EL INFIERNO TRAS SU MIRADA
CAPÍTULO 3
DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.
AVISOS PREVIOS: Escenas explícitas de; Violencia, violación, lenguaje adulto, perversión, maltratos… y derivados.
N/A: Este fic será oscuro y verdaderamente crudo. Para mí es simplemente es una historia más de las que rondan en mi cabeza, pero si a alguien le afecta en mayor medida todo lo anteriormente mencionado le aconsejo que se retire antes de siquiera comenzar. AVISO porque NO quiero RECLAMOS ¿OK?
―Silencio ―dijo entonces taladrándolo con la mirada unos
segundos―. Silencio… Shhh… Le estaba contando a Vicky que debería de estarle
agradecido por haberme dicho que Isabella existís en este lugar pero… ella es
tan solo una maldita perra egoísta que estuvo a punto de marcar MI mercancía
Cayo. Comprenderás entonces mi dilema ¿No? Tú sabes que yo cuido en demasía lo
mío así que ¿Qué crees que debería de hacerle a Vicky? ―hizo una pausa― ¿Crees
que debería de darle uno de mi preciados regalos? ¿Tú que crees Vicky? ―decía
el hombre con voz suave, casi anestésica en un punto, pero con la mirada
perdida en una lejanía de pensamientos.
Incoherencia.
Debate.
Locura.
―Cayo por favor… ―gimió Victoria reconociendo aquella
desvariada mirada y el peligro en ciernes que se avecinaba sobre ella― ¡Cayo!
¡Quítame q este loco de encima! ―gritó ella entonces presa de su desesperación.
Craso error.
La navaja viajó hacia ella como un borró sibilante que
cortaba el aire cual rayo cruz el cielo en tormenta repentina.
Los gritos.
El dolor.
Sangre.
Maldición.
Risas.
Llantos.
Crueldad.
Y el regalo se dio.
Una entrega magistral.
―Ahora… disfruta de tu regalo maldita perra asquerosa. Lo
disfrutarás cada día de ahora en más, y cada día te acordarás de mí… y de todo
aquello que jamás hubieses debido de hacer ―dijo este con voz calma. Fría.
Apática. Contenida mientras que de la percha que colgaba del fierro delante de
él, tomaba la tela blanca que Isabella solía usar de camisa en su denigrante
show de lolita para limpiar meticulosamente aquella hoja que ahora brillaba con
rojo carmesí.
El color de la sangre es como un poema para el pintor.
Tantos tonos, tantas fases. Rojo carmín, rojo señal, rojo cadmio, rojo borgoña,
rojo primario, rojo bermellón, rojo bordó.
Matices. Matices varios.
Hay tanta complejidad para imitar aquel bello y hechizante
color que brota con excesiva y hasta ofensiva facilidad y simpleza de cualquier
triste cuerpo.
Oh sí. Porque conseguir el tono exacto es todo un arduo
proceso. Una lucha, una batalla, una guerra entrañable e inacabable ente el
pintor, el pincel, y su paleta. Una pizca de negro por su intensidad, una gota
de terracota para su equilibrio, apenas de bermellón para iluminar y un toque
de zinc para transparentar. Equilibrio. Armonía.
Y, así y todo, la lucha y la debacle del pintor jamás
logrará la simpleza del acto ni la rapidez de sus fases desde que el abrir de
la carne y del brote de la cálida esencia toman su lugar.
El pintor pierde el tiempo en lucha de reflejar la
maravillosa simpleza de la naturaleza mientras que ésta tan solo sigue su
curso.
En este caso en particular, su esencia está podrida y es
clara y ofensivamente evidente.
La sangre se tiñe oscura y ácida. El óxido ferroso en
contacto inmediato con el aire toma el control.
Sí, oh sí, la sangre podrida mana sin descanso del corte
profundo que le ha abierto la mejilla desde el nacimiento del maxilar superior
hasta el pliegue que se forma al lado de los labios al sonreír, dejando una
mueca extraña y horrendamente fascinante.
Lágrima a lágrima, gota a gota, el elíxir de vida abandona
rápidamente aquel cuerpo, cayendo en cascada sobre la piel ahora pálida del
cuello y la tela –ahora sucia- de la prenda burda que la cubría.
Gritos.
Gritos varios.
Diferentes tonos.
