú por lo menos ella tuvo el coraje de terminar conmigo ya
que, lo reconozco, de haber sido por mí la hubiera seguido nada más que por
terco ¡Hey! No es que ya no la quisiera ni nada por el estilo pero… me sentía
ahogado, y siempre la pagaba con ella.
― ¡Dios, aun duele tan solo de recordarlo! ―medio grité en
mi soledad posando una mano en mi pecho cuando mi corazón se encogió ante el
recuerdo de las sensaciones que me embargaron entonces.
Sí, eso medio nos mató a ambos pero, tuvimos que aceptar que
en los últimos meses ya nos era insoportable estar juntos… Necesitábamos un
respiro… Fue lo mejor, o al menos lo fue a largo plazo porque en aquel
entonces…
Me costó horrores volver a retomar aquella relación fresca y
descuidada de amistad que siempre tuvimos previa al noviazgo y todo era aun más
difícil de controlar ya que no soportaba ver como te abordaban aquellos
inútiles que solo trataban de meterse entre tus piernas… pero me lo recordabas
a cada rato.
“Ya no somos nada
Cullen”, me decías con una sonrisa triste plantada en el rostro para luego
irte a charlar con quien fuera a quien yo le gruñía, dejándome a mí allí en
medio de mis mal sabores y mi tormenta de sentimientos encontrados.
Poco a poco volvimos a ser los que fuimos y, tras no vernos
en todo el receso durante casi tres meses del paso de primero a segundo, algo
cambió, de nuevo…
Cuando regresé lo primero que hizo ella fue llamarme a
hablar… Y yo quise morir, juro que lo quise. Ella, mi Bella. Mi pequeña había
conocido a alguien, a alguien que le interesaba para algo más que solo charlar
o robarse un beso porque, aunque no me debería de importar yo sabía que ella
aun no se había acostado con nadie después de mí. Y yo tampoco. Al igual que
ella tuve ligues y franeleos pero, no podía, cuando llegaba el momento
simplemente no podía llegar a eso porque toda ella era quien aparecía en mi
mente, y supuse que algo similar le había ocurrido a ella. Hasta aquel tipo.
Derek Louttier.
Jamás me olvidaré de aquel nombre que casi me quita a la
mujer de mi vida.
Admito que en vez de hablar y decir lo que me pasaba
directamente hice lo peor que pude haber echo nunca; hice de cuenta que todo
estaba bien pero al otro día ya me estaba mostrando frente a ella con cuanta
chica podía, muriéndome de celos al verla casi todo el tiempo del brazo de
aquel y carcomiéndome vivo al ver como se besaban.
Lo sé. Un pelmazo total, pero ¡Hey! Ella era igual.
Para hacerla corta -porque en verdad quiero pasar de
recordar esta etapa para ir a tiempos mejores-, me cegué en el momento en el
que me enteré de casualidad que ella iba a pasar finalmente la noche con él
para celebrar sus tres meses de noviazgo.
¡Maldita sea! Aun
me hierve la sangre al pensar en esa posibilidad.
Ni bien me enteré hice como si no supiera nada y la llamé
para que viniera a mi habitación diciéndole que estaba enfermo y que necesitaba
un remedio. Jamás desconfió de mi ¡Y estaba enfermo! ¡De celos, pero lo estaba!
Cuando llegó… mmm… Cuando llegó toda agitada y al parecer a medio arreglar para
su ‘cita’ no le di tiempo a nada. Tan solo fue cosa de pasar por la puerta
cuando me abalancé sobre ella tras cerrar la puerta con traba porque, o admitía
que lo nuestro aun existía o yo dejaba de llamarme Edward puto Cullen.
Ufff, costó.
Primero se indignó porque le hubiera mentido pero luego -y
para mi completa suerte-, se rindió.
Sé que estuvo mal. Todo estuvo mal desde que llegamos allí
pero, quiero creer que maduré en aquellos casi dos años, y ella también. El ritmo
de las carreras ya era rutina y no nos desesperábamos por pavadas como había
pasado antes. Estábamos listos.
