9 de mayo de 2012

El placer del pecado... Capítulo 3


El Placer del Pecado

Esta es la historia de dos jóvenes prohibidos desde el mismo instante de su creación.
Una historia de amor fraternal destinada a un caótico fin.
Un amor que simplemente es cenizas antes de que el fuego se encienda.
Un amor corrompido, repudiado, condenado… Un amor de pecado.

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Los días fueron pasando y la relación entre los niños sin duda sorprendió a más de uno. Los rumores fueron desgastantes y muchas veces hirientes y mal intencionados, pero ese era un problema de adultos así que ellos eran los que debían de hacer frente.
Los problemas o mejor dicho trámites legales fueron otra cuestión.
Esme sin dudas sentía que su vida se tambaleaba fuertemente bajo aquella pequeña presencia desde el mismo instante en que la vio pero, ¿Acaso podía culpar a una simple y ya marcada niña por errores y mal obrar de aquellos dos adultos inconscientes de las consecuencias de sus actos? No, sin dudas su corazón por demás sensible y materno no podría jamás hacer algo semejante, y luego, estaban aquellas palabras de la pequeña que se le habían grabado a fuego en su mente como si se trataran de una quemadura hecha por un hierro candente. Una herida que podría cicatrizar pero que era una obviedad señalar de que dejaría una marca entrañable en su ser, en su corazón, en su alma.
Aquella mujer que otrora fue su sombra, su reflejo de dudas, su miedo latente; había sido capaz de criar bajo las peores circunstancias a una niña despierta y vivaz que desde sus silencios analizaba todo cuanto sus brillantes ojos veían y a la que había preparado cuanto pudo para hacer frente al desprecio y odio que intuía o imaginaba que ella, como la esposa de Carslile y mujer despechada por su pasada infidelidad, le prodigaría a su pequeño tesoro.
No podría mentirse a sí misma porque en aquellas horas nocturnas en las que el silencio y la soledad la envolvían cuando su marido había ido a ver a su amante agonizante, ella sin dudas había tenido pensamientos muy crueles con ambas, tanto madre como hija –por más niña que fuera- en aquellos momentos en su mente no tenían distinción. Y eso solo hizo que la culpa en  esos momentos fuera solo mayor. Pero siguió. Obvio sus celos y dolores, su a veces necesidad de repartir culpas y castigos por su sufrimiento pasado y trató a aquella niña con delicadeza y comprensión, viendo ante sus ojos como se convertiría en una niña de ensueño para ella. Una niña que a pesar de su miedo y desconfianza primaria hacia ella poco a poco –y con la innegable ayuda de su pequeño muchacho- le fue cediendo, con el correr de los días, un pequeño pero profundo e innegable lugar en su corazón.
Por otra parte, Carslile…
Él era tan solo un hombre después de todo, un hombre tratando de conciliar lo mejor posible a las personas que más amaba en la vida de la manera más cordial que podía. Él sabía a lo que se enfrentaría desde el momento en el que decidió cumplir la última voluntad y deseo de la moribunda Renné, o al menos eso creyó. Sin dudas había esperado la renuencia de Esme y al menos el desagrado de Edward –por decirlo suavemente-, pero jamás, nunca jamás en la vida hubiera pensado en lo que sucedió en realidad y es por ello que se sentía tan… descolocado en un principio.
Cuando su mente por fin aceptó que nada malo –más allá de un acostumbramiento mutuo- pasaría en su ahora completa familia él por fin pudo respirar con tranquilidad y disfrutar de aquella felicidad que la vida le había regalado jurando y perjurando hacer todo lo que pudiera y más para hacerla durar. Y el primer paso en su mente era darle a Isabella, Bella como le recordaba su niño, fuera una legítima Cullen, a fin de cuentas era su derecho por ser sangre de su sangre.
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Los niños eran inseparables y Edward se comportaba muy sobreprotector con ella, cosa que a su vez ella recibía encantada. Incluso la protegía de sus padres quienes aun actuaban medio raro a veces. Y por fin, por fin luego de un par de días y sobrada insistencia, Isabella lloró su pérdida y su dolor entre los pequeños pero fuertes brazos de su hermano, quien la consolaba como podía, tratando de hacer a un lado el dolor que le daba su sufrimiento y brindarle a ella toda la fuerza que su pequeño cuerpo podía conjurar. Siendo todo lo que eran para el otro y pidiendo en silencio soterrado poder ser aun más. Las lágrimas caían y el paño las secaba. Sin prisa, sin demoras, cada gota cristalina tuvo lugar y respeto en aquel duelo, hasta que juntos fueron rescatados del dolor compartido por el sopor bienvenido del sueño conjunto.
Su primer secreto.
Las pesadillas por la noche eran insistentes así que finalmente él dormía con ella, abrazándola mientras espantaba los monstruos de sus sueños. Los padres no lo notaron hasta bastante después ya que Edward siempre se levantaba y se pasaba a su habitación antes de que el sol saliera… pero una noche, cuando su padre llegaba de una larga guardia, se asomó a la habitación de la pequeña para verla dormir y se encontró con la sorpresa de verla acurrucada a su pequeño, quien la abrazaba fuertemente frunciendo el ceño en cuanto esta se movía. Era algo tierno, y a la vez extraño de ver. Ese cariño y esa preocupación por ella, casi como si la sintiera su responsabilidad.
Ambos padres dejaron de intentar entender ese vínculo inquebrantable y extraño que veían en torno a ellos desde el mismo momento en el que se vieron. Para ambos fue verdaderamente difícil el hecho de no solo descubrir la silenciosa e introvertida personalidad de la sufrida pequeña, sino también batallar y redescubrir la personalidad de aquel chico que había cambiado tan drásticamente en cuestión de minutos, casi como si hubiese sido hechizado.
En su proceso de entendimiento ellos intentaron distanciarlos un poco, hacer que Edward jugara con niños de su edad y que Bella fuera e hiciera amiguitas en el jardín.
Nada funcionó.
Ellos estaban cada vez más tristes de día y más aferrados de noche, por lo que… resignados, cambiaron la cama de Edward por una de dos plazas  con la condición de que Isabella cumpliera con dormir una noche menos por mes hasta que pudiera dormir solita como una nena grande. Todo explicado con cariño y comprensión, todo infundiendo amor y aliento. En vano… Las pesadillas no solo fueron más fuertes en Isabella sino que además causaban pesadillas en Edward y mucha ansiedad en todos.
La primera noche los gritos simultáneos de cada habitación fueron estremecedores. Esme intentaba calmar a Edward y Carslile trataba de despertar a Isabella. Ambos niños aún sumidos en un sueño pesado y cruel que los atormentaba y los encerraba sin salida.
Aquella noche, el siempre seguro padre, el respetado médico, el hombre confiado no fueron absolutamente nada ante la visión de la visión de su pequeña, retorciéndose entre sus brazos con dolor y sufrimiento palpable. Carslile estaba desesperado, no sabía qué más hacer; hasta que una idea irrisoria y casi descabellada pasó por su mente. No esperó más, era lo único que se le ocurría, y, por alguna extraña razón, estaba seguro de que funcionaría.
Tomando fuerte pero gentilmente el cuerpo de la pequeña y aun con los gritos de ambos niños resonando en sus oídos bajo el aire y silencio nocturno, caminó con paso rápido y temeroso hacia la habitación de Edward para rápidamente dejar allí a su lado a su pequeña.
Fue sorprendente.
Ambos se callaron al instante.
Ambos quitaron el dolor de sus facciones dejándose ver de pronto con una más que envidiable paz en sus rostros.
Edward de manera instantánea se volteó hasta quedar de lado, extendiendo su bracito hacia un lado mientras que Isabella rodó para quedar de cara a él, acurrucándose contra él como cada noche al tiempo que él la envolvía en su abrazo mientras fruncía ligeramente su ceño para luego ir relajándolo al sentir el calor y aroma de su calmante. Era tan tierno, y a la vez tan… no había palabras, eran niños sí, pero sin dudas no se veían ahora como si fueran hermanos.
Un escalofrío recorrió la columna de Carslile cuando escuchó que ambos suspiraban en brazos del otro al mismo momento. Y él, el buen padre, reconocido médico, galante esposo, calló esos pensamientos en lo más profundo de su mente para nunca más dejarlos resurgir.