Distintos modos.
Distintos, variados, diferentes… incomparables en todo.
Gritos de enojo, de dolor, de espanto, de conciencia. De
cruda razón.
De reconociemiento de un hecho mayor.
Dolor.
Miedo.
Crueldad.
Elecciones y reacciones.
Causa y efecto.
Ciclo en cadena.
Horror en distintos niveles, aspectos; en variadas fuentes y
razones, pero horror al fin y al cabo.
El llanto era lógico, un acompañante seguro para las
emociones que allí se presentaban y desbordaban. Pero la risa, esa risa
histérica, risa de hiena carroñera, era la que cortaba el ambiente como el
diamante al cristal.
―Nadie se mete con lo mío zorra. Espero lo recuerdes de
ahora en más ―dijo el hombre con el mismo tono que otros dirían ‘buenos días’. Sin inmutarse siquiera
ante la barbarie cometida―. Isabella, recoge tus cosas… y apresúrate, no deseo
demorar más de lo estrictamente necesario en esta pocilga ―agregó luego desdeñosamente
cerrando la ahora limpia y de nuevo reluciente navaja y guardándola en el
bolsillo derecho de sus pantalones.
― ¡Oh por Dios! ―boqueó alguien desde detrás de ella.
Irina, una chica tonta que había llegado allí hacía ya más
de dos años solo por pensar como tantas otras estúpidas que sería dinero fácil.
Había tantas así.
Ella, de ahí a un tiempo, solo pasaría a formar parte de una
estadística más… tan solo un triste y solitario número más. Un número sin forma
ni personalidad. Sin familia pasado ni futuro.
En síntesis, todas eran un número y, más tarde o más
temprano todas obtendrían el suyo.
Cayo solo levantó la mano y la abofeteó.
― ¡Vete a mamar a alguien puta de mierda! Tú no viste ni
oíste nada ¿Escuchaste bien zorra? ―gritó él a la chica que lo miraba con asombro
y terror sin modular aún palabra― ¡¿Escuchaste?! ―ella asintió y se giró para
irse pero Cayo le pateó las piernas con bronca mal disimulada haciendo que ella
cayera hacia delante.
No importaba. No en aquel momento. No en aquel mundo, así
que inteligentemente la chica tan solo se dignó a gatear alejándose de la boca
del infierno y luego –una vez ya más alejada- se paró con lentitud para salir
pitando de allí antes de recibir más de la ira de su jefe y dando la orden a su
estúpido cerebro de borrar esas imágenes y sonidos de su memoria. Ella no
quería terminar en una zanja. No aún.
Cayo sin embargo estaba que la sangre le hervía de pura rabia,
ciego de furia pero contenido obligadamente ante la realidad. Sin opciones.
Y la niña, la joven Isabella solo trataba de hacer funcionar
su cuerpo para responder con prisa la orden antes dada. Sin dudas ella no
quería un regalo de su ahora nuevo ‘dueño’, así que… si bien ella quería morir
era su oscuro deseo el morir por mano propia, al menos quería ser dueña de esa
parte de su destino ¿Retorcido? Seguro ¿Pero, qué no lo era en aquel mundo en
el que trágicamente se había criado? Por mano propia, por elección,
rápidamente, eso anhelaba; y no porque un loco viniera a ella con complejo de
carnicero o cirujano.
Al menos eso se dijo y se repitió.
Muy, muy en el fondo la cruda verdad era que, aunque no lo
aceptara, ella temía a morir, morir sin ser nada ni nadie, sin ser o sentirse
algo para algo o alguien.
Existir sin dejar huella para morir como si nada era sin
dudas la peor condena de un alma errante –pensó ella-, pero entonces, vivir…
vivir significaba calcinarse día a día al caminar a tientas sobre las mismas
llamas del infierno, caminar una y otra vez sobre aquellas brasas inextinguibles
en el que tristemente vivía prácticamente desde el día que nació.
Claro, su mente divagaba fácilmente pero, afortunadamente,
su cuerpo había comenzado a funcionar por simple inercia.
Tomó ciegamente unas cuantas cosas que ni se fijó qué eran y
puso todo en un bolso que quedó enorme en función a lo que llevaba. Y se quedó
allí. Parada como un perrito asustado. Un cachorro abandonado que todavía no
sabe nada sobre como defenderse.
