Disclaimer: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría. Cada capítulo basado en un tema del grupo The Veronicas
EMMETT POV.:
Otro día sin ella. Otro maldito día sin verla o escuchar su
dulce voz.
Horas, minutos, segundos que se clavaban como estacas en mi
pecho, justo en el lugar donde otrora hubo un enamorado corazón, uno que en verdad
amó y que ahora… Ahora solo había un hielo infernal allí. Tanto era el frío que
de a poco sentía que iba congelando mi alma. Tanto era, que cada vez me costaba
más respirar.
Lo sé, soy un idiota ¡Sí, lo sé! Lo sé.
Fui un bastardo afortunado que nunca pudo valorar lo que
tuvo, creyendo como el infeliz que era que todo era dado por sentado, que
siempre estaría allí para mí. Que…
¡Qué estúpido fui!
Reitero. Lo sé.
Sé que me merezco cada adjetivo denigrante que se conociese,
é que soy de la peor calaña y bazofia que se pudiera conocer pero… No, no hay
pero que valga lo reconozco.
¡Dios! La extraño. Extraño como todo era tan jodidamente
perfecto antes.
Extraño su risa y su sonrisa. La dulzura con la que me
hablaba y el amor que me profesaba. Su aroma, sus ojos, su cabello sedoso
volando al viento.
Todavía era capaz de sentir su pequeña figura perdiéndose en
mis brazos… “el abrazo de mi oso” como ella solía decir sonrojada entre risas.
¡Sus sonrojos! ¡Joder! Sus sonrojos –pensé suspirando una
vez más de puro anhelo-. Como amaba esos delicados pómulos cuando se coloreaban
desde el más tenue al más intenso rosado.
La amaba, aún la amo… Y lo arruiné.
― ¡Diablos! ―gruñí estampando la lata de cerveza que tenía
en la mano contra la mesa.
― ¿Aún te lamentas? ―preguntó una voz bastante familiar
detrás de mí.
― ¿Te molesta?
―No, no realmente. Solo que no puedo creer como eres capaz
de lamentar tanto algo que no puedes remediar y no hacer nada al respecto para
siquiera merecer una segunda oportunidad ―sentenció él tan directa y crudamente
como siempre ¡A la mierda con él! Estaba harto… harto de él, de sus ironías, de
sus… arrg, estaba jodidamente harto de mí.
Lentamente me paré y me giré hacia él.
― ¿Y crees que la merezco? Joder Steve te creí más
inteligente ―dije antes de seguir mi camino hacia mi habitación y frenando en
seco cuando escuché nuevamente su voz.
―No, no la mereces. Pero sin embargo ni tú ni yo somos
quienes para juzgar eso. Al menos deberías darle a ella esa mínima opción. Ya l
ha de haber pasado bastante mal y tú aún no asumes su final, así que… ¿Por qué no intentar
ganártela de nuevo para así acabar con esto de una vez? Te acepta, eres feliz.
No te acepta, será definitivo y no te quedará otra que avanzar ya que en este
momento te encuentras estancado en ella y ninguna palabra que no sea
proveniente de su boca y de su voz hará ningún efecto en ti.
― ¡Por Dios! ¿Apenas llevas un año de carrera de loquero y
ya puedes dar ese tipo de diagnóstico y consejo? ―pregunté para luego lanzarme
a reír de él. Estaba nervioso, sus palabras inoportunas me habían dejado así.
―No te pongas a la defensiva, analiza bien lo que quieres
pero, una pregunta debe razonar tu mente ¿Estoy enamorado de ella o de la
ilusión de como me hacía sentir en el momento en el que todo estaba maravillosamente
bien en mi vida?
Jodido-Hijo-De-Putas.
―Ya cállate Freud, tú no sabes nada. Pero, sí… pensaré en
ello ―sonreí socarronamente―, quizás es momento de volver a por ella ―dicho
esto, me fui.
Y, ¡Joder! Vaya que lo pensé.
No sus estúpidas preguntas, sino el hecho de darme otra
oportunidad con ella. Sé que la había cagado –literalmente-; pero estaba
arrepentido, sufría por ella… Aún la amaba. Y estaba seguro de que ella también
me seguía amando a pesar del dolor y el enojo que de seguro sentiría en mi
contra.
Con esto en mente pasó el mes y medio de exámenes que tenía
por delante y al fin, al fin, conseguí arreglar todo para regresar a Forks,
regresar a ella… Al menos durante dos semanas.
