30 de marzo de 2012
Tu mundo en mi camino... Capítulo 6
Capítulo 6: Lo haré.
DPOV.:
¡Quería matarla! ¡En verdad quería!
Quiero decir… ¡Maldición!
Habíamos logrado matar a Klaus con la ayuda de Elijah;
habíamos logrado que Elena siguiera siendo humana a pesar de morir con sangre
vampira en sus venas ¡Joder! Hasta había logrado decidir desaparecer de sus
vidas… ¡¿Y todo se venía a la mierda?! Primero la perra de Katherine ¿Y, ahora
esta estúpida niñata? No, eso sí que no. Como que me llamo Damon Salvatore que
esta pequeña estúpida me dirá todo lo que jodidamente sabe.
Que se joda. Lo intenté por las buenas como el idiota de
Stefan había pedido… Ahora será a mi modo.
― De acuerdo ―dije con furia apenas contenida y alejándome
varios pasos de ella.
Isabella levantó su ahora muy enrojecida mirada hacia mí
lentamente. No me conmovió. Maldita idiota.
― ¿Q… qué… quieres de… cir? ―preguntó cautamente.
―Solo eso. De-a-cuer-do ―comencé a mostrar mi siniestra
sonrisa. Luego no digas que no lo intenté, bufé―. Como siempre Stefan se
equivoca ―murmuré para mí, para ella.
― ¿Qué has dicho?
―Nada que te importe. Como te decía, intenté comentarte mis
porqués, e intenté pedírtelo por las
buenas ―ella me vio raro―. Ahora será a mi modo ―dije sintiendo como mis ojos
se oscurecían y estrechaban, mientras la cara de mi muy conocido monstruo interno
se daba a conocer.
Ella retrocedió.
―Oh, no temas ―susurré con displicencia―. Al menos no por
ti…
― ¿Qué…?
―Lo sabes, así que no me preguntes idioteces ―ella se
encogió ante mi ¿rugido? Sí, a eso se asemejaba.
―Tú no… quieres decir…
―Sí. Dime exactamente lo que quiero saber o comenzaré a
matar a cada maldita persona que se te acerque. No me importa quién o qué sea.
Los mataré… Y tú estarás viendo muy de
cerca mientras lo hago ―sentencié.
Vi claramente como
como se estremeció como si se estuviera electrocutando, tan
violentamente que sus dientes emitieron un leve pero inconfundible sonido de
castañeo.
― ¡MÁTAME! ―me gritó de repente empuñando sus pequeñas
manitas a sus lados― ¡YA DÉJATE DE ESTÚPIDAS AMENAZAS Y MÁTAME DE UNA VEZ!
―No ―sentencié.
Ella cayó de rodillas ante mí, volviendo como un rayo al
estúpido llanto con renovadas energías y ganas.
―No Isabella. Aunque tú parezcas no comprender yo necesito toda la información que tengas.
Esto no es un juego, y, lamentablemente para ti, yo estoy al mando. Comenzando
desde hoy yo iré contigo a cada rincón de este maldito pueblo, sabré cada
minúsculo detalle de la vida de los Cullens ―ella se encogió ante el sonido de
ese nombre―, CU-LLENS ―remarqué acentuando cada sílaba―, acostúmbrate porque
tendrás que decirlo y escucharlo mucho desde ahora. Ahora, comencemos porque me
digas los nombres de todos ―dije como si nada viendo como ella comenzaba a
temblar en respuesta.
¡Mierda! ¿Pero es que no podía hacer ningún otra cosa?
Tiembla, llora, grita, tiembla, llora, grita ¡Genial! Y yo que pensaba que
vivir con mi adorado hermano era algo insufrible. Arrg.
Estaba tan ciegamente enfurecido que golpeé el sillón que
tenía al lado hasta mandarlo a volar hasta la otra punta de la enorme
habitación. Lo cual provocó que ella soltara un gritito y se tapara los oídos.
―Juro que no te soporto. Eres tan solo una estúpida niña
débil. Ahora dime los nombres o despídete de tu padre… para empezar ―bramé
enceguecido de ira mal contenida para terminar con un susurro que hubiera
asustado al mismísimo demonio.
―Yo… De acuerdo ―susurró cerrando los ojos y causando con
esto que cristalinas lágrimas descendieran de ellos en silencio―. Lo haré pero…
Por favor… Charlie, no ―gimió entrecortadamente.
―Estoy esperando.
―Rosalie ―se abrazó―, Jasper ―se tomó el pecho―, Emmett
―lloró tras el nombre con un pequeño jadeo―, Carslile ―gimió´ temblando
mientras clavaba los dedos en sus costillas de forma que a simple vista saltaba
que era dolorosa―, Esme ―hizo una leve pausa para respirar ya que para entonces
se hallaba nuevamente ahogándose con el llanto―… A… Alice ―sus rodillas se
vencieron y cayó sobre ellas al piso― y… y él ―susurró al fin entre hipidos.
