DISCLAIMER: LOS PERSONAJES
PERTENECEN A S. MEYER Y LA HISTORIA ES EL CONJUNTO DE LA PERVERSA MENTE DE ESTAS DOS FIELES Y LEMONERAS SERVIDORAS, BICHITO Y GUADI FICS...
SUMARY: Un viaje de negocios se convierte prontamente en el más placentero encuentro sexual entre Bella y tres perfectos desconocidos, apareciendo y desapareciendo de sus vidas como por arte de magia... Hasta que vuelven a encontrarse. MUY HOT. AU. OOC.
ELLA Y ELLOS… UN PLACENTERO CRUCE DE DESTINOS
El primero fue Edward: sexo dominante y pasión desbordada,
el segundo fue Emmet: caliente y sensual,
el tercero fue Jasper: dulce y sexy...
Solo el destino pudo haber planeado algo más allá,
algo que ninguno hubiera pensado jamás...
Algo que nunca ninguno iba a olvidar.
CAPÍTULO 4: "El fin de mis huidas"
BPOV.:
¡Mierda! Llegaba tarde… y odiaba cuando esto pasaba.
― ¡Señorita Swan! ―escuché gritar detrás de mí a mi muy
urgida e insistente secretaria -que hasta el día de hoy me preguntaba porque
todavía no la había despedido si ni siquiera la aguantaba.
Puse mi mayor cara de pocker y me giré en seco para ver de
una maldita vez que era lo que quería con tan buena suerte de que sus reflejos
se activaron algo tardíos y terminó estampándose de lleno contra mí. Arrrg.
― ¿Qué rayos quieres Jane? Ya sabes que estoy retrasada para
el vuelo y aún debo pasar por el resto de mi equipaje.
―Lo siento, lo siento, es que se me olvidó entregarle el fax
que me mandó el jefe con un cambio de último minuto en su itinerario.
Creo que la mirada que le di ante esta última información
fue demasiado ‘evidente’ ya que su de por sí pálido rostro terminó por perder
todo el escaso color que llevaba a pesar de estar como siempre perfectamente
maquillada.
― ¡Dámelo! ―grité enfurecida― Ahora no tengo tiempo pero ya
hablaremos a mi regreso ―le dije de manera contenida antes de girarme para
correr a mi coche.
Definitivamente mi vida era un asco.
Tras arrancar el coche de manera furiosa fui a mi
apartamento y cogí la bolsa de viaje que por suerte ya estaba previamente
preparada. No tenía tiempo para darme una ducha como tenía planeado pero bueno,
supongo que no me quedará de otra que aguantarme hasta llegar al hotel.
Corrí como loca por la autopista y luego una vez más por la
terminal llegando justo a tiempo para el último llamado a abordar. Dios, sin
duda necesitaba vacaciones… Y un buen polvo –pensé esbozando una sonrisa o más
bien una mueca ante aquel recurrente pensamiento.
Este viaje me traía recuerdos que en todo este tiempo me
había esforzado en sepultar, pero que ahora, en la soledad y tranquilidad de mi
vuelo decidí rememorar con exquisita tranquilidad.
Hacía ya siete meses que había hecho este mismo viaje hacia
New York, y ¡Joder, que había sido bueno el resultado!
Jamás en mi muy mojigata y centrada vida había pensado en la
posibilidad de que en un viaje pudiera hallar tanto placer. Nunca. Y mucho
menos me hubiese imaginado a mí misma capaz de meterle los cuernos a mi novio,
no solo una… ¡sino tres veces y con tres hombres distintos! No, evidentemente
ese viaje había sacado una parte de mí que ni yo misma sabía que existía; pero
que, extrañamente, estaba muy pero MUY contenta de haber conocido.
Aquel viaje -y sobre todo esos encuentros-, me demostraron
que era una mujer verdaderamente apasionada y fogosa, no la chica tímida e
inhibida que solía ser con mi propia sexualidad. Quizás, quizás aquellas tres
maravillas de hombres me habían dado el mejor regalo de mi vida… El conocimiento
pleno de que era toda una mujer, una mujer de grandes pasiones, una mujer
deseosa… Una mujer completamente sexual.
