19 de junio de 2012

El infierno tras su mirada... Capítulo 6


EL INFIERNO TRAS SU MIRADA

DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.

AVISOS PREVIOS: Escenas explícitas de; Violencia, violación, lenguaje adulto, perversión, maltratos… y derivados.

N/A: Este fic será oscuro y verdaderamente crudo. Para mí es simplemente es una historia más de las que rondan en mi cabeza, pero si a alguien le afecta en mayor medida todo lo anteriormente mencionado le aconsejo que se retire antes de siquiera comenzar. AVISO porque NO quiero RECLAMOS ¿OK?

***


CAPÍTULO 6

***

El llanto ahogado de Jane y la respiración agitada de Carslile eran los únicos sonidos que inundaban el coche…
El viaje fue una completa tortura que los envolvía a todos en un silencio sepulcral.
El aire se enrareció al condensar en el encierro los aromas tan nefastos de quienes allí coexistían. El sudor, la mugre, la sangre, el sexo.
El hedor del miedo.
La intoxicación de la impotencia.
Isabella tuvo que obligarse varias veces a respirar profundo por la boca para evitar que la bilis subiera más allá de su laringe.
El olor a derrota y a resignación eran aquellos que más le ofuscaban los sentidos porque, siendo sinceros; cosas como el olor a semen y flujo o a sangre y suciedad eran meros residuos físicos pegados a su cuerpo pero que con un buen refriegue podía llegar a quitar pero, aquellos aromas que la aturdían y que sentía pegados justo por debajo de sus fosas nasales eran… algo más. Ellos le hablaban de la desesperación y desesperanza que emanaban de lo más profundo de su ser putrefacto.
La hacían ver, sentir, oler, degustar y hasta entender cuan quebrada estaba realmente. Cuan jodidamente podrida se encontraba.
Y una vez más -una más de las millonésimas en su haber- quiso morir.
Morir para ella era casi como algo sublime, era su paz, un milagro… Uno que casi sentía o merecer ¿Por qué? No sabría decirlo pero así lo sentía.
Ella era, ella.
Si alguien mirara dentro de su mente, libre de tiempo y voluntad no podría entenderla y no podría por el simple hecho de que ella misma no lo hacía. Resultaba casi una obviedad para cualquiera que la viera que ella simplemente estaba perdida, muy perdida, incluso dentro de sí misma.
Muchas veces Isabella se imaginaba a sí misma como una pequeña persona del tamaño de una mano, completamente desnuda y sola, tan solo existiendo sobre, delante y rodeada de un fondo intensamente negro.
Ninguna luz pero su cuerpo se veía. Ninguna forma más allá de su ser desgarbado.
No se imaginaba en una jaula como a veces-muchas veces- creía estar, no se imaginaba en un inhóspito y bonito lugar alimentado esperanzas vanas que a la larga solo le terminarían por atormentar más.
Solo ella y la nada.
Ella y su abismo infinito.
Perdida.
Olvidada.
Y simplemente allí, con el mentón pegado al pecho y los cabellos grasosos cayendo por sobre ella, de pronto se veía elevar la cabeza y escucharse comenzar a gritar y a gritar hasta quedar lentamente sin voz, sintiendo en el proceso como su garganta  quemaba, ardía mientras ella bramaba cual animal herido y abandonado. En resumen, eso era ella.
Éste era entonces uno de esos momentos.
Isabella sintió el hedor de la podredumbre propia y de pronto se evadió así misma para comenzar a verse pequeña, muy pequeña -más que otras veces- en su mente, caminando turbada de un lado al otro sin siquiera pisar algo firme debajo de ella más que una absoluta oscuridad para así, de la nada, parar y comenzar a gritar con ensordecedor desespero mientras con sus manos tironeaba sus cabellos mugrientos por entre sus dedos.
Gritó y gritó. Bramó y se ahogó sin cesar durante todo el camino sin notar, ver o escuchar algo más que sus propios y horribles alaridos.
Su cuerpo completamente tenso. Su rostro inundado de desolación. Una que ninguno notó puesto que a nadie le importaba verdaderamente… Así que hizo lo que pudo para subsistir, un segundo más, un minuto más…
Aunque, muy dentro de su mente comenzaba a formarse una gran interrogante. Una que prefería evadir por el momento por más que dicha pregunta siquiera haciendo una especie de eco fantasmal dentro de ella…
¿Subsistir para qué?
Gritó aun más fuerte con todo lo que tenía, con todo lo que era. Con fuerza, con ganas, con más todo.
Y solo fue.
Ella, sin siquiera darse cuenta era constantemente observada por su ahora, muy cabreado, ansioso y hasta cierto punto comprensivo dueño.
Él sabía que en realidad la pequeña joven que s encontraba a su lado con mirada ausente no había caído aún en su nueva realidad.
La miró. La miró bien, detenidamente.
Isabella simplemente parecía una extraña mezcla entre un cervatillo asustado presto a correr y uno de esos cachorros abandonados que por no tener una guía mueren pronto y aún inexpertos. Sin embargo -suspiró-. Sin embargo aquella joven tenía algo… no sabría precisar qué exactamente, solo… algo.
Y él lo quería.
No importaba el coste, no importaba el precio. Él la quería y la tendría.
El lamento y la preocupación por la existencia de otro que no fuera él hacía ya tiempo que habían sido enterradas.
No, él no sería de ninguna manera como el estúpido de su hermano. Él no la castigaría físicamente -a menos que le resultara estrictamente necesario, se dijo al instante-. No. Lo que él quería y reconocía, era aún peor. Él la quería a ella. Toda ella a su entera disposición. Quería su alma, su ser, su esencia… solo para él. Y entendió entonces a su hermano, su desesperación al saberla perdida.