Sabía que no era mucho tiempo pero a este punto estaba
completamente seguro de que la tendría pronto conmigo y esto me tenía eufórico.
Hacía ya ocho meses que todo se había arruinado.
Hacía siete que no la veía.
Hacía seis que en verdad caí en la cuenta de la gravedad de
lo que había hecho.
Hacía cinco que era un lamento en vida.
Hacía cuatro desde que –medianamente- recuperé mi antiguo
trato con mi familia.
Hacía tres desde que prácticamente no sabía de ellos más que
lo esencial.
Hacía dos desde que decidí luchar en verdad para reconquistarla
y conseguir que todo fuera como antes.
Uno desde que me estaba volviendo prácticamente loco con
tantas diversas teorías.
Dos semanas desde que terminé con todo lo que allí me ataba…
… Seis horas desde que abordé el avión con destino a ella…
Y… Cinco minutos desde que choqué con la cruda realidad.
.
.
Llegué temprano y un día antes de lo acordado ya que, antes
que nada, quería sorprenderla. Si supiera…
Entré en mi casa bajando del taxi con las dos maletas.
Abriendo con mi llave habitual.
― ¡¿Hooolaaa?! ―grité preguntando.
― ¿Emmett? ―preguntó en voz alta mi madre saliendo de la
cocina con su delantal diario y con una inmensa sonrisa de sorpresa plasmada en
su siempre dulce rostro.
―Hola.
― ¡Emmett! ―gritó la enana desde lo alto de la escalera.
Ambas mujeres volaron a mis brazos y yo las recibí gustoso.
Hacía tiempo que no veía a mi familia, y menos tan a gusto conmigo después de
todo aquello.
―Bueno, bueno… Veo que me han extrañado al menos un poco.
―Oh, calla tonto ―susurró la enana apretándose contra mí.
― ¿Por qué no has avisado? ¿Está todo bien? ¿Pasó algo?
―mamá.
―Shh, todo está bien, todo está perfecto. Recién ahora puedo
adelantar trabajos para quedar con algo más de tiempo libre y venir aquí con
verdadero tiempo para las visitas. Los extrañé ―dije levantándolas a una con
cada brazo del piso para luego bajarlas con cuidado.
―Owww ―dijeron ambas apretando su abrazo.
―Pero bueno, ¿Qué cuentan? Últimamente no hemos estado
hablando mucho ¿Y papá? ¿Y Edward?
Ellas se miraron fugazmente. No entendí el porqué.
―Tu padre está trabajando, pidió unos días a partir de
mañana y por eso está haciendo algunas horas extras ―dijo mi madre sonriente
soltándose de mí para ir hacia el sofá del living a nuestra derecha. Yo la
seguí aún abrazado a la enana.
―Ya veo ¿Y Ed? Hace mucho que no sé de él ¿En qué anda?
―Bueno, él está bien. Está ocupado con exámenes y…
― ¡Ay ya mamá! ―gritó Alice de repente muy enojada ¿Qué
rayos pasaba?― Lo sabrá ya tarde o temprano ¿No?
― ¡Alice! Esto no es asunto tuyo, mejor…
De ahí en más todo pareció ir en cámara lenta. El sonido
quedó apagado en mis oídos, tal y como si me hubiera aislado del mundo. Era una
sensación onírica casi.
Pasé de ver discutiendo a mi madre con Alice -por algo que
en verdad me tenía intrigado ya que al parecer me concernía- a escuchar el
sonido de risas provenientes de la puerta de entrada. Cortando la discusión de
tajo.
Mis latidos se aceleraron sin saber muy bien porqué y un
escalofrío de antelación recorrió cada una de mis vértebras.
Ellos entraron corriendo entre risas, tan solo parando a
cerrar la puerta para luego perderse en un beso que estaba seguro que no se
hubieran dado si hubieran estado conscientes de los tres pares de ojos que no
les quitaban la mirada de encima.
No supe cuantos minutos pasaron. Solo que me quedé allí,
viendo como ellos se comían la boca hasta dejarse sin aliento y como se tocaban
con las manos recargados contra la pared de lado a la puerta. Finalmente
reaccioné en el momento en el que escuché un sonoro carraspeo a mi lado. Alice.