Por obvias razones no había sabido nada más de ellos. Sin
embargo, mentiría si dijera que no había pensado en ellos como mínimo una vez
al día. No en lo que hicimos, noooo -lo que menos quería era ponerme cachonda
en medio de una maldita junta llena de testosterona-. Pero, el recordar sus
ojos, las miradas que me dieron en distintos momentos; sus voces y sus tonos;
sus rostros; la sensación de sus pieles bajo mis dedos. Tan solo aquellos
breves retazos de memoria sensitiva eran capaces de hacerme gemir de plena
lujuria.
Previo a aquel viaje había discutido de manera nada
agradable con Jacob, mi novio. Él quería de pronto dar un paso más, consolidar
la relación y pasar a un nivel de compromiso para el que -sin dudar un mísero
segundo- yo no estaba preparada… O al menos no con él, y así se lo hice saber
con el mayor de los tactos que fui capaz de reunir. Y sí, a pesar de mis ‘tactos’ su ego quedó evidentemente
mancillado ya que me armó una discusión épica entre nosotros. La realidad era
que hacía ya bastante tiempo que no nos hallábamos entre nosotros. La
comunicación fallaba puesto que no nos veíamos casi nunca a causa de nuestros
respectivos y demandantes trabajos y, en la intimidad… bueno, tan solo diré que
previo al viaje no recordaba hacía cuanto nos habíamos dedicado algo de tiempo
para ello. Mis únicos recuerdos sexuales del último año con él consistían en ‘rapiditos’ que muchas veces yo apuraba
sin siquiera alcanzar mi placer para que todo terminara y pudiera así seguir
con lo que estaba haciendo. Sí, era deprimente. Joder, ¡era más que eso! ¡Era
patético! –pensé suspirando-. Y luego… el viaje.
Demás está decir que al regresar tuve que hacer frente al
hecho de que -sin el menor atisbo de inseguridad de mi parte-, Jacob no era
para mí. En resumidas cuentas noté que yo era una mujer de pasiones fuertes y
demandantes… pero que obviamente el pobre de Jacob no las despertaba.
Tristemente reconocí para mí misma que nunca lo había hecho; la pasión de los
primeros meses entre nosotros no había sido nada comparada con la de aquellos
días en aquella lejana ciudad.
Ciudad a la que ahora me veía obligada a regresar,
despertando en el camino todos esos recuerdos y aquellas grandes sensaciones.
Entre tan gratas memorias mi cuerpo se relajó hasta el punto
de que sucumbí a una pequeña y reparadora siesta. Y, bueno, los sueños que tuve
sin duda incluyeron los estrechos pero muy
útiles baños del avión.
Una vez que aterrizamos, recogí mi equipaje y me fui
directamente hacia la habitación del hotel en la cual planeaba pasarme toda la
bendita noche entre un baño de espuma y una cama mullida… ya mañana comenzaría
las correderas típicas de mi trabajo.
“Mmm” gemí de placer
estirándome entre aquellas suaves sábanas mientras los primeros rayos del alba
hacían su gloriosa aparición. Así, tras una perfecta noche de descanso
ininterrumpido, me levanté completamente renovada y con ganas de hacer todo de
una buena vez, por lo que me cambié mi pequeño pero hermoso camisolín de seda
negra por un vestido entallado color champagne a la rodilla con un gran cuello
bote y con los pequeños strass destellando en los bordes de las anchas tiras
caídas sobre mis hombros. Como dije, era un
vestido bastante entallado, pero sumamente simple salvo por el detalle
de strass y el único complemento agregado que era una ancha cinta de raso negra
sobre la cintura alta. El vestido era algo que yo denominaba “adquisición
multiuso”. Éste era válido para una junta, una reunión, un almuerzo, un cóctel,
es decir que serviría para cada ocasión del día de hoy sin tener que venir a
cambiarme o llevarme distintos trajes en el auto. Lo combiné con unos zapatos
del mismo tono de punta stileto abierta que tenía los ribetes en negro y un
intrincado moño de encaje también negro en la parte exterior del talón. Los
taco aguja de doce centímetros no eran una opción demasiado grata para todo el
día pero era algo a lo que sin duda me había llegado a acostumbrar –aunque luego
tuviera que poner mis pies en agua y sales por un buen rato.
