23 de febrero de 2013

Una historia cantada... Capítulo 8

Untouched


Disclaimer: Los personajes pertenecen a S. Meyer y las historia es de mi autoría yyyyy, este cap está basado (como todos) en un tema de The Verónicas. Espero les guste ;)




BPOV.:

Dos meses habían pasado. Y... juro por lo más sagrado que han sido los más hermosos de mi vida.

Finalmente con Ed no solo éramos los novios más jodidamente felices, sino que también estado declarando nuestros sentimientos todos los días desde aquel gran momento. Yo literalmente sentía que caminaba sobre nubes cada vez que estaba con él.

A donde iba uno iba el otro. Ya hasta Esme medio se burlaba por ello diciendo siameses o cosas por e estilo. En cambio Charlie... bueno, él lo comentaba, o al menos lo hizo una vez pero, era Charlie y simplemente terminó diciendo un seco "se ven bien" para luego girarse y seguir viendo el partido de básquet que estaban dando en ESPN.

Sí bueno, ciertamente no todo era color de rosas. Aún de vez en cuando se escuchaba algún que otro murmullo con mi nombre ligado a Emmett y cosas así. Edward se enojaba bastante cuando pasaba pero yo ya me había hecho a la idea y me había en parte resignado... Quiero decir, es un pueblo chico y además, en verdad pasó. Sí estuve con Emmett, y sí me engañó con otra y un gran y enorme SÍ ahora salía con su hermano quien realmente me hacía sentir como la mejor mujer del mundo. Pero, como dije, éste era un pueblo condenadamente pequeño y cada suceso mínimamente escabroso era diseccionado y exprimido en su máxima potencia por todo el coro de cacatúas –que era como las había bautizado-. Tenían prácticamente la obligación social de sacarle todo el jugo posible.

Y el hecho de que yo saliera con Emmet Cullen, uno de los chicos más codiciados y considerados buen partido y bla bla bla para luego salir con su hermanito quien hasta entonces solía ser solo mi amigo fue sin duda algo más que un chismecito como para desaprovecharlo y dejarlo pasar pronto.

Como sea, a mí no me importaba para nada, allá ellas si no tenían vida de la que ocuparse como para andar queriendo perder el tiempo con la de los demás... Edward en verdad se molestaba horrores cuando por casualidad –es decir cuando no podía evitarlo-, mientras que yo intentaba hacerle ver que lo único que tenía que importarle era que al único que tenía todo el tiempo en mi mente era a él y que todos aquellos de los que en realidad valorábamos su opinión eran felices por nosotros.

Estaba tan segura como de mi nombre de que no iba a permitir que me alejara por nada del mundo. Haría lo que fuera para evitarlo. LO. QUE. FUERA. ¿Se entiende? Y, básicamente mi cabeza se había como que atascado en la idea de, mmm, este... hacerlo, con él,ejem, sí, eso. Ok, no es que fuera algo que solo se me ocurrió de la noche a la mañana, noooo... es que... simplemente, lo quiero, y quiero demostrarle todo lo que siento con mi cuerpo del mismo modo en que se lo demuestro en palabras y miradas desde que acepté estos, sentimientos tan abrumadores que me atacan cada vez que siquiera pienso en él.

Pero... y he aquí el quid de la cuestión... no sabía como, decírselo. Así que lo único que se me terminó por ocurrir hace poco fue comenzar a 'incitarlo' -solo un poquito, nada demasiaaado obvio-, para que se vaya tomando ciertas 'libertades' conmigo.

¿Saben qué pasó?

NA-DA.

Joder, él solo, simplemente ¡Arrg!

Él resultó ser demasiado caballero para su propio bien al final.

Mierda. Si no fuera porque nunca, jamás hablaría de todo esto con su madre ya podría ir contándole a Esme lo orgullosa que podía estar de su amado retoño (también juro que bufaba bastante groseramente cada vez que pensaba en ello)

Ojo, no es como si fuera acosándolo para hacerlo a cada minuto del día o algo similar ¡No, qué va! Yo tan solo me limitaba a... no limitarlo ¡Vaya juego de palabras!

