1 de mayo de 2012

El placer del pecado... Capítulo 2

*N/A: Este será un fic que, si bien no tendrá temas fuertes propiamente dichos, tampoco será del todo 'normal' ya que tratará algo de incesto y un poco de confronte a lo religioso así que si no te sientes a gusto con algunos de estos temas ten a favor de volver por donde llegaste ¿Ok? Ya con esto avisado les dejo con el primer cap que espero disfruten*.... Guada*


El placer del pecado

Esta es la historia de dos jóvenes prohibidos desde el mismo instante de su creación. 
Una historia de amor fraternal destinada a un caótico fin.
Un amor que simplemente es cenizas antes de que el fuego se encienda.
Un amor corrompido, repudiado, condenado… Un amor de pecado.

.

― Soy Edward ¿Tú quién eres?
―Bella, Isabella ―dijo la pequeña con nerviosismo mientras inconscientemente se apegaba un poco más a su papá, aquel hombre aun desconocido con el que solo había hablado muy brevemente y que no sabía si quería conocer ya que él había dejado que su mami se fuera.
― ¿Y qué haces aquí?
―Yooo…
― ¡Edward! ―gritaron ambos adultos al niño haciendo que ambos se sobresaltaran y que los ojitos de Isabella se llenaran prontamente de agua cristalina. A Edward no le importó el regaño pero sí la cara de miedo y tristeza que reflejaba esa hermosa carita que estaba frente a sí. Ella era pequeña, pero era la niña más bonita que hubiera visto nunca. Era un ángel pensaba él, ya que a sus ojos la habitación se iluminó cuando ella la llenó suavemente con su pequeña y tierna presencia.
Ella, en cambio, quería llorar… y quería gritar. Quería irse de allí. Su mami no le gritaba ni se enojaba por una simple pregunta. Ella iba a contestar la verdad, que su mami se había ido al cielo y que su papi la iba a cuidar pero, aquel grito, la asustó. Sin embargo ella no lo hizo, ella no lloró ni gritó, le había prometido a su mami que sería fuerte… y lo cumpliría, aunque ese dolorcito molesto de su pecho se negara a irse, ella lo aguantaría.
Los niños se quedaron cada uno con sus pensamientos mientras los adultos quedaron en un tenso silencio. Hasta que finalmente la voz de Edward resonó una vez más. Era firme, estaba enojado ¿Porqué nadie notaba que la pequeña quería llorar? ¿Por qué nadie la consolaba en vez de quedarse allí parados? Su mami no era así con él ¿Por qué con la niña sí? No lo entendía, y eso lo enojaba, mucho. Bufó y se encaminó hacia la pequeña haciendo que ambos adultos se pusieran alertas.
Y que la niña se tensara ¿Porqué tenía miedo de él? ¿Por qué su papá no la abrazaba para quitarle el miedo y la curaba para que no sintiera dolor? Demasiadas preguntas rondaban en su cabeza atribulada y confusa pero solo había una firme decisión en su mente de niño. Bien, si nadie lo hacía él lo haría por ellos, ella no podía estar tan triste y solita, ella era un ángel y no tenía porqué estar así. No con él.
―Ven ―le dijo tendiéndole su mano una vez que estuvo frente a ella.
―Edward déjala, la pequeña Isabella ha pasado por mucho y no creo que debas…
El pequeño bufó exasperado.
― ¿Y qué hago? Ustedes están allí parados viendo como ella sufre y está triste y no hacen nada ¿Porqué nadie la abraza? ¿Por qué no la curas para que no le duela? ¿No ven que le duele algo? Está sufriendo ―dijo el chico susurrando al final mientras su mirada se trababa con la de la niña que le tenía cada segundo más cautivado, a cada instante más y más atado a su esencia.
Los adultos lo miraban asombrados. Su pequeño los estaba regañando por no consolar a la pequeña que, debían reconocer daba pena ver ya que el miedo reflejado en su postura y el dolor en sus ojos era más que evidente. Pero aun así, ella no lloraba.
Carslile se recuperó de las impactantes palabras de su hijo lo suficiente para entonces agacharse al lado de la pequeña, haciendo que Edward lanzara otro sonoro bufido hacia él. Su hijo estaba enfadado con ellos, y él, él no podía estar más sorprendido por tal reacción, aunque, bien…él todavía no sabía que ella se quedaría permanentemente y que sería su hermana de ahora en más. Estaba cada vez más deseoso y aterrado en saber las verdaderas reacciones de su esposa e hijo, y ya no sabía si quería o no saberlo. Cobarde, se dijo. Sí, al parecer en verdad lo era, esta situación superaba con creces el control de sus casi siempre envidiables nervios de acero.
―Lo siento pequeña… ¿Quieres que suba a mostrarte donde puedes descansar? ¿Quieres algo de tomar? ¿De comer? ―y ahora un gruñido le hizo girarse ¿Qué le pasaba a Edward? Se preguntaba vagamente el hombre al verlo así, casi desconocido para él. Bufaba, gruñía, y todo por la pequeña a la que no conocía de nada y a la que no dejaba de mirar con una intensa mirada que no recordaba haberle visto nunca. Decidió preguntar―. Edward ¿Qué te sucede hijo? Mejor será que vayas un momento a tu cuarto hasta que te calmes un poco ¿De acuerdo? Luego iré y hablaremos, prometo explicarte…―dijo el hombre con voz calma viendo asombrado como su hijo se tensaba.