Me alisé un poco el pelo y tan solo me lo tomé en una cola
alta. Un poco de maquillaje para resaltar mis ojos y un poco de brillo labial
para mi color natural en ellos. Aretes en forma de grandes argollas y unas
pulseras de plata haciendo juego. Listo. Perfecto. El último toque era algo de
perfume ‘Very Irresistible’ -sí, ese
perfume estaba hecho para mí-. El simple aroma me hacía sentir sexy, poderosa.
Y de nuevo, sí, eso era algo más que había descubierto tras mi separación. Muy
atrás había quedado la Isabella que usaba solo perfumes dulces como el Annie
annie. No ya no más. Tras dejar todo con Jake tomé la decisión de resaltar cada
minúsculo detalle femenino en mí. Y, heme aquí.
La mañana pasó como una brisa ligera, de pronto estaba en
una reunión, de pronto estaba en una junta con un posible nuevo talento de
autor; Un minuto estaba bebiendo un coctel con unos cuantos editores de aquella
ciudad y al siguiente me hallaba viajando para revisar en la editorial unas
cuantas impresiones y portadas que debían ser replanteadas. Lo cierto es que
fue un ritmo vertiginoso pero realmente agradecido ya que eso me evitó el tener
que pensar más allá del trabajo -como por ejemplo en la soledad que me embargaba
y más en esta ciudad que ahora me traía tantos recuerdos que hasta podrían
calentar al papa-. Joder, mejor no sigo por esa línea.
Eran ya pasadas las seis de la tarde, casi siete, cuando
finalmente dejé la oficina de la editorial de New York con destino incierto ya
que no quería pasar mi noche tendida en el sillón de la sala comiendo
chocolates frente a una película cursi… Si ya lo había pensado. Y no quería
llegar a eso, no. Puesto a lo dicho fue que salí de allí con ganas de recorrer,
de caminar, de sentir esa maravillosa y activa ciudad correr por mis venas. Y
lo hice. Mierda que sí.
Dejé mi coche aparcado en un estacionamiento sobre la 5º
avenida y me dispuse a caminar, a respirar, a sentir la brisa y los aromas en
mi piel. Un tiempo después decidí recoger el coche ya que estaba comenzando a
refrescar y me fui al hotel para darme un baño y cambiarme de atuendo. Sí,
saldría a tomar una copa SO-LA ¿Quién dice que una mujer no pueda divertirse
sola? Ok, vale, quizás no fuera oh la
gran diversión pero seguía siendo mi salida.
Me calcé unos jeans bastante pegados y una remera atada al
cuello con un graaaan escote de lamé color peltre, unos manolos stiletos negros
brillantes con un detalle de tachas en un lado y una campera de cuero negra que
por dentro tenía piel suave. Estaba Chic, femenina, y abrigada. Esta vez até mi
cabello en una cola alta bien tirante y dejé dos mechones finos sueltos a cada
lado para enmarcarme el rostro. Un poco de maquillaje y brillo labial,
accesorios… y estaba lista.
A tomar la noche
–me dije dándome una mirada sensual en el espejo que había a un lado de la
entrada.
Volví por el coche y me dediqué a dar un par de vueltas para
luego terminar tomando unas copas en un bar no muy lejos del hotel.
Aparentemente para los hombres el estar bebiendo sola era una clara invitación
a querer sexo de una noche. Cosa que hubiera sido buena si al menos uno de
aquellos idiotas me hubiera atraído en lo más mínimo. La noche pasó en calma y
ya luego me fui a acostar. Mañana tocaba otro día de corridas.
.
Otro día pasó volando y la esperada noche llegó al fin. Hoy
tenía una fiesta a la que en realidad nunca me había interesado mucho ir pero a
la que extrañamente hoy me sentía ansiosa por asistir. El evento era más que
nada una reunión de editores de distintas editoriales y algunos autores
reconocidos por sus últimos libros e incluso algunos nuevos considerados nuevos
talentos y afines.
Eran las ocho en punto y yo ya estaba lista.
El vestido era exquisito. Entallado hasta las caderas para
luego caer en forma suave hasta los tobillos en un delicado degradé de azul
Francia en el pecho hasta un negro profundo en el ruedo con un brillo suave en
toda la tela. El escote era lo justo para no parecer vulgar pero aun así lo
suficiente para no poder llevar un sostén debajo y quedaba enganchado en el
cuello por un juego de cadenas finas. Recogí mi cabello en un rodete flojo y
bajo del cual se escapaban algunos mechones rebeldes y acentué mis rasgos con
un maquillaje suave.