― ¿Él? ¿Quién es él? ¡Dilo!
Lo sé soy un gran cabrón hijo de puta por hacerla decirlo
cuando en verdad yo ya sabía quien era. Al parecer fue ese tal Edward quien la
había dejado en aquel tan deplorable y patético estado. Me pregunto si le diré
sobre ella en cuanto los encuentre, o al menos sobre lo que queda de ella.
Porque si de algo estoy completamente seguro es que los encontraría, costase lo
que costase.
―No… ya lo he dicho… Antes ―me miró implorante y tan solo
ese estilo de mirada me desquició aun más –aunque no podría definir muy bien por
qué-. La miré ntensamente en silencio hasta que levantó su mirada del piso
hacia mí.
―Dilo.
Solo eso me limité a decir, observando como a ella se le
atascaba el aire en la garganta para luego pasar a mirarme con una absoluta
mirada de desafío y… odio. Cosa que está demás decir que me sorprendió. Mmm…
Interesante, con “esa” mirada hasta parecía alguien
la mosca muerta, pensé con sorna.
―E… ―respiró hondo cerrando los ojos― Edward ―bruñó de
manera rápida y atolondrada.
Sonreí.
―Gracias pero, ya lo sabía… ―nueva mirada de odio. Genial.
Caminé a paso lento hacia la entrada del salón.
― ¿Te llevo hasta la chatarrra esa que conduces o prefieres
quedarte aquí? ―pregunté con burla.
Su corazón se desbocó, emitiendo un sonido que casi
resultaba atronador para mis muy sensibles oídos. No esperé por ella pero…
súbitamente, una imagen de mí mismo de aquellos tiempos en que esperaba alguna
patética señal –cualquiera que fuera- de parte de la perra de Katherine vino a
mí. Y luego –y como si eso fuera poco-, Elena ¿Por qué? ¿Por qué recordaba
aquello en esos momentos? No. No, no, no, yo no era ni pizca como esa. Yo
sosegué mi furia con dolor, dolor ajeno; tomando y matando. No. Yo no era como
ella. Ella, quien simplemente se quedaba en un pueblucho de cuarta que terminaría
siendo su ruina; ella, quien prefería vivir en eterna agonía con su recuerdo
¡Maldita loca! ¿Por qué? ¿Por qué aguantar más y más sin siquiera… no sé,
pelear, escapar, lastimar? Nada. Su reacción era de lo más extraña para mí
visión sobre como afrontar el sufrimiento.
Un pequeño suspiro entrecortado me trajo de vuelta a la
realidad del momento.
Ella se encontraba de pie al final de los escalones de
entrada, mirando hacia el bosque; no, mirando algo más allá de todo, algo más
allá de mí, del paisaje… del ahora.
La visión de ella allí se me hizo completamente extraña. De
pronto, su imagen fue algo surreal. Un leve rayo de sol se coló entonces por
entre aquellas densas nubes grises, cayendo directamente sobre ella como si
fuera envuelta en un halo dorado, blanquecino, quien –ajena ante tan extraño
hecho- tan solo arrugó el ceño y siguió con su mirada lejana en aquel triste
horizonte. Diablos, casi se veía, bella.
Agité mi cabeza ante tan mi cabeza ante tan estúpido
pensamiento, intentando por todos los medios salir de aquel infeliz hechizo que
parecía ejercer su presencia. Para entonces yo ya me hallaba al lado del coche
así que tan solo fue cosa de abrir la puerta y sentarme dentro para poner un
poco de distancia… momentáneamente. Arrgg ¿Qué rayos estaba pasándome?
El viaje hasta el bosque fue silenciosos, ella porque estaba
ensimismada y yo porque necesitaba pensar en demasiadas cosas, pero…
principalmente en como coaccionar a la
niñata esta para que fuera más rápido. Mmm… Se me acaba de ocurrir algo…
―Seremos pareja a partir de mañana ―dije rotundamente con
voz grave y contenida.
Ella abrió sus ojos de manera que de seguro debía de resultarle doloroso
para cualquier mortal mientras que su mandíbula caía casi hasta llegar a su
pecho.
―Necesito esa información, y tengo que tenerte vigilada ya
que mis poderes de ‘sugestión’
parecen no tener ningún tipo de efecto en ti, por lo tanto, eso significa que
pasaré mucho tiempo tras tu talones y rondándote tanto dentro como fuera del
instituto pero, como creo que ya te he dicho no quiero levantar sospechar ni
tener problemas adicionales así que tan solo veré como hacerlo sin joderme
¿Está claro? ―dije todo de un tirón, total, su opinión no contaba para mí.