―No ―dijo el chico firmemente.
― ¿No?
―Edward, por favor nene, haz caso a tu padre ―pidió Esme con tierna voz maternal. Isabella se tensó.
Así que ella era –pensó la pequeña-, ella era la señora que seguramente no la querría por ser hija de su papá.
Su mami le había advertido que quizás ella no le cayera bien a la señora o a su hijo y que debía acudir con su padre por cualquier cosa pero… La mujer le daba algo de miedo, más que nada porque no la conocía… pero el hijo, ese hermoso niño que se encontraba en aquellos momentos parado con determinación frente a ellos, ése que le sacaba más de una cabeza de altura y el cual la miraba de una forma que le hacía sentir demasiadas cosas a la vez… no, ella quería ir con ese chico, lo prefería a quedarse allí con esos dos adultos tan extraños… Y ahora ellos querían alejarlo ¿Por qué?
―No ―dijo ella con voz pequeña.
― ¿No qué Isabella? ―Edward resopló, ajeno a la mirada ya enojada de su padre.
― ¡Que no quiere que me vaya! ―gritó el niño entonces tomando a la niña de la mano y girándolos a ambos para enfrentar a sus muy extraños padres. Adultos ¿Quién los entendía?
― ¡Edward! ¡Deja a Isabella ahora mismo! ―gritó el padre de los chicos. Ya no sabía qué pensar. Su hijo estaba demasiado extraño y la niña aún era una desconocida para él ¿Cómo saber qué decir para calmar todas las puntas de aquel ovillo? ¿Cómo hablar coherentemente cuando las reacciones de aquellos niños lo dejaban más y más perplejo con cada palabra dicha?
―Edward, tesoro, deja a Isabella ¿Sí? Ven, vamos por unas galletas y salimos al parque.
― ¡No quiero! Ella está triste y le duele mucho algo… ¡Y ustedes no hacen nada por ella! ¿Por qué no hacen nada? No lo entiendo… Y se llama Bella, no Isabella, Bella es bonito, Bella es ella ―frunció el ceño mientras la miraba, hundiéndose en esos expresivos ojos que lo miraban con sorpresa―. No quiere galletas ni jugos, quiere llorar y no puede ¿Por qué no puedes Bella? ―preguntó de pronto hacia ella. Tratando de entender porque se estaba esforzando en contener las lágrimas que se asomaban insistentes a través de sus ojos. Lágrimas que él con su inquisitiva y aguda mirada hacia ella veía y sentía, pero que para su desconcierto sus padres parecían querer ignorar.
―Poque le pometí a mi mami que sería una nena fuete así ella no taría tiste mirándome desde el cielo ―dijo ella mirando esas hermosas y brillantes gemas esmeraldas. Gemas que desde el silencio le infundían calor. Piedras preciosas que ella atesoraría como el tesoro más ansiado de un pirata―. Si llodo mi mami no será más mi agelito ―dijo hipando al final pero sin soltar ni una gota. El esfuerzo de su contención hacía que el dolor de su pecho se agitara y que esto le hiciera difícil respirar con normalidad habitual, pero no importaba. No mientras tuviera a aquellas hermosas gemas frente a sí para mirarla, no mientras sintiera que su mami aun la quería y la cuidaba a pesar de saber que ya no la vería más.
―Is… Bella… tú puedes llorar, está bien llorar cuando estás triste ―le dijo Carslile tratando a duras penas de contener el nudo en su garganta. Aquellas simples pero condenatorias palabras le hicieron tambalearse de emoción. Eso era, ella lo había prometido. Fuera quedó el enojo con su pequeño y valiente niño, Él la estaba protegiendo, incluso contra sus padres, aquellos a quienes amaba, aquellos a quienes conocía y respetaba. Les estaba haciendo frente al ver que se comportaban mal con la pequeña que él no conocía pero que al parecer sí entendía.
De fondo el sonido de un leve hipido y sollozo de Esme, ella estaba conmocionada por todo. La presencia de la niña, la actitud de su hijo, las palabras de la niña, el desafío sin precedentes de su nene por ella. Cada una de sus terminaciones estaban a flor de piel… justo a punto de un colapso de ansiedad y tensión, estaba casi segura de ello, pero se obligó a no flaquear ¿Cómo hacerlo cuando ante ella estaba aquella pequeña niña haciendo gala de toda su fuerza y presencia?
 ―Ufff… Eres tonta ―le dijo Edward entonces mientras Carslile lo miraba en shock y Bella lo miraba espantada―… Ajá, no me mires así, lo eres. Tu mami no puede dejarte de vigilar porque te quiere y seguro que no se va a ir porque llores si estás triste ―frunció el ceño―, aunque no me gusta ver llorar a las niñas. Gritan mucho. Espero que no llores mucho tampoco ¿Tu mami está en el cielo? ―ella asintió― Ahhh… ¿Y quién te cuidará ahora? ¿Estás sola? ―ella asintió― ¿Y quien es tu papi? ¿Tienes papi? Porque hay un niño en mi escuela que no tiene.