Extraña joya”, murmuró muy, muy bajo. Más para sí que otra cosa. Ella era una especie de ámbar. Una joya nacida de lo ordinario. Era un diamante en bruto, podía sentirlo. Él sí sabía reconocer las señales, sabía que ver y buscar para el negocio… pero…
Por primera vez en mucho tiempo sería completamente egoísta. Ella sería de él. No iba a ingresarla al mercado, aún, a pesar de saber que de hacerlo ella sería una ganancia más que segura.
No. Ella sería de él y solo de él… bueno, de él y del resto de sus perversiones.
Hubo un tiempo en el que su corazón fue por demás al extremo de tonto y bohemio.
Débil.
Tontamente se dejó eclipsar y abrazó ciegamente la idealización del amor que sentía. Sí, estúpidamente se enamoró… y fue entonces cuando él conoció el infierno.
Pero no importaba, no realmente. Él creció y maduró. Las ideas e idealizaciones murieron en él, por él, para él. Carslile no dejó que el dolor, la pérdida y el enojo lo dominaran. Se volvió frío, calculador, e incluso muchos dirían un déspota, un digno hijo y sucesor del magnate mafioso que algún día ya no tan lejano debía reemplazar.
Eso era lo que se esperaba de él.
Eso era lo que debía ser.
Eso era en lo que se había convertido.
No estaba honroso u orgulloso de ser lo que era y tampoco era que se lo cuestionara mucho, cierto era que en realidad tan solo trataba de no pensar siquiera en ello. Tras aquel fatídico día en que su corazón se rompió y el infierno le llegó tan solo se limitó a ser lo que en verdad era, en lo que rugía en su sangre. Se limitó a ser.
Ahora, tanto tiempo después, había conseguido mucho.
Respeto.
Poder.
Reconocimiento.
Y lo que más disfrutaba… su pequeño séquito de placer.
Oh sí, finalmente, tras tantos años de ver, sentir, oler y escuchar tantas listas y descarados comentarios sexuales, cosas tan depravadas que al mismo Sade asustarían y que por obvias razones rechazó, él… cedió. Cedió a sus instintos… y los complació.
Con temor y ansiedad fue adquiriendo cada uno de sus juguetes, de sus creaciones. Jóvenes rotos iguales a ella, jóvenes podridos y resignados. Temerosos y endebles. Maleables, terriblemente maleables y complacientes.
Perfectos.
Pero como todo en la vida, cuanto más se tiene más se quiere… Sí, con cada juguete/tesoro nuevo que adquiría, su perversión crecía. Ellos eran sus obras y su maldición, su recuerdo constante de lo que era, de lo que había llegado a convertirse.
Pero, ante todo -y primero que nada-, él disfrutaría de aquella pequeña rubia ratonil que iba temblando en el asiento trasero.
Él arrebataría su inocencia. Le arrebataría -en cierta forma- su infancia. Su esperanza. Lo haría, no dudaba ni tenía problemas con ello. Lo que sí le importaba era que al menos la tomaría completa… y esa tierna etapa sería entonces suya.
A sus ojos, su pureza e inocencia pasarían a ser completamente suyas y eso le encantaba porque la de él… la suya se había extinguido hacía ya demasiado tiempo, demasiado pronto.
Como consuelo, no sabría decirse si propio o para ella, él sería un buen amante. Tentaría su carne y se tomaría su tiempo en despertar sus sentidos. Tenía ya buena experiencia en ello.
Muy pronto, sus cavilaciones terminaron. No recordaba haber pensado a conciencia ni por un segundo en el camino que debía tomar así que internamente agradeció a su inconsciente, subconsciente o lo que fuera por haberlo guiado  sin demora hacia su casa. Su mansión. No hogar, no; esa era simplemente su casa, solo eso. Grade, costosa, luminosa, eso era… pero nada más. Nada de calidez y calor al llegar, nada de sonidos burbujeantes ni destellos de paz y alegría. No, nada de eso, y por ello es que esta mansión enorme y alejada del resto tan solo como una simple y fría casa más. Aunque ésta en realidad sería mejor definida como su templo personal de placer.
Observó un momento más la fachada desde el resguardo del auto y luego salió de él para abrir la puerta trasera y sacar a la pequeña Jane y su horrenda y destartalada bolsa, tomándola fuertemente del brazo para comenzar a ir hacia la puerta del copiloto donde pudo ver -medio sorprendido-, que la joven que le hacía picar las manos por el deseo de profanarla, se encontraba ya de pie fuera del auto observando la casa como si fuera veneno puro que le dieran a digerir a voluntad.
No aguantó más.
Tenía que tocarla.
―Espero que te agrade Isabella. Vamos, entremos ―dijo tomándola también entonces y sintiendo como sus brazos se tensaban con él para luego obligarse a relajarse.
Él quería poseerla… ya.
Quería marcarla, reclamarla. Quería hacerla suya en demasiados sentidos… pero primero quería obtener algo e su pureza perdida ―pensó alegremente mirando en un segundo a la más pequeña de ellas.
Sí. Su mente enferma tenía un plan completamente desquiciado. Su razón lo abandonaba un poco más con cada decisión que tomaba en aquel mundo olvidado del infierno.
La locura de la desesperanza haciendo mella en él.
Lo bloqueó.
Tomó ambos brazos y los apretó para guiarlos a su ritmo hacia la muy presuntuosa entrada.
Él pasó y, mientras ellas se quedaban a un paso de traspasarlo para seguirlo temerosas de terminar de ingresar a aquel gigantesco y frío lugar, él giraba orgulloso… tomando el papel del que siempre hacía gala en aquel lugar.
El papel de dueño, señor y destino.
Bienvenidas am mi mundo ―siseó acercándoseles―. Bienvenidas a mi infierno.