Cuando llegué a la fiesta esta ya estaba en pleno auge por
lo que automáticamente comencé a saludar a diestro y siniestro a muchas
personas que hacía bastante no veía. Al menos así fue… hasta que lo vi…
Cuando estaba dejando un grupo de jóvenes editores de los
Ángeles moví mi mirada al frente por tan solo un segundo y fue entonces cuando
me quedé prendada de su mirada. Sí, él me estaba viendo. Un destello de
incredulidad que rápidamente dio paso a una fiera y ¿apasionada? No sabría
decirlo. En ese mismo instante alguien me chocó desde atrás por lo que para que
mi copa de burbujeante champagne no se me viniera encima tuve que girarme
rápidamente haciendo equilibrio con el efervescente líquido ambarino. Y me
quedé de piedra…
¡Oh por todo lo santo! ¡Esto no me puede estar pasando!
Frente a mí se hallaba una mirada claramente lujuriosa y
ligeramente asombrada.
―Señorita Swan. Que ‘placer’
volver a encontrarla ―dijo él arrastrando las palabras casi como un suave
ronroneo.
―Señor Cullen ―Joder, mi memoria no le había hecho justicia.
Edward estaba tremendamente elegante vestido con un traje
negro que le asentaba como guante y una camisa verde jade que combinaba tan
bien con sus ojos. Ojos que ahora refulgían como si dentro tuvieran una
llamarada de fuego candente. Dios, me estaba quemando tan solo con su mirada.
Y de pronto recordé a esa ‘otra’ mirada de hacía segundos así que giré para ver si había sido
real… No había nadie allí ¿Me estaría volviendo loca? Ok, ahora tenía hasta
miedo de girar. Quizás Cullen también fuera producto de mi imaginación ¿Verdad?
No.
Él estaba ahí frente a mí en toda su magnificencia mirándome
a conciencia. Y, como una colegiala, sentí como él me desnudaba con la mirada,
casi diría que sentía la caricia de sus ojos sobre mi piel. ¿Ardiente? ¡Dios,
era un infierno! Pero eso no era todo. Detrás de él estaba… ¿Mmm, ÉL? JODER…
¿Qué rayos hacían los dos aquí?
“Él”, ok, se me
hacía raro el hecho de no saber como llamarle ni con el pensamiento pero ni
modo que pensara en él como ‘Osito’
como aquella vez ¡Mucho menos llamarlo así en voz alta! Dios, solo yo podía
meterme en este tipo de aprieto… como sea, ÉL
se acercaba a paso lento pero seguro hacia nosotros mientras Edward se daba
vuelta para ver a quien me había llamado tanto la atención -ya que desde que
giré no le había vuelto a mirar-. Me sorprendí un poco cuando al echar una
fugaz mirada veo a Edward esboza una sonrisa a ese monumento de hombre que
caminaba hacia donde nosotros nos encontrábamos.
Los pasos se me hacían eternos pero sabía que en realidad
fue tan solo cosas de segundos, hasta que finalmente quedó a solo un paso de
mí. Mmm, su calor emanaba como una hoguera hacia mi pecho. Joder ¡No era hora
de comportarme como gata en celo!
―Hola, mmm… Señorita… ―dijo evidentemente divertido de no
saber como llamarme. Decidí ser un poco osada ya que necesitaba relajarme antes
de hacer una burrada.
―Hola… Señor Pooh ―dije sin evitar reírme al final y
tendiéndole la mano.
Me alegro saber que no se había ofendido en lo más mínimo.
No, él tan solo lanzó una tremenda carcajada que hizo a más de un invitado
darse la vuelta y mirar hacia nosotros para saber de que iba el alboroto y
luego como si nada tomó mi mano de manera firme en un gesto muy caballeroso -y
extraño en esta época- para llevársela a sus labios mientras me miraba con una
intensidad aplastante desde sus muy hermosos ojos celeste cielo. Jooo, esa
mirada era… arrgg.
―Señorita Swan, le presento a mi hermano… Emmett Cullen
―dijo Edward de quien me había olvidado completamente hasta que habló.
¿Qué, qué? ¡NOOOO! O sea… ¡Nooo!
Sentí dolor en mis ojos debido a como mis ojos parecían
querer salírseme de mis cuencas. Creo que hasta palidecí un poco.