Ambos saltaron aun con las sonrisas pegadas en sus sonrojados rostros,
girándose con lentitud hacia el lugar del cual provino el sonido… Y quedando
totalmente pálidos y estáticos al vernos… Al verme.
Y luego todo se fue rápidamente al carajo.
Yo gritándole a Edward todos los improperios habidos y por
haber.
Alice gritándome que la culpa era de ambos.
Edward gritándole a Alice y a mí que nos callásemos.
Bella gritándole a Edward que se fueran.
Y mi madre, mi dulce y tierna madre, gritando como una fiera
a todos que nos calmáramos.
Al final no lo soporté y me abalancé sobre él.
Gritos de todas las mujeres llenaron el espacio, pero yo
estaba enceguecido así que aquello me importó bien poco en realidad. Logré
atinarle un golpe, un puño en la mandíbula que le giró por completo la cara y a
punto estuve de darle otro cuando Bella se interpuso un segundo antes con los
ojos ligeramente fruncidos esperando recibir el impacto por él. Aquello me
descolocó aún más, lo reconozco. Por suerte reaccioné a tiempo. Tan solo rozando
sus cabellos con mi puño cuando este terminó incrustado en la pared, justo al
lado de su asombrado, enojado y tenso rostro. Todo se paralizó entonces por
unos segundos.
Lo siguiente fue que Edward giró a Bella mirándola con
absoluta preocupación y comenzando a decirle lo estúpida que era por ponerse
así, en medio de una pelea, mientras ella llorando le acariciaba el lugar en el
que ahora se enrojecía el anterior golpe y en el que ahora la piel se estaba
ligeramente hinchando. Momentos después mi madre estuvo delante de mí con los
ojos lacrimosos comenzando un sermón al cual no presté ninguna atención.
Desviando la mirada tan solo pude ver a Alice mirando todo
con ojos tristes.
― ¿Cómo pudiste Edward? ―escupí con puro odio.
― ¡¿Qué?! ¿Él? ¿Cómo pudiste tú? ¿Quién demonios te crees
que eres para venir y arruinarlo todo… De nuevo? ―me gritó Bella girándose
rápidamente para encararme con los ojos llenos de puro… ¿Odio también? ¿Hacia
mí?
Su mirada me congeló.
―Shh, tranquila ―susurró él abrazándola. Mis puños se
cerraron en respuesta, listos para otro impacto―. Vamos. Te llevaré a tu casa.
― ¿Pero?
Él colocó un dedo delicadamente sobre sus labios y negó
suavemente con la cabeza. Una conversación silenciosa pasó a través de sus ojos
y luego ella tan solo asintió resignada.
Y eso fue todo.
De aquello ahora hacía ya tres días. Tres días en los que
casi no he dormido. En los que casi no he hablado con nadie. Joder ¡Todos lo
sabían! Todos lo sabían, y nadie dijo nada. Y yo aquí, haciendo el papel de
galante idiota. Arrg, quería romper todo.
No. Había venido para algo y no me iría sin escuchar lo que
sea que fuera de su boca, de sus dulces labios.
Era ya de madrugada, todo se encontraba en calma, en total
silencio y quietud. Otra noche sin dormir. Y fue entonces cuando lo hice. Antes
de que me arrepintiese salté de la cama, me enfundé en unos pantalones de jeans
y una camiseta negra ajustada, las zapatillas y todo lo necesario para salir de
allí –llaves de la casa, del coche, billetera, celular, campera-. Con todo aquello
al fin listo bajé la escalera a la carrera y volé al jeep, a aquel auto que
tanto amaba, y salí rumbo a mi destino.
Quince minutos. Eso fue todo lo que me tomó llegar allí.
Treinta más fueron los que me tomaron para reunir el valor suficiente y bajar
del coche… Y unos cinco más para ir lentamente
caminando hacia su puerta. Y llamar.
Sí, bueno, a pesar de todo lo que me he demorado aquí dando
vueltas tan solo eran las 8:24 de la mañana, lo más seguro es que estuviera
durmiendo ¿no? –pensaba cuando tras unos minutos de llamar a la puerta vi que
nadie contestaba.
De pronto y de la nada –ya que ningún ruido me avisó de
ello- la puerta se abrió dejando a la vista a una muy adormilada Bella, con la
bata ligeramente entreabierta. Sus ojos se abrieron ampliamente cuando me vio
allí, parado torpemente frente a ella con las primeras luces del alba
despuntando en el lejano horizonte.