8 comentarios:

  1. Comienza el terror??? Intento ponerme en la piel de ellas y francamente me horrorizoooo!!!! pero me tiene enganchada esta historia...

    Besos

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  2. rayossssss comenzo el infierno ,me trae fascinada la historia...Gracias nena...

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  3. Hola omg me tienes con el alma en un hilo al no saber que va a pasar con ellas en el mundo de Carlisle quiero pensar que aqui les va a ir un poco mejor me gustaria que Bella no este tan deprimida se que no es facil la vida que tiene pero me gustaria saber si va a encontrar algo que le de esperanzas y sobre todo ganas de vivir no me gusta verla tan deprimida en espera del siguiente capi
    saludos y abrazos desde México

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  4. OH DIOS MIO CREO QUE CARLISLE ESTA UN POCO LOCO BUENO SI ASE LO QUE HACE Y CREE QUE ESTA BIEN. PERO COMO DICE EL ESTA QUEBRADO Y ALGO MUY FEO LE TUVO QUE PASAR PARA SER LO QUE ES AHORA. BUENO ESPERO QUE TAN SIQUIERA LAS TRATE MEJOR DE LO QUE LAS TRATABA SU HERMANO. O.O

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  5. me encanta esta historia y pensar que la realidad supera a la ficcion la trata de blancas............ fascinante , fascinate esta historia.

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  6. ohh dios!!! me encantaa!!!! .. me encanta Carlisle cuando no es "tan bueno" y que sea un pervertido de lo peor .. ufff!!!! ..

    EN FIN, GRACIAS TOTALES POR OTRO BUEN CAPI... NOS LEEMOS !!!

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  7. Owwwww veremos ya el infierno???
    Muy buen capitulo como todos los pasados, me gusta mucho tu manera de escribrir te mando un abrazo y nos seguimos leyendo!

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  8. comienza el terror ¿será que Bella con el tiempo se enamora de Carlisle y viciversa? ¿lo rescatará ella del infierno psicológico en el que él está sumido?, creo que él si la amará, ¿cómo terminarán ellos?, eso ni puedo aún imaginármelo, todavía todo es muy horroroso, cruel, enfermo, quizás con el tiempo, lo que aún no se es si Edward entra en la historia
    cariños. sandra

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