Nooo. Por favor ¡Qué alguien venga ya y me diga que es una
puta broma!
―Mmm… ¿Es una broma verdad? ―dije tratando de sonar
tranquila y divertida, cosa que no estaba ni de pasada.
Edward me miró sorprendido. Oh, oh…
― ¿Broma? No comprendo ¿Para qué querría bromear con algo
así? ―gemí, no pude evitarlo… y volví a hacerlo cuando sentí como Emmett reía a
lo grande.
―Dime que no te enredaste también con mi hermanito gatita
―dijo Emmet completamente divertido a mi costa. Carajo quería hundir mis
hermosos doce centímetros de taco en su muy gigante pie.
― ¿También? ―preguntó Edward entonces para nada divertido.
Joder ¡Nadie adivinaría que eran hermanos! ¡Pero si eran
como agua y aceite! Salvo en la hermosura claro… eso parecía una muy buena
mezcla de genes.
―Seee… hace como siete meses ¿Verdad hermosa? Fue… justo un
día después de enterarme lo de Rosalie ―dijo Emmet en un tono de voz un poco
más bajo y con la mirada más apagada. Tema delicado parece.
―Ya entiendo ―contestó su, hermano―. Veo señorita Swan que
estuvo muy ocupada en esos días ¿No? ―dijo claramente enojado.
¿Y a éste qué? Si yo no era de su jodida propiedad.
―Pues lo cierto es que sí… Aproveché cada minuto de mi
viaje, hasta el final ―comenté de pasada recordando a aquel otro individuo que
me había hecho maravillas en las alturas. Sonreí.
― ¿Rememorando viejas hazañas gatita? ―preguntó el grandote.
―Isabella… Se llama Isabella ―dijo Edward apretando
firmemente su copa y otro tanto su mandíbula.
―Bella, dime Bella, Emmett… Creo que ya nos conocemos lo ‘suficiente’ como para tratarnos de tú ¿Verdad?
―dije de manera coqueta tras lanzar una carcajada.
¿Qué rayos pasa conmigo? –me dije tras ver ambos rostros. Lo
único que me faltaba era crear conflictos entre los hermanitos adonis. Arrg.
―Como sea, prefiero decirte gatita ―dijo Emmett moviendo sus
cejas repetidas veces de manera graciosa―, me trae muy buenos recuerdos ―agregó
luego lanzando otra sonora risa al aire.
Reí. Sí reí. Y es que esta situación era… absurda, como
mínimo.
― ¿Qué es tan gracioso? ―preguntó contrariado el señor
diversión.
―Pues, todo… Ustedes, yo, la situación en general se me hace
ilógica además de extraña.
―Es cierto. Me acabo de enterar que en el mismo viaje
relámpago estuviste conmigo y con mi hermano sin siquiera conocernos ¡Menos mal
que el viaje fue corto porque sino de seguro también le entrabas! ―dijo de
nuevo el grandote para luego reír de su propio chiste.
―Ja, ja, ja. Muy gracioso Pooh… aunque ¿De casualidad no
tienen a otro hermano verdad?
― ¿Pooh? Y ¿Otro hermano? ¿A cuántos te moviste en unas
cuantas horas? ¡Por Dios!
―Oye, ojito con lo que piensas de mí ¿eh? No soy ni fácil ni
una cualquiera… solo… que en ese viaje, las cosas se me fueron de las manos.
― ¡O mejor dicho estuvieron entre tus manos! ―volvió a
gritar el otro.
― ¡EMMETT! ―gritamos ambos.
―Mmm, lo siento.
―Pues, primero que nada no tengo ganas de andar escuchando
sus estúpidos apodos y en segundo, NO, no tenemos más hermanos, solo una
hermana y a menos que me digas que juegas en ambos bandos no estoy preocupado
por ella.
―Mmm… eso sería, caliente ¡No con mi hermana claro!
―Arrgg. Emmett ya para. Y no, no tiro para ambos bandos.
Aunque seguramente no me crean hasta ese viaje a gatas y tiraba para uno ―dije
con un tono de voz un poco más apagado recordando todo lo pasado y vivido con
Jake.
―Pues la verdad no te creo ¡¿Cómo podría?! ―dijo Emmett casi
a los gritos pero con una sonrisa de completa y sincera felicidad en el rostro.
Bufé.