La amaba. Y ella me amaba igual.
Fue duro para ella cortar con ‘ÉSE’ ya que en verdad lo quería pero, ambos asumimos que no podíamos
estar bien sin el otro. Hablamos mucho y reconocimos muchos de nuestros pasados
errores.
Comenzamos de cero.
Y eso fue lo mejor que pudimos haber hecho (además de que
aun me aplaudo -literalmente- por haberme animado a ir a por ella aunque fue a
último momento)
De ahí en más fue nuestra mejor época sin lugar a dudas;
tanto así que terminamos por mudarnos juntos a un pequeño apartamento cerca del
lugar donde estudiábamos pero con mucha más privacidad que los benditos cuartos
del campus. No es divertido cuando tu compañero llega de improviso y ve a tu
novia salir solo en toalla después de un baño. Arrg, recuerdo y me enervo… En
fin, la cosa fue que nos mudamos al finalizar los exámenes del segundo año y,
no lo niego, la convivencia no fue ‘perfecta’ pero ¿Cuál lo fue en sus
comienzos? Por más que conozcas y ames a la persona con la que convives es
difícil; las mañas de ambos venían a cuestas y arraigadas por veinte años así
que hubo cosas ‘difíciles’ de limar o cambiar para el bien común… más no
imposibles. Poco a poco comenzamos a acoplarnos a la perfección absoluta y
pudimos disfrutarnos sin siquiera tener pequeñas nubes rodeándonos.
¿Recuerdas amor como
reíamos luego por las peleas tontas sobre quien olvidó hacer qué o quién dejó
tal cosa tirada dónde?
Cuatro años pasaron desde que nos mudamos a aquella ciudad a
emprender nuestros futuros. Dos desde que ya éramos una pareja fuerte y
consolidada; y yo no había estado nunca tan feliz como entonces… Todo por ti pequeña.
Para aquel entonces Bella terminaba al fin su carrera y yo
entraba en mi último año lleno de residencias y exámenes duros. Ufff, basta
decir con que fueron tiempos difíciles. Poco tiempo, mucho estrés… hasta que la
cuarta mejor frase de mi vida llenó mis oídos;
“Estoy embarazada”,
me dijo ella brillando con una hermosa y serena sonrisa mientras yo dejaba caer
mi mandíbula hasta el piso.
¡Diablos! Aún me dan ganas de gritar cuando recuerdo todo lo
que sentí con aquellas dos simples palabras.
Una sonrisa boba igual a la de aquel día se fue instalando
en mi cara.
En cierta forma supe que estábamos jodidos, ambos lo
sabíamos, pero la alegría y emoción de saber que juntos habíamos formado una
nueva vida…
No dijimos nada a nadie por el momento. Lo discutimos mucho
y, sí, fue lo mejor. No porque no quisiéramos decirlo sino porque conocíamos de
sobra el pensar de nuestros padres y… bueno, como los buenos tercos que éramos
queríamos probarnos el salir adelante por nosotros mismos. Ja! No nos fue tan mal preciosa.
Bella consiguió un trabajo de medio tiempo en la biblioteca
de nuestra universidad mientras que yo me seguía esforzando por dar lo mejor de
mí en cada práctica, examen, clase, trabajo… lo cual significaba pasar
demasiado tiempo estudiando o en viaje y el resto durmiendo, es decir, poco
tiempo con ella… Pero ya no éramos volátiles adolescentes y por suerte éramos
conscientes de que esto era necesario para poder consolidar nuestro futuro.
Faltaban ya solo dos meses para terminar por fin la carrera
por la cual había luchado tanto cuando acompañé a Bella a su segunda ecografía.
Veintidós semanas y mi mundo se tambaleó.