Los adultos escuchaban atónitos y embelesados aquella extraña e hipnótica conversación ¿Quiénes eran ellos para interrumpirlos? Nadie. En aquel momento eran tan solo algo externo y quizás hasta molesto en aquella plática privada y profunda entre esos dos niños que en aquel momento eran extraños por igual. Mientras que ellos, los niños, haciendo caso omiso se miraban y esperaban.
Preguntas a tropel, respuestas pensadas.
Preguntas directas, respuestas cuidadas.
―Él es mi papi ―dijo la pequeña señalando con el dedo a un muy pasmado Carslile a un lado de ellos.
Silencio. Tensión.
La cabeza de los adultos era un hervidero de recuerdos y pensamientos. Recuerdos manchados por el dolor y la traición, la vergüenza y el arrepentimiento. Por más buenas personas que se consideraran o considerasen, ellos veían las preguntas a través del miedo de sus respuestas. Sus oscuras sombras dominando sus cuerpos sin poder detenerlas, sin poder huir ya de ellas… para ellos ya era tarde, las sombras nunca los había dejado desde que el pecado fue concebido pero aprendieron a disminuirlas en fuerza y tamaño, aprendieron a convivir con ellas y a obviarlas… Pero en este momento, ente esta situación, ante estas preguntas; ellas eran inmensas, fuertes… aplastantes.
Las de los niños sin embargo, eran frescas en su inocencia. Su mundo aun impoluto de las manchas oscuras de la crueldad de la vida, de las decepciones y de las mentiras. Su mundo aun era perteneciente a mundos de animales alados y grandiosos caballeros, niños eternos y bellas princesas. Sus mundos aun se mantenían fieles a la gloria de la infancia, y desde ella es que hablaban con su franqueza, desde ella era que se entendían… aun cuando ambos sintieran esa extraña sensación en el contacto de sus manos o ante sus miradas, eso era solo un agregado más a su comprensión. A su solidaridad. A su necesidad ciega e inmediata del otro.
―Mmm… Él es mi papi también. Papi ¿Entonces ella es mi hermana? ―preguntó el niño mirando fijamente a su padre, quien por un momento pensó que estaba a punto de desmayarse por tanta tensión.
―Ehh, sí, ella es desde ahora Isabella Cullen Edward, y será tu hermana.
El niño se quedó pensativo un momento antes de asentir hacia él y luego le frunció el ceño a su madre.
― ¿Y ella se quedará aquí verdad? ¿Por qué mi mami no la quiere? ―preguntó el niño con inocencia mientras miraba hacia su madre a unos metros de distancia y haciendo que Esme boqueara por aire como un pez fuera del agua.
¡Por Dios! Su nene la estaba juzgando…
Isabella tironeó de su manita para llamar su atención antes de hablarle feo.
―No le hables así a tu mami. Mi mami me dijo que ella no me iba a queded poque yo era hija de mi papá ―ambos fruncieron el ceño al otro y ambos bufaron a la vez. Sin entender el trasfondo pero retándose con la mirada. Dando hechos a palabras.
―Bahhh, mi mamá te va a querer tú tranquila. Mmm ¿Ahora sí tienes hambre verdad? ―dijo  el niño como si nada mirándola con atención. La pequeña se ruborizó y asintió bajando la cabeza apenada ante el simple hecho de que él se hubiera dado cuenta de aquello―. Tonta, no tengas pena… Ven, vamos a comer galletas, tengo de animalitos y de chocolate pero mi mami no me deja comer demasiadas de chocolate ¿A ti te dejaba? ¿Quieres leche? ―preguntó tirando de ella hacia el pasillo que daba a la cocina. Su conversación fluía como cascada de río. Ningún tono molesto o burlesco manaba de ellos. Nada incómodo o insostenible. Todo era gloriosamente fácil, así como tomar su leche con galletas.
―Mmm… sip, peyo no me digas tonta. No soy tonta… Tu mami es linda Edwadd ¿Nuestro papi es bueno?
Sus pequeñas voces se iban desvaneciendo a medida que ellos avanzaban en busca de su leche y galletas. El chico se rio a lo lejos y luego una risita de campanadas llegó hasta los muy olvidados y abandonados adultos que seguían allí, atribulados, atormentados, sin entender que demonios había pasado allí… y, secretamente sin saber si en verdad querían hacerlos. Así de cobardes eran los adultos a veces, así de obtusos ante tales incomprensiones.
Los adultos se desplomaron entonces allí mismo, en sus respectivos lugares. Esme cayó sin forma en el sillón que tanto le gustaba y Carslile simplemente se tiró hacia atrás –ya que aun seguía de rodillas- al suelo. Ninguno pensaba con claridad. Las reacciones de ambos niños los había impresionado. Nada era concreto todavía pero, lo que sí sabían era que, a pesar de todo, sus niños se llevaban bien.
Ahora solo debían convencerlos a ellos de que en realidad eran buenos como padres… y no lo que habían demostrado en la última hora.