―Pues es la verdad. Lo cierto es que debería de agradecerles
―ambos me miraron entre asombrados, incrédulos y expectantes por mis palabras―.
Sí, debería de agradecerles por haberme abierto los ojos. Creo que no tenía ni
idea de lo que me estaba perdiendo hasta ese entonces ―comenté con tono casual
mientras me sentía esbozar una leve sonrisa.
Observé por el rabillo del ojo como ellos se miraban entre
sí, como hablándose sin palabras –cosa que admito me dio una ligera sensación
de incertidumbre, aunque no supiera porqué.
El tiempo comenzó a correr y nosotros estuvimos simplemente
allí, parados, conversando plácidamente como si fuéramos amigos de toda la
vida, mientras la bebida efervescente corría a raudales por nuestras copas una
y otra, y otra vez…. ¡Dios! Sin duda ya había perdido la cuenta de la cantidad
que había tomado. Olvidé de ir a hablar con quienes sabía debía hacerlo. Olvidé
buscar y presentarme ante algunos escritores que me habían mandado a adular
para obtener sus próximos trabajos. Olvidé todo a excepción de estos dos bellos
especímenes de hombres que tenía enfrente y que a cada minuto y segundo tenía
más ganas de volver a probar.
La conversación entre nosotros fue siempre velada. Pequeñas
frases hechas o dichas bajo el doble sentido, la ironía o el sarcasmo. Pequeños
acercamientos que terminaban envolviéndome y asfixiándome con sus excitantes
aromas, pequeños roces mínimos, pero a la vez MUY íntimos. Todos aquellos leves
asaltos a mis muy sensibles sentidos estaban haciendo estragos en mi cordura.
En mi contención de saltarles encima y violarlos –literalmente- en medio de la
dichosa fiestecita.
Pero… justo en el momento en el que preparaba una muy
candente contestación a una pulla de Emmett mis ojos se clavaron en aquellos
cabellos rubios dorados que brillaban bajo la tenue luz amarillenta de las
luces cortándome de manera concisa todo rastro de respiración. Y, como si
hubiese sentido mi mirada, su perfil voltea hacia mí; clavándome una mirada
intensa y sorprendida mientras yo me perdía sin reparos en aquellos dos
estanques de agua cristalina. Porque sí, sus ojos eran de un hermoso tono que
te adentraba a los confines mismos de su alma.
Ok. Esto en verdad parecía ser una muy cruel broma del
destino ¿Qué probabilidades había o tendría que haber para que justamente en
una reunión, fiesta o lo que sea se juntaran aquellos tres fantásticos amantes
que había tenido hacía ya más de siete meses en tan solo el transcurso de cuarenta y ocho horas?
¿Eh? ¡Qué alguien me diga! Juro que para este momento ya no entendía
completamente nada ¿Qué hago? Me sentía ligeramente desesperada y de seguro eso
se debió ver reflejado en mi rostro porque lo siguiente que supe es que el
príncipe de cabellos de oro venía con paso decidido hacia mí ¡Mierda!
Todo quedó a un lado en el mismo instante en el que él se
puso con su gran y musculoso torso enfrente de mí. Todo. Incluso los otros dos
que parecían hablarme pero de los que tan solo me llegaba un leve murmullo
lejano.
Un leve mareo me sobrevino y sentí como mi cuerpo se
inclinaba ligeramente hacia delante, siendo sostenida en el acto por dos
fuertes pero muy distintas manos. Levanté la mirada.
―Gra… gracias ―dije con voz entrecortada. Esto sencillamente
era demasiado.
― ¿Estás bien Isabella?
― ¿Eh? Sí, sí… ―NOOOO, gritaba para mí. Quería desaparecer.
―Bella ―dijo ¿Jasper? Sí, creo que así se llamaba.
―Hola.
― ¿Jasper? ―dijo una voz detrás de mí mientras una calurosa
y gigantesca mano se posaba en mi baja espalda.
― ¿Emmett? ¡Vaya amigo! ¿Qué haces aquí? ―gemí por lo bajo.
Dios me odia.
―Pues, vine a acompañar a mi hermano Edward para festejar la
salida de su último libro ―explicó Emmett señalando con su cabeza hacia la
derecha de Jasper.
―Vaya ―dijo él girándose hacia Edward quien todavía tenía la
mano en uno de mis codos―. Felicidades.