Con cuatro meses y medio supe sin lugar a dudas que sería
padre de un hermoso y sano varón… Y fue… fue entonces cuando supe que no
importaba que tan alta fuera la nota o cuantos elogios consiguiera por un buen
desempeño en las prácticas si en el proceso me perdía de ver y sentir como
crecía y se formaba día a día mi bebé. Nuestro bebé.
Ella lloró a moco tendido -las hormonas influían- cuando así
se lo dije. Lloró y sonrió y rio y lloró. Estábamos felices.
Ese mismo fin de semana fuimos de visita sorpresa a Forks a
la casa de nuestros padres para decirles o más bien mostrarles la buena nueva.
Obviamente lo primero que hicieron fue sorprenderse y luego medio que se
ofendieron por haberlo ocultado lo que ellos decían tanto tiempo pero, pasado
el rato, todos brincaban de alegría por el nuevo integrante.
Ethan Anthony Cullen.
Era una suerte de que hubiera convencido a Bella de no
ponerle Edward también como ella quería en un principio. Joder ¡cómo si
fuéramos realeza para andar repitiendo nombres! Sería raro y, molesto, era un
nombre demasiado viejo después de todo. Ethan estaba bien.
Y algo de lo que temíamos comenzó.
Nuestras madres haciendo mil y un planes, eligiendo zonas en
Forks o alrededores para mudarnos inmediatamente después de terminar allí mis
finales. Mi padre ofreciendo una vacante en el hospital de allí muy seguro de
conseguirla ya que el director era su amigo y Charlie pensando y diciendo que
quizás MI Bella debiera de quedarse allí con ellos de ahora en más para estar
siempre acompañada y… Ufff, demasiadas cosas… Y todo explotó. En realidad yo exploté.
Esta vez fui yo quien de un grito que de seguro se escuchó
hasta Manhattan callé a todos impelido a
poner los puntos claros.
Mi Bella y mi bebé se quedarían conmigo allá donde estuviese
y trabajaría mientras le viniera en gana siempre que fuera seguro. Todavía no
sabíamos SÍ o siquiera a donde nos mudaríamos luego y NO, definitivamente no
iba a agarrar mi primer puesto de trabajo por simple acomodo como si todo mi
esfuerzo no valiera nada.
Ella no dijo nada durante todo mi arrebato pero, cuando
nuestros padres comenzaron a elevar la voz queriendo ciegamente demostrar que
cada uno llevaba razón… Bueno, ella hizo algo peor que mis gritos.
Ella sencillamente fue a la entrada y tomó nuestros abrigos
junto a su cartera y me tendió su mano -la cual no dudé ni un instante en ir a
tomar-, mientras que de fondo escuchaba a su madre gritarle. Cosa que Bella,
con toda la calma del mundo, solo contestó;
“Quizás no hagamos como a ustedes les guste o quieran
pero, hasta que no acepten que les guste o no somos ya adultos y que haremos
las cosas por y para nosotros no creo que podamos hablar. Son nuestros padres y
los respetamos, pero ustedes no los están haciendo con nosotros… Los
esperaremos en la graduación de Edward. Adiós.”
Juro que jamás vi tal muestra de emociones pasar por las
caras de nuestros viejos a tal velocidad. Enojo, vergüenza, pena, terquedad.
Ela tenía razón. No podíamos estar planeando criar a alguien
si aun dejábamos que otros -aunque fueran nuestros padres- tomaran el rumbo y
decisiones de nuestros caminos… y repito, por más padres que fuesen. Guiar no
es dirigir.
Esa misma semana hablé largo y tranquilo con mis padres pero
por separado. Tanto Carslile como Esme esta vez se ofrecieron a ayudar pero sin
intervenir, lo cual agradecí sobremanera. Sin embargo a mi pequeña se le
dificultaba un poco más… Renné se había ofendido y Charlie… él no expresaba
nada de nada. Al menos así fue hasta que un día cualquiera, llegando a nuestro
departamento molido después de una jornada intensa, encuentro a mi suegro
sentado en nuestro sillón del living mirando un partido que no recuerdo de que
era y con acariciando los cabellos de mi pequeña dormida con la cabeza en su
regazo. Estaba dormida.