Hará cosa de un mes desde que las 'situaciones' se han hecho cada vez más frecuentes. Pareciera que últimamente ya con tan solo un beso ya bastaba para querer comenzar a quitarnos la ropa.

Pero... tenía un pequeñín, chiquitín detallito de problema... ¡El muy hijo de su madre tenía un control del que hasta el papa estaría orgulloso!

JO-DER.

No lo entiendo. En verdad que no.

¿Acaso había algo mal conmigo? ¿Sería que realmente él no me deseara hasta ese punto? ¡Porque juro que si no era eso no entendía una mierda! ¿No es la mujer quien por lo general pone todas esas trabas y eso? ¿Soy yo la que está mal? No ¿verdad? Entonces... ¿Por qué carajos las últimas cinco veces que en esta semana terminamos tirados a los besos y manoseos sobre una cama o ya en cualquier lado. el solo se para, se acomoda su muy inquieto amigo e inmediatamente ponía una excusa para terminar yéndose a su casa mientras que y me quedaba allí, tirada, confusa y muy, muy caliente?

No era como si solo nos hubiéramos quedado en los besos. No, no era exactamente para tanto, pero tampoco era para estar dando saltos de gozo.

Edward ya me había estado tocando un poco los pechos y el trasero sin prendas de por medio. Sin embargo aún no me tocaba... allí. De ninguna manera ¡Y sinceramente yo ya me moría por ello! Lo necesitaba, en verdad que sí.

Hacía ya poco más de seis meses que estábamos saliendo y, bueno ¿Era hora, no? Llegar a cuarta base, pasar de etapa, regar el jardín y todas esas analogías idiotas que se decían comunmente cuando uno tenía miedo o timidez como para decir fuerte y claro que quería coger. O sea ¿Acaso no era esta la etapa de edad en la que un promedio de entre ocho y nueve de cada diez pensamientos en el hombre está básicamente relacionados de alguna extraña manera con el sexo? Lo cual le hace querer sexo, buscar sexo y ¿Conseguir sexo?

Jodeeeeeeer.

Edward definitivamente es un amor. Un divino, un tierno, hermoso, cariñoso y ejemplar novio ¿Pero acaso era el único novio moralista? MIERDA.

Esto sin lugar a dudas le estaba haciendo un importante daño a mi ya pobre y escaso ego.

Hace ya mucho, cuando salía con Emmett, aquello me 'interesaba' -por decirlo suave-, y ciertamente me sentía bastante orgullosa de tener a un novio que me respetaba tanto y que se controlaba... Ok, eso solo fue hasta que me enteré de la cruel realidad en donde ese fantástico novio en realidad saciaba todas sus lujuriosas ganas con la perra de Rose. Pero ahora... Ahora yo realmente sabía que él no andaba con nadie porque francamente estábamos todo el maldito tiempo juntos y, si or alguna extraña casualidad no lo estábamos, vivíamos al teléfono ya que necesitábamos escucharnos como mínimo.

Para bien o para mal nos habíamos hecho muy dependientes del otro de una manera escandalosamente empalagosa por lo que ahora yo SABÍA que esta vez no era tanto MÍ problema. ERA SUYO... y como que me llamaba Isabella Marie Swan que iba a hacer que lo superara. PRONTO.

Él iba a ser mío. Tenía que serlo.

Mmm... Sí, bueno. Sé que suena como algo... ¿Desesperada? Sí, lo reconozco, pero es que... arrrgg...

¡Échenle la culpa a las malditas hormonas o a lo que mierda quieran! Mi excusa es siiiimple... MI... JODIDO... NOVIO... ESTÁ-DE-IN-FAR-TO... Y YO SOLO QUIERO VIOLARLO CADA PUTA VEZ QUE LO VEO... JODEEEEER...