―Gracias ―contestó éste en un tono bastante contenido.
― ¿Y tú? ¿Qué haces por aquí? ―vaya. Parece que me habían
olvidado por completo. Genial –pensé sintiéndome un poco frustrada.
¡Alto! ¿Acaso yo no quería recién pasar desapercibida para
todos ellos?
―Pues… por mi trabajo en el banco mantengo activas varias
cuentas con varias de las personas que hay por aquí. No suelo venir a este tipo
de eventos pero ―se giró hacia mi―, sin dudas hoy fue un buen día para hacerlo.
WOOOW.
―Mmm… ¿Acaso tú también fuiste parte del fin de semana de
aventura de esta señorita?
Emmett y la re… ¿Acaso este tipo no sabía nunca cuando
cerrar su enorme pico? Arrg.
Jasper abrió desmesuradamente sus ojos observando a los tres
con detenimiento. Y luego se rio, fuerte, demasiado fuerte. Y yo fruncí el ceño
¿Qué carajos estaba pasando aquí?
―Ok. Me alegro que a todos les agrade la idea de burlarse de
mi, en ese entonces, activa vida sexual ahora, si me disculpan… Me voy ―dije
verdaderamente molesta girándome hacia el flanco que parecía estar libre de su
presencia.
Instantáneamente tres grandes figuras me rodearon.
―Lo siento gatita ―Emmett.
―Disculpa, no fue mi intención ofenderte ―Jasper.
Edward no dijo nada. Él estaba enfrente mío y su mirada era
demasiado compleja como para que supiera leer lo que pasaba por su mente. Pero…
esa intensidad…
―Lo siento yo también. Esto en verdad parece una cruda broma
―suspiré―. Lo lamento en verdad pero creo que es mejor que me retire.
―No.
― ¿Cómo? ―pregunté incrédula al dueño de esos ojos verdes.
― ¿Porqué no salimos de aquí y vamos a ‘charlar’ a otro lugar? ―dijo él dando una de esas espectaculares
sonrisas torcidas moja bragas.
― ¿Y… qué te hace pensar que quiero ir a alguna parte con
todos ustedes? ¿Por quién me tomas? ―pregunté a su vez enojándome cada vez más.
―Bella, tranquila ―dijo Jasper mirándome directamente a los
ojos. Raro, al segundo de mirarlo mi cuerpo se relajó.
―Creo que es lo mejor gatita, no creo que este sea el lugar
para seguir hablando de lo sucedido ―dijo esbozando otra sonrisa moja bragas
¿Acaso era la sonrisa de la familia o qué?
De pronto, una loca y MUY descabellada idea surgió en mi
mente ¿Qué pasaría si…?
No. No podría ¿O sí? Dios, estaba confundida… Y muy, muy
bebida. Rayos.
Tanto suceso e información me hizo marear nuevamente.
―Vamos pequeña… Te acompañaremos fuera a ver si con el aire
te despejas.
―Sí, de seguro el aire te hará bien gatita.
―Vamos. Antes de que hagas un espectáculo Isabella.
Arrg ¿Pero qué se creen? ¿Qué porque ando un poquito bebida
me pueden tratar como a un bebé? Bufé. Joder. Sí, todo me giraba pero ¡No eran
mis padres! Ok, mala comparación…Si fuesen mi padre no habría hecho esas cosas
con…. Brrrr –me estremecí-. De seguro ESA
no era una imagen que quisiera tener dando vueltas innecesariamente –y
perturbadoramente- en mi cabeza. Carajo,
lo que me faltaba… un trauma con mi papá.
De seguro este raro monólogo introspectivo fue el que me
hizo nublar porque de pronto lo primero que supe era que yo estaba cómodamente
recostada en el asiento de un coche –en movimiento debo añadir-, mientras que
una mano se posaba en mi muslo –mmm- y otra acariciaba suavemente mis cabellos.
¡¿Pero qué putas le ponían al champagncito ese?!
Mierda, mierda, mierda.
Por dios Isabella ¡Concéntrate! Estos tres bien podrían ser
tus próximos asesinos y tú andas flotando en una nube de pedos. Arrg. Maldita
conciencia que no cerraba el pico.
El auto se detuvo.
Nuevamente sin saber por donde vino me sentí flotar. Ok, no
estaba flotando, tan solo alguien me cargaba en brazos hacia… MIERDA ¿Dónde
estaba?