Delicadamente la tomé en mis brazos y la recosté en nuestra
cama para luego -dejando a un lado el cansancio- ir a hablar laaaargo y tendido
con mi suegro… o casi suegro.
Desde aquel entonces siempre le profesé un respeto que solo
rivalizaba con el de mi propio padre. Charlie me abrió mucho los ojos en muchas
cosas que yo ni siquiera había pensado todavía pero de una manera que mi
orgullo no apareció ni por asomo.
Por fin me gradué ¡Y con honores! Tanto esfuerzo y
sacrificios valió la pena ya que allí estaba. A ms veintitrés años ya era
doctor graduado con honores y con tres de las mejores ofertas laborales que
puede recibir un reciente egresado.
Ni Seattle ni San Francisco.
Elegimos los Ángeles.
Apenas acepté el puesto de trabajo dimos aviso al
arrendatario del departamento y comenzamos a buscar otro dentro de nuestro
presupuesto -el cual era incluso un poco mayor a pesar de que bella ya había
dejado de trabajar-. Por suerte encontramos uno muy bonito enseguida ¿Lo mejor?
Este tenía dos habitaciones y Bella estaba encantada de ahora tener un lugar
para decorar.
Todo pasó tan rápido ¿Verdad amor?
Cuando nos quisimos dar cuenta ella se encontraba ya pujando
para traer a nuestro pequeño al mundo.
Ethan Anthony Cullen
llegó a nuestro mundo y con él trajo la sexta frase de mi vida;
“Felicidades papá”.
Tantos recuerdos. Tantas vivencias.
Los días, las horas, los meses pasaron volando y nuestro
pequeño Ethan ya se largaba a caminar. A sus once meses fue el encargado de
robarle a su madre la sonrisa más tierna y hermosa que haya visto jamás. Él
llevó entre sus manitas y pasos dudosos la pequeña cajita de terciopelo negro a
su mami quien al verlo comenzó a reír llorando de la forma más dulce y
brillante trayendo entre hipidos una frase más;
“Sí, quiero”.
Seis meses después la observaba caminar por el pasillo hacia
el altar por el largo pasillo, viniendo hacia mí con ojos luminosos y una
sonrisa sincera, susurrando un suave ‘te amo’ al llegar por fin junto a mí…
Luna de miel y mudanza.
Entre todos; nuestros padres, mis hermanos, nuestros amigos
nos regalaron nuestra hermosa casa como regalo de bodas. La amamos nada más
verla. Era grande y espaciosa, luminosa y tranquila y nosotros haríamos de ella
nuestro hogar ¡No podía pedir más! Y sin embargo, lo tuve… siete semanas
después una nueva frase se sumó;
“Papi, tendré un
hermanito” “¿Tengo que darle mis juguetes?”
Yo solo me quedé mirando detrás de él por donde venía Bella
con una gran sonrisa y con un palito blanco en la mano que yo ya conocía bien.
“Felicidades amor”.
Bueno… no fue uno sino dos, y ambas completamente hermosas
como su madre.
Mientras que nuestro Ethan tenía sus ojos verdes y los
cabellos cobrizos oscuros, su piel era blanca pero sonrosada; en cambio, siete
meses después Bella daba a luz a las gemelas Rennesmé y Carlie Cullen con sus
hermosos y brillantes ojos color café con motas verdes y cabellos chocolate
rojizos sumados a una sedosa piel de alabastro.
Con tanto niño en casa Bella no buscó trabajo hasta que las
gemelas comenzaron el kínder, así y todo le costó lo suyo pero, finalmente, consiguió
un puesto como editora en una editorial de la zona y lo mejor fue, que podía
trabajar desde casa la mayor parte del tiempo.
Fui feliz… enormemente feliz.