De pronto vi como encajaba fuertemente los dientes
hasta rechinarlos mientras sus ojos se
estrechaban mirándome con furia.
―No ―dijo de manera suave pero evidentemente firme. Le miré.
― ¿Cómo?
―Pues eso. NO. Mira, después de ellos me he hecho bastante
antisocial y solitaria ¿Acaso no crees que sería sospechoso que de buenas a
primeras y a tan solo dos días de tu llegada yo, la hija del jefe Swan, se
pusiera a salir contigo? ―dijo ella de un tirón sin tan siquiera detenerse a
respirar.
― ¿Y qué quieres? ¿Acaso quieres que me muestre como un
idiota flechado? Se hará como digo.
―No. No haré sufrir a mi padre por ti.
―Noo, claro que no… Simplemente harás que lo mate.
Fue algo ligeramente satisfactorio ver como su rostro
palidecía de pronto en menos de un segundo. Lo pensé, mucho… y lamenté el hecho
de ver que en algo tenía razón ¡Maldición! ¡Estúpido pueblo pequeño!
―De acuerdo, te daré hasta el lunes próximo, con eso debe de
ser suficiente. Pero, mientras tanto… simplemente seré tu sombra ¿Está claro? Y
más te vale que actúes rápido como la típica estúpida niña enamorada. No quiero
ningún tipo de problema adicional ―dije secamente mientras pegaba el volantazo
para estacionar de una vez frente a su chiste de camioneta.
Ella me mantuvo la mirada fijamente por unos cuantos
segundos y luego se bajó de un salto para terminar caminando y subirse a la
suya. Juro que casi me veo obligado a tapar mis oídos cuando encendió el
cacharro ese ¡Demonios! ¡Hacía más ruido que una aplanadora! Arrg.
La seguí camino a su casa aunque tomó unos veinte minutos
que para mí fueron eternos ¿Qué acaso esa cosa no podía ir a más de 70km/h?
Una vez que la vi aparcar seguí de largo, disfrutando de ver
como se estremeció al ver que le dedicaba una maliciosa sonrisa de lado. Me
apetecía ir a tomar una copa y encontrar a alguna hermosa víctima bien
dispuesta, pero no, tenía que ver que a la estúpida esta no se le diera por
hacer ninguna sandez. Aparqué el coche unas cuantas calles más abajo y regresé
andando por las sombras a su casa, esperando encontrarla seguramente llorando
deshecha. No fue así.
Llegué hasta la base de la que sabía era su ventana,
esforzando mi oído para tratar de saber ubicarme en donde estaba. En efecto,
estaba en su recámara pero… No había llanto. Ni tan siquiera un mínimo rastro
de esencia salina en el ambiente. Escuchaba ruido de papeles y el teclear de un
ordenador, lo más extraño era que sus latidos estaban normales al igual que su
respiración ¿Qué, acaso no habría otra sesión infernal de llanto victimizado?
He de decir que me sorprendió.
No quise asomarme a la ventana, no todavía. Quería saber si
la muy idiota hacía alguna estupidez al sentirse en la tranquilidad de su hogar
creyéndose sola.
No lo hizo.
Después de un rato la patrulla de su padre llegó y volví a sorprenderme
de que ella actuara con excesiva normalidad. Hizo la cena, habló unas cuantas
sosas palabras con él y luego se fue a dar una ducha, estudiar y a prepararse
para dormir.
Nada fuera de la rutina normal. Nada que indicara que hoy
había sido amenazada por un vampiro sádico y desesperado por información de los
Cullens. Nada.
Finalmente una vez que su respiración me indicó que se había
quedado dormida, subí hacia su ventana y la observé. Obviamente comenzó a
removerse aparentemente por las pesadillas -me preguntó si así será cada día-. Llamó al
tal Edward, nombró al tal Jake y por último… Me nombró a mí. La sensación que
recorrió mi cuerpo al escuchar mi nombre al salir de sus labios fue
excesivamente extraña para mí pero me negué a
darle importancia o tan siquiera a analizarlo. Ella se movió cada vez
más y más inquieta hasta que sollozos ahogados comenzaron a hacerle faltar el
aire mientras que su cuerpo adoptaba como acto reflejo una muy ceñida posición
fetal.
Fue entonces cuando decidí irme.
La extraña necesidad de zarandearla hasta que despertase y
dejara de hacer eso me abrumó, y eso era una jodida porquería.
Regresé a pie al auto y conduje hasta llegar casi a las
afueras de Forks, estacionando en un bar de mala muerte. Bebí y bebí hasta que
todo me bailaba, tanto que de ser humano estaría teniendo un muy seguro coma
etílico, pero bueno, mi “tolerancia” tras tantos años era excelente por lo que
eso indicaba que realmente había bebido mucho. Sí, tres botellas de whisky
añejo era bastante, pero los borrachos eran chismosos y yo necesitaba saber
sobre algunos chismes en particular.