¿Sueno desesperada? ¡Sí! ¡Joder, estoy desesperada!

Desesperada, frustrada, necesitada... y la lista seguía y seguía y seguía...

Quizás por como lo digo parezca demasiado, umm, ¿Sexual? Pues no, no lo es. Yo solo... quiero sentirlo. Quiero hacer el amor con él. Quiero ser suya y que él sea mío. Quiero que él me reclame como suya a su vez. Quiero amarlo y ser amada, ser capaz de sentir ese amor a nuestro alrededor mientras nos unimos en uno.

Esto ciertamente iba mucho más allá del sexo para mí en realidad.

Tener sexo es fácil, estaba segura de ello. Era, común, ordinario, y quizás hasta un póco grotesco dependiendo de la persona con la que se estuviese.

Lo que yo quería era el amor tras esas acciones. Amor con todas las letras. Quería sentirlo, palparlo, saborearlo, verlo, oírlo... quería empapar todos mis sentidos en aquel maravilloso sentimiento que estaba segura haría rebozar mi corazón de plenitud y felicidad por saber que él ERA el indicado.

Y quería sentirlo con él. Y con nadie más que con él.

Solo Edward me daba esa absoluta certeza de que todo sería PERFECTO fuera como, cuando y donde fuera. Cualquier momento o lugar estaría bien siempre y cuando fuera con él.

Ayer intenté hablarlo... Ok, lo admito. La cagué. Mucho. Para empezar... bueno ya de por sí comencé todo mal. Le dije que él era hombre y que ya era tiempo. Que estaba segura de que él tenía 'necesidades'. Necesidades que yo estaba más que dispuesta a afrontar. Necesidades de las cuales quería encargarme -ESO no lo dije-. Hablé de como pensaba no era realmente la gran cosa y... que recordaba muy bien lo que pasó la última vez y las consecuencias de que alguien me 'respetara' tanto.

LO DIJE. LA CAGUÉ.

No me mal entiendan. Edward no se enojó ni nada pero, él, él solo me miró con ¿pena? Joder, no lo sé, pero se vio tan triste por unos segundos. Tan pensativo luego... demasiado pensativo.

Hablé tanto y tan rápido que no estaba segura de lo que decía. Sí, idiota de mí. Pero él .como siempre-, tuvo la respuesta perfecta para mí... de momento.

Él me dijo lisa y llanamente que, para él, dar ese paso sería sumamente importante y que él estaba completamente seguro de querer hacerlo y dar ese paso conmigo, pero... que aun no era el momento. Para ninguno. Y más que nada yo porque aun me encontraba nublada por los fantasmas del pasado. Por mis miedos con lo de su hermano. Emmett y sus dichosos cuernos eran ciertamente un karma mal tratado todavía.

Y él no quería ningún fantasma o sombra empañando un acto tan hermoso y único como ese para ninguno de nosotros. Me dijo con toda la calma del mundo que él sabía que yo no lo veía como a su hermano pero, que en algún punto casi inconscientemente me encontraba esperando que me traicionara haciéndole lo mismo y que eso le dolía pero que lo entendía porque Emmett había sido un reverendo estúpido y que eso no era algo simple de olvidar o perdonar.

Lo seeeeé. Sí, soy una idiota ¿Ok?

Como dije, las palabras -aunque erróneas-, solo salieron de mi boca... un escudo, eso creo que fueron . Un patético escudo... por tratar de no quedar como una estúpida niña cursi diciéndole firmemente lo que sentía. Ahora solo quedé aun peor quedando casi como una puta caliente además de tonta.

Genial.

Ayer terminé dejándolo simplemente solo porque ¿la verdad? Yo solo no podía hacerle frente luego de todo eso,. No tan pronto al menos.

Entendí lo que él quiso decir -o la mayor parte de ello al menos-. El problema es que él parece no entenderme a mí. No se trata de querer sexo porque sí. No quiero hacerlo por dejar de ser la estúpida virgen mojigata o la ex novia monja cornuda. No, no es eso... yo solo... quiero hacer el amor, con él, con la persona que amo más que a nada con todo lo que tengo y lo que soy.