― ¿Emmett? ¿Qué…? ―preguntó visiblemente nerviosa arreglando
su cabello –o intentándolo- y ciñendo su bata a su forma para cubrirse.
―Hola. Mira, sé que no son horas pero yo… Necesito… arrg,
necesito hablar contigo. Puedo esperar. Si quieres podríamos hablar aquí o
donde quieras eso no es probl…
―Alto. Emmett, son las ¡¿8:30?! ―gritó al ver la hora detrás
de sí en el reloj de la pared detrás de sí. Luego se apoyó frotándose los ojos
contra la puerta y suspiró―. De acuerdo ¿Podrías esperarme mientras me arreglo?
En unos minutos salgo ―no se me pasó por alto el detalle de que no me invitó a entrar
¿Quizás llamara a Ed? Tendría que esperar y ver.
―De acuerdo, te esperaré en el jeep ―ella sonrió un
microsegundo y y supuse saber a que se debía aquello. El jeep.
―Bien, ahora salgo ―dijo cerrando la puerta despacio sí,
pero en mi cara.
Veintisiete minutos y treinta y nueve segundos después fue
cuanto tardó. Y no es que estuviera contando, noooo ¡Qué va!
―Vamos ―dije, con un pequeño atisbo de sonrisa escapándoseme
sin mi permiso.
Sucede que de pronto me vi invadido por los recuerdos de
cuando secretamente pasaba a recogerla para escaparnos solo los dos un rato,
solo por el placer sencillo de sentirnos, de hablar, de disfrutar del otro.
Observé como Bella se frenaba unos segundos delante del
coche y como segundos después giraba su hermosa cabeza para mirarme con,
desconfianza. Luego sin decir palabra subió al coche mientras que yo le tenía
la puerta.
Estaba completamente decidido a comportarme lo más
civilizadamente posible ya que después del “incidente” yo la había tratado
bastante mal y ahora me odiaba por ello. Si tan solo hubiera sido menos
estúpido, ella, ella…
― ¿Vamos? ―preguntó ella en tono de duda mientras yo trataba
de ocultar mi aturdimiento. Asentí y arranqué.
Lo cierto es que no tenía muy en claro donde llevarla. Hice
rápidamente un paneo general de opciones y sonreí ante la más viable… El claro.
Aquel en donde comenzaron las consecuencias de mis estúpidos actos –bueno en
realidad fue en una fiesta en la cual me emborraché demás pero la significativa
ruptura fue aquí.
Finalmente llegamos. Ella lució bastante sorprendida por el
lugar elegido, pude verlo en su rostro, pero no dijo absolutamente nada al
respecto. Bajé y fui a abrirle la puerta para ayudarle a bajar, mas ella no me
esperó y tan solo saltó sola de él, cerrando de un portazo la puerta,
remarcando entonces el silencio atronador del lugar. No dije nada ¿Con que fin?
Caminé hacia el baúl y tomé la manta, la misma que en algún momento ella misma
usó y que aún conservaba pequeñas salpicaduras y manchas de pintura en ella, y
me fui hacia el centro del lugar para extenderla y así poder sentarnos. Estaba
cagado de miedo. Necesitaba que… la necesitaba de nuevo en mi vida, necesitaba
tenerla a mi lado y que todo volviera a ser como antes.
Observé como lentamente ella se acercaba y se sentaba en el
otro extremo, dejando un graaaan espacio de por medio entre nosotros, uno que
yo sentía como el mismo abismo.
― ¿Y? ―preguntó luego de unos segundos mirando hacia el
cielo.
― ¿Y qué? ―pregunté a su vez un tanto descolocado.
El verla allí, tan pacífica, sencillamente mis pensamientos
volaron. Pero el bufido que emitió sin dudas me trajo de nuevo a la realidad.
―Emmet ―suspiró― ¿Por qué lo haces? ¿Acaso no me has lastimado
ya lo suficiente? ¿Qué rayos es lo que quieres? Han pasado ocho meses desde
que… aquello pasó, muchas cosas cambiaron ¡Todo cambió!... Yo cambié ―dijo esto
último en un bajo susurro que, de no ser por el silencio del lugar y el hecho
de tenerla tan cerca no la habría escuchado―… Y también tú por lo que veo ―hizo
una leve pausa y luego su rostro se encrespó― ¿Entonces? ¿Por qué vienes luego
de tanto a exigir cosas que ya no existen? ―me dijo ella sin mirarme con toda
la calma del mundo, aunque de fondo se pudieran notar claramente sus
sentimientos de rabia y dolor.