Carslile suspiró pesadamente.
Estaba molesto. Ese maldito lugar tenía la facultad de
sacarlo de quicio y ponerlo de malas en cuestión de segundos y era por eso que
siempre evitaba poner un pie en él y tan solo enviaba a uno de sus hombres de
confianza. Hoy había sido necesario… y extrañamente productivo para él pero,
aun así, le molestaba estar allí y respirar aquel aire enviciado y enfermizo.
Aquel aire condensado y podrido.
El lugar y toda la estúpida gente que lo habitaba,
incluytendo a su hermano por supuesto, era de lo más despreciable para él.
Aún no podía creer que su padre, un hombre siempre
inteligente y casi visionario, hubiese permitido a inútil de Cayo manejar aquel
otrora rentable negocio. Este se había venido abajo tan rápidamente como cae un
castillo de naipes y resultaba sorprendente que siquiera funcionara aún.
Secretamente él o su padre habían tenido más de una vez que
sobornar a alguien para que no investigara demás ya que algunos de los pasos
idiotas de su hermano habías sido de lo más evidentes. Cayo era un idiota, un
niño que se cree gangster solo por el equívoco placer y poder que le brindaba
el golpear a una mujer… y él y su padre lo sabían, así que simple y resignadamente
le dejaban hacer hasta que el niñito se aburriera, como quien entrega el dulce
tras el berrinche solo para que ya no moleste.
Hasta que tuvieran que buscarlo en una zanja para limpiarle
el tiro en la cabeza.
Tuvo oportunidades y no las aprovechó, así que dejarlo jugar
al mafioso fue la última oportunidad que le bridaría Aro. Oportunidad que
obviamente no le sirvió de nada.
No importaba. Para Carslile solo se trataba de un negociante
más a tratar, uno de los tantos carroñeros que veía cada día. Uno bastante malo
a decir verdad.
Él no era alguien sentimental, el buen Carslile, su parte
dulce y noble se había muerto en él hacía ya mucho tiempo y ahora, en aquellos
momentos, los negocios eran lo único que lo mantenía centrado y activo.
El imperio Vulturi no se mantendría solo y eso estaba claro
como el agua.
Al menos para él ya que su hermano dejaba mucho que desear.
¿Q dicen?? Sí lo sé... fue algo ¿Sádico? este cap y el anterior pero bueno, creo que por algo tanto aviso verdad? Estos capis fueron más que nada para explicar el entorno, el estilo de vida y reglas que rigen en ESTE mundo. En verdad es triste y cruel pero hay casos muchos peores que esto y estoy segura que saben al respecto o al menos han escuchado de casos.
En fin... ^^ Plis, déjenme saber que opinan al respecto, que se les ocurre, lo que les provoca.... LO QUE QUIERAN... DÉJENME SABER SI LES INTERESA PORQUE, A FIN DE CUENTAS, NO ESCRIBO SOLO PARA MÍ, SINO PARA QUIENES LO LEEN =p
BESOS Y CUÍDENSE... GUADA ♥♥ ¿COMENTARIOS??
AY. GUADA ESTE CAPITULO RESULTO DELICIOSAMENTE TERRORIFICO ME ENCANTA EL TRAMA
ResponderEliminarme gusta que bella sea una mujer fuerte para poder soportar todo el infierno por el que tiene que pasar lo confieso tengo un miedo atroz de saber como le va a ir con su nuevo dueño espero que la traten un poco mejor se lo que dijiste pero se vale soñary sobre todo estas historias me tienen atrapada no puedo dejar de leerlas en espera del siguiente capi
ResponderEliminarsaludos y abrazos desde México
Sigo atrapada contigo!!!
ResponderEliminarmARGA
fantastico nena me encanto ...Gracias...
ResponderEliminarWow eso estuvo fuerte pero muy bueno el capitulo espero que a la pobre Bella le vaya mejor con Carlisle pobresita :( bueno esperando capitulo Nuevo pronto:)
ResponderEliminarterrible destino le espera a Bella, Carlisle será peor de lo que fue Cayo, puede que la trate un poco mejor si la hace su amante preferida, pero con eso viene la posesividad que ya mostró y las obsesiones no son buenas, no lo serán para Bella. esperando con ansias el próximo capí.
ResponderEliminarcariños. sandra