En el transcurso de la noche un viejo finalmente nombró a
los Cullens, particularmente al ‘Dr. Cullen’, así que me acerqué y bebimos y
bebimos mientras él soltaba la prenda sin siquiera notarlo. No dijo demasiado,
pero sí algunos dates interesantes,
por así llamarles.
Carslile Cullen, doctor de Forks, una eminencia. Casado con
una tal Esme y con cinco hijos adoptivos. Cosas como ‘muy apuesto’, ‘siempre
parecía igual de joven’, ‘algo recluido’, cosas normales.
El viejo no sabía mucho de sus hijos pero sí de él. Era
extraño que en un pueblo tan pequeño nadie jamás haya sospechado nada raro con
respecto a ellos, sin dudas habían hecho un muy buen trabajo en sus fachadas.
Regresé a mi casa con una cínica duda ¿Cómo podría ser
doctor sin matar por la sangre? ¿Acaso se dedicaba a eso para usar el banco del
hospital?
Interesante. Mañana la niñata tendría que comenzar a
responder algunas preguntas tenía que saber lo más posible de cada uno… Y
empezaría por lo fácil.
BPOV.:
.
Decir que estaba asustada era decir una blasfemia a gritos
en medio de una iglesia. Estaba mortalmente aterrada, pero no por mí… Mi padre,
Nessie, Ángela… todos aquellos que me rodeaban iban a sufrir si yo no cooperaba,
pero… al hacerlo, les traicionaría. Ellos había confiado en mí… y yo no podría
corresponder a esa confianza. No si abarcaba a quienes me querían y a quienes
aún –y a pesar de todo- estaban conmigo.
El dolor que me había provocado nombrarles fue inmenso, pero
lo haría, yo no podía sentirme responsable de la muerte de alguien a quien
quiero.
Una vez que llegué a mi casa casi me hundo en mi propia
miseria, casi. Pero no. No podía volver a aquel lamentable y deplorable estado
catatónico, no cuando –y como dije- los que quiero corren peligro ¡Y por mi
culpa! Con eso grabado fuerte y claro en mi cabeza me fui a mi habitación y
encendí el ordenador en busca de… no sé… algo, lo que sea. Ya hacía tanto
tiempo había buscado cosas sobre vampiros que no resultaron de todo mentira,
así que sentí que debía buscar más, mucho más… y lo hice. Mas en realidad no
sabía que tanto de lo que ahora buscaba fuera cierto.
Después de un rato llegó a casa mi padre y de pronto tuve
ganas de gritarle ‘¡Corre!’ ‘¡Huye!’ ‘¡Este maldito pueblo está infectado de
cosas sobrenaturales!’ ‘¡Quieren matarte!’. No lo hice ¿Para qué? ¿Para que
finalmente me creyera loca y me terminara encerrando? No, porque entonces no
podría salvarlos. Así que –para variar- no dije nada. Callé y fui como siempre,
todo fue asquerosamente normal. Sin embargo, una vez dormida mi mente se
desquitó…
Soñé con Edw… soñé que él me dejaba como aquel día, luego,
Jake aparecía y se transformaba… y todo cambiaba, ellos desaparecen, el bosque
desaparece… Y ahora estoy en el claro… con Damon, él me besa e… increíblemente,
y le respondo pero un gruñido bajo y ronco nos hace separar. ÉL. Ellos pelean y
pelean y yo no sé qué hacer. Emmett… Emmett y un chico que no conocía de nada
los separan y yo grito y grito pero nadie me escucha ¿Qué demonios pasaba? ¿Por
qué estaba con Damon así? ¿Por qué pelearon?
Me desperté sobresaltada con el cuerpo agarrotado y la
respiración errática. Genial, eran las 6: 30 de la mañana y todavía faltaba
bastante para que tuviera que prepararme para ir a clases. Lamentablemente eso
también significaba que tenía tiempo para pensar… y yo no quería eso. No, eso
sí que no.
Me levanté de golpe de mi cama y la ordené, luego rebusqué
en mi mochila y saqué el libro de ejercicios de matemáticas para repasar el
temario de hoy… y el de toda la semana siguiente. Por fin logré hacer tanto
tiempo que terminé saliendo tarde hacia el instituto. Y no quería ni pensar en
lo que me iba a tocar enfrentar hoy allí.
Sin dudas mentir y actuar nunca había sido mi fuerte, pero
‘aparentemente’ a partir de ahora tendría que comportarme como si me quisiera
ganar un maldito Oscar.
Tan solo esperaba que pudiera con ello… Y que nadie
terminara sufriendo por mi culpa.
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