―Bella, en estos meses… ―suspiré― No sabes el tiempo que me
la he pasado acostado pensando en ti. Nadie, absolutamente nadie me vio
peleando contra mí mismo para no venir antes, para ya no joderte más. No me lo
refriegues en la cara ¡Ya sé lo que hice y aun me siento mal por todo aquello!...
Todavía te quiero. No te das una idea de lo que he sufrido y llorado, queriendo
aunque fuera por teléfono suplicar tu perdón. Por favor, no me digas que es
demasiado tarde ¡Por favor Bella dame una oportunidad! Dame la oportunidad de
que todo sea como antes de que la jodiera ―dije todo de corrido―… Sé que sales
con mi hermano tan solo para lastimarme, sabías que en algún momento me
enteraría y que me dolería… Lo lograste ¡no lo hagas más! ¡Lo siento!
― ¡Ya es tarde Emmet! Y, te soy sincera… Si hubieras dicho
algo de esto, así, aquel día en mi casa luego de todo de todo aquello
seguramente te lo hubiera creído y creo que hasta incluso perdonado todo, TODO
Emmet, TODO. Pero no, aquel día incluso me gritaste sin siquiera tratar de
entender cuan dolida estaba. Esto nunca fue un “nosotros”… fue sobre ti
¡Siempre es sobre ti! ¿No te das cuenta de lo que acabas de decir? ¿No te das cuenta de lo egoísta que eres? Vienes
aquí, después de que hace ocho meses me metiste los cuernos con en ese entonces
mi mejor amiga y luego desapareces durante siete eses pretendiendo que con un
“lo siento” ya vuelva a tus pies para que tú te puedas sentir mejor contigo
mismo. Pues no Emmett, lo nuestro se acabó ese día en que me di cuanta de que
lo nuestro era tan solo una jodida mentira, una fantasía. Te perdono, sí, de
verdad que lo hago. Pero lo nuestro se acabó ―dijo ella de manera rotunda
apretando los puños a los lados de su cadera porque para aquel entonces ya se
había puesto de pie al igual que yo.
Podía ver cuan convencida estaba por el brillo de sus ojos.
Esos hermosos ojos chocolates que siempre decían más que sus palabras.
―Y no te atrevas a hablar o tan siquiera opinar de la
relación que tengo con Edward por simple despecho. Nadie lo planeó, solo… se
dio. Y créeme que yo sí luché para que no pasara justamente por el jodido y
patético hecho de estar ligado a ti ―escupió con ¿Desprecio?
Creo que preferiría que me odiara a que me despreciara así o
que sienta pena por mí. Me estaba destrozando ¿Qué acaso no se daba cuenta?
¡Quería gritar! ¡Espera! ¡Estoy tratando de salvarnos!... Por favor Bella… No
digas que todo ha terminado.
Con el lanzamiento oficial de “Party”, Girls’ Generation ha continuado en
el primer lugar en tiempo real en varias listas de música logrando un
“all-kil...
Hola a todas, este es un pequeño regalo, pensado para la Pascua del Conejo
(de Resurrección para los creyentes), pero que no me aguanté de publicarlo.
Espe...
1. La configuración del sistema de Reviews Anónimos se regresó a la
anterior, en donde uno podía poner un nombre en vez de usar el nombre por
defecto de "I...
Hola... He estado trabajando en mi tesis, sin dejar de ver algunas cosas de
Rob y Kristen. He abierto los comentarios en este post para que nos
pongamos al...
Los episodios tienen una duración aproximada de 42 minutos. El capítulo
piloto se estrenó el 19 de mayo de 2009 en los Estados Unidos.
La entrada Glee Te...
Nombre: Mi Corazón En Tus ManosNombre de la Autora: Juani HernandezGenero:
Romance, historicaAmazon610 páginas Sinopsis: Cuando la Princesa Gabrielle
descu...
AHHHHHHHHH...
ResponderEliminarNO QUIERO QUE SE QUEDE CON EMMETT...
ES QUE EMMETT NO PUEDE ENTENDER QUE BELLA NO ES PARA EL????
ESPERO QUE TODO SE ARREGLE...
MUY BUENO...
BESITOS...
PAZ