DÉJENME SABER SI LES GUSTA SÍ??
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7 comentarios:

  1. Amo esta historia, no se commo explicarte lo que me gustaria leerla por ff, porque por el blog a menos que este en casa se me hace muy dificil!

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  2. Realmente fascinante.Convertiste los personajes de una historia de amor pasional en un amor puro de hermanos. Realmente quede fascinada... dejame decirte que yo jamas leo este tipo de historias, me atraen mas libros largos, pero me atrapaste. Tan simpatica la historia, claramente me meti en la historia e imagine a los personajes en niños, todo todo... Excelente trabajo!! *-*

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  3. una historia diferente,desde el primer cap me quede cautivada, por favor actualisa pronto

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  4. No pude esperar, me fui directa al enlace de tu blog y ya estás en mis favoritos, uffffffffff que gran lección nos dan los pequeños a veces...

    Que triste será que se enamoren, triste para la sociedad "políticamente correcta", sin embargo hay muchos mortales a los cuales no nos importa que se amen, inclusive siendo hermanos.

    A ver cómo sigue, realmente estoy intrigada

    Un besote

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  5. precioso capítulo, desde el primer encuentro se nota el amor que nacerá en ellos, me encanta cuando los fics escriben a Edward y Bella pequeños, con pensamientos tan puros y llenos de amor.
    cariños. sandra

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  6. omg me encanta que edward desde el primer momento sabe lo que le pasa a bella y que leccion le esta dando a esmme y a carlisle ojala reaccionen pronto y salgan de su trance ojala que esmme no le tenga coraje a bella ya suficiente tiene con que su mama se haya muerto y la lleven a vivir a un lugar desconocido y diciendole que es probable que no la quieran esta muy chiquita para tanto dolor en espera del siguiente capi
    saludos y abrazos desde México

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  7. ahhhhhhhhhhh... me encanto...!!! :)

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