Mi familia estaba completa y a gusto. Mi carrera siempre
dándome satisfacciones, mis padres y hermanos a pesar de las distancias siempre
estaban con nosotros y vivían felices con sus familias… y ¿Lo mejor de todo? Mi
amiga, confidente, compañera, amante, esposa siempre estuvo a mi lado… hasta
ayer.
Sí, ayer por la mañana mi Bella partió demasiado lejos, pero
no por mucho… Sé que vendrá a buscarme. Lo espero ansioso.
Mis bebés, nuestros bebés ya están grandes ¡Nuestros bebés
tienen bebés! Y yo… yo quiero respirar de nuevo y no puedo si ella no está,
ella siempre fue mi aire, mi oxígeno…
―Te extraño mi pequeña
―susurré sin fuerzas a la nada.
―Yo también vida.
― ¿Me llevas?
― ¿Estás seguro?
Estarán solos…
―No lo estarán pequeña.
Sabes que estaremos allí pero, te necesito preciosa. Me ahogo sin ti.
―Lo sé. Estoy igual…
Cierra tus ojos amor…
Siento el murmullo de su voz en mi mente y cierro los ojos
obediente, confiándome a ella como siempre. No importa donde vaya siempre que
sea con ella y lo sabe.
Ella está en mi mente. Me sonríe.
La sigo. La alcanzo y tomo su mano. Todo está oscuro pero
ella parece irradiar luz propia como si fuera un ángel. El dolor en mi pecho se
va. Al fin puedo respirar.
Soy feliz de nuevo. Puedo tocar a mi pequeña.
La beso.
La beso y en aquel beso se me va la vida de la manera más
literal de la palabra.
Respiro.
―Te amo pequeña Swan.
―Te amo mi Ed.
Y mientras camino por aquel túnel o lo que fuese en el cual
no encuentro forma alguna y sin idea de a donde vamos noto que no me importa
tampoco. No importa porque es ella quien está aquí a mi lado sosteniendo mi
mano.
Comienzo a recordar entonces todas aquellas frases que
marcaron mi vida… y comienzo a perderme…
“Quiero ser tu chica
Cullen”
“Te amo”
“Sí Ed, aún te amo”
“Estoy embarazada”
“¡Es un varón!”
“Felicidades papá”
“Sí, quiero”
“¡Papi tendré un
hermanito!”
“Felicidades, tendrás
gemelas”
“Felicidades señor,
aquí tiene a sus hijas”
Sí, mi vida fue buena y, lo que sea que esto sea será aún
mejor puesto que tendré una eternidad con mi pequeña.
Mi pequeña Bella.
El aire que respiro.
Bueeeeenooo... ¿Y? Qué les ha parecido?? ¿Comentarios? Espero que no estén tristes porque a mí me pareció un final maravilloso para cerrar tremendoo ciclo de vida... No fueron exagerados, fueron normales y con peleas y alegrías cotidianas. FUERON ELLOS ;)
Espero que en verdad les haya gustado porque fue todo un proceso este fic... fue madurando de a poco y bueno, creo que no jodo más ;P
Besotes y cuídense ♥
Etiquetas:
Descubriéndonos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Un final hermoso, lleno de esperanza al cruzar al otro lado del río, sabiendo que ella está allí, justo allí esperándole...
ResponderEliminarPrecioso
Marga
Llore no de pena fue de emociones en el transcurso de su vida ,fue genial me encantoooooo....Gracias nena por compartirla con nosotras.....Besos,cuidate..
ResponderEliminarRealmente interesante aunque comencé un poco tarde y un poco me moleste por que terminaste la historia demasiado pronto, me encanto, como relata el que la ama como vivió su vida, desde el principio me di cuanta que bella había muerto y a cada instante que leía esperaba que me lo confirmara pero en la mitad de la epilogo creo no se me entro una duda y al final se confirmo Edward ya no era en joven muchacho con el que inicio la historia y me encanto el final, llore, siempre juntos y por siempre mas allá de la vida.
ResponderEliminarohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh mierda me hiciste llorar guadaaaaaa lo ame ainssssssssssssssssssssss
ResponderEliminar