9 comentarios:

  1. ya siento que va a ser triste esta historia, buenisimo el capitulo.

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  2. desde niños se demostraron su amor :) que bello :S aunque son hermanos :( y Carlisle ya se dio cuenta del amor que tiene!!!! por fis sube muy pronto el siguiente :D y SUERTE CON LA INSPIRACIÓN!!!

    ATT: Rocío Quevedo

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  3. Guadiiiiiii... te la estas comiendo... excelente cap... espero pronto el proximo... saludos...

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  4. OMG soy nueva aqui pero e quedado fascinanda,me encantooooo....

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  5. por dios, qué buen capítulo. Carlisle ya se dio cuenta de lo que está pasando y lo que se avecina, quizás por eso prefirió callar sus pensamientos. Ellos desde el primer momento se aman, tienen una conexión mágica, pero que los hará sufrir mucho
    cariños. sandra

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  6. De corazón que no tengo palabras, la historia es demasiado buena, se que mucha gente va a juzgarlos sin embargo me da ternura leerla! Me encanta!! Un beso Guadi y te anotaste otro exito a tu lista!!

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  7. Hola me encanta el amor que se tienen y que el lazo cada vez sea mas fuerte aunque se que despues van a venir los problemas espero que todavia falte para eso en espera del siguiente capi
    saludos y abrazos desde México

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  8. no se como lograras disipar el sufrimiento que tendran x ser familia y aunque hoy nadie diga nada cuando creescan sera muy duro :)

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