Lo reconozco, me siento rechazada. Rechazada y dolida.

Así que aquí estoy hoy. Un aburrido domingo como cualquier otro. SOLA. En casa. Pensando. MUCHO. En todo y todos. Aparentemente me ha tocado un día de reflexión -ya era hora-.

Sin embargo -y como caído del cielo-, para el mediodía me llamó Charlie para preguntarme si querría ir a la Push a almorzar en la casa de los Black ya que al parecer había llegado una de las hijas de visita improvisada y tuvieron que cortar su ya rutinario día de pesca.

Genial. Y lo digo de veras.

No que quisiera quedarme aquí toda deprimida pensando una y otra vez en cosas que ya no puedo cambiar o hacer diferente ¿No? Así como tampoco quería ver a Edward con este horrible humor que me cargaba. Esto realmente era genial, despejaría mi mente y disfrutaría un rato.

Resultaba algo raro no vernos en todo un día después de parecer siameses por ya unos cuantos meses, pero era un respiro y además eso no significaba que no mantuviéramos el contacto. Para probarlo decidí dar el primer paso y enviarle un mensaje de texo deseándole un buen día y diciéndole de pasada que yo ya había organizado el mío.

Su respuesta no me sorprendí para nada.

A Edward no le gustó, no mucho al menos, el hecho de no poder verme y sobre todo el hecho de no poder hablar un poco más profundamente del tema. Él no quería que me enojara y bla bla bla... Así que sencillamente le dije que no lo estaba pero que ciertamente necesitaba un poco de espacio el día de hoy para manejar el rechazo. Finalmente, después de media hora al teléfono -porque los mensajes no eran tan rápidos, no alcanzaban y porque ambos queríamos escucharnos-, acordamos que me pasaría a buscar por la mañana al día siguiente ya que yo en la noche tendría que acomodar un poco más la casa y terminar las tareas de algún que otra clase.

.

Pasé un día extraordinario. Disfruté bastante de un poco de tiempo padre-hija en el almuerzo, me puse al día con Rachel sobre como le había ido hasta ahora n la universidad y en el resto en general mientras que preparábamos junto a Sue -la mujer de otro de los mejores amigos de papá-, el famoso pescado frito junto con grandes cantidades de variantes de ensaladas. Pude pasar un buen rato charlando cómodamente con Jacob, el hijo menor de Billy que era también dos años menor que yo y que sorprendentemente era increíblemente divertido. Me hizo reír muchísimo con las cosas más absurdas.

Mucho más tarde nos juntamos con sus amigos en la playa charlando y bromeando como la buena banda de adolescentes que éramos hasta que Charlie anunció con igual renuencia que ya era hora de irnos.

Fue un gran día.

Un día que, en su simpleza y alegría, me quitó la mayor parte de mis estúpidos miedos y absurdas angustias porque, en algún punto, entendí que, quizás no fuera 100% como Edward decía pero, así y todo, puede que realmente no sea nuestro momento porque, si uno quiere que sea especial simplemente se va a dar. Uno no puede planear eso -o por lo menos eso creo yo-, creo que lo mejor es que solo surja y uno aproveche el momento para liberar sus sentimientos de manera libre e incondicional en respuesta a con quien está.

Y sé que Edrwad notó mi cambio en cuanto escuchó mi voz al llamarlo antes de dormir para desearle una buena noche.

Estando con él era feliz. Más feliz de lo que fui y me sentí nunca y cada día lo amaba más y más así que SABÍA que para cuando llegara el momento, sería perfecto.

Sería perfecto por el simple hecho de que estaría con él.

Y mientras tanto yo solo me dedicaría a demostrarle cada día y a cada momento mi amor en cada una de mis acciones hacia él.

Con todo lo que era. Con todo lo que tenía.

Ya era suya de la mejor manera... el resto era solo... algo extra.

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