Comencé a removerme y a quejarme un poco.
―Tranquila pequeña… ―susurro una voz dulce y calma en mi
oído.
―En verdad le cayó mal tanta copa ―murmuró alguien desde
detrás.
―Creo que se debe a que no ha comido ―dijo alguien con un
leve tono molesto desde delante.
Bien. Piensa Bella. Estás en… No sabes donde… Con tres
hombres –que en realidad no conoces de nada pero que están uno más fuerte que
el otro- y tú estás borracha hasta el tuétano sin posibilidad de defensa… Y
entonces, se hizo la luz… ¿Acaso quería yo defenderme de tremendos agresores?
Mmmm… Esperé a que llegara el miedo, la ansiedad, la culpa o la vergüenza ante
tales pensamientos y deseos pero… NADA. Ok, asumo que el alcohol sigue haciendo
de las suyas en mi sistema ¿Ventaja o desventaja? ¿Ser o no ser? Arrrg.
Definitivamente estoy borracha, sip, sip ¿Entonces?
Bueno, yo he sido una maldita niña buena toda mi jodida
vida. Niña educada, una señorita respetable, una mujer decente… Y estaba hasta
la madre de todo eso. Así que, resumiendo, ¿Por qué no aprovechar mi borrachera
para aprovechar a sacar a la perra que llevo dentro y que parece invernar el
año entero? Mmm…
Sentí como los brazos me dejaban sobre una superficie
mullida y cómoda, ligeramente perfumada con el aroma masculino ¿Una cama? Mmm y
más MMM… Gemí ligeramente al sentir una imagen demasiado subida de tono por mi
mente.
―Mierda ―susurró alguien a mi lado mientras yo seguía con
mis ojos cerrados para evitar lo más posible el mareo que de seguro me daría.
No sería para nada agradable comenzar a vomitar cuando finalmente me estaba
decidiendo a hacer algo tan… descabellado.
― ¿Crees que está dormida?
―No, no lo está… ―Edward.
Genial. Estaba comenzando a identificar sus voces por sus
tonos. Me removí un poco más y sentí la seda fría bajo mi piel. Sábanas.
Definitivamente estaba en una cama.
― ¿Qué haces? ―preguntó de nuevo Edward.
―Pues, quitarle los zapatos ¿Qué más? ¿O acaso quieres
dejarla dormir con ellos puestos?
Silencio.
¡OH, POR DIOS!
El tacto de esos enormes dedos –que recuerdo hacían
maravillas con mi cuerpo-, quemaba allí por donde tocaba la fina cinta que
abrochaba mis zapatos a mis tobillos. Gemí de nuevo. No pude evitarlo, hacía
tanto que nadie me tocaba de esa forma, tan suave, tan delicado. El último
polvo que tuve fue una despedida con Jacob que la verdad casi ni disfruté ya
que se vino enseguida y yo, aunque no quedé con las ganas, sí me sentí
insatisfecha. Y ahora…
―Joder… ―dijo Emmett con voz contenida.
―Mierda. Quizás deberías dejarla como está Emmett, no creo
que sea buena idea seguir si…
Gemí más fuerte cuando sentí como su mano caliente recorría
mi tobillo y empeine, apretando ligeramente. Dios, se sentía taaaan bien.
―Mmm… ―dije removiéndome para llamar su atención.
―Isabella, sé que no estás durmiendo. Contrólate por favor
―cortó Edward.
―Déjala hermano, mira como se retuerce bajo mis dedos ¡Y tan
solo le estoy acariciando el pie!
―Pero… Emmett, no es correcto, ella está…
―Lo sé, pero…
Emmett comenzó a alejar prudencialmente su mano de mi
necesitada piel y yo grité de pura frustración.
― ¡Nooo!
Mierda, quería llorar por la falta de tacto. Silencio.
― ¿Qué quieres gatita? ―dijo él casi en un ronroneo.
―Mmm… Más… ―supliqué completamente entregada.
¡A la mierda con todo! ¡Quería un buen polvo! ¡Dios,
necesitaba un buen polvo!
―Pero…
―Joder… ella lo quiere. Si no les gusta o les parece ya
pueden dejarme el resto a mí ―gruñó Emmett hacia atrás. Al parecer los otros
estaban más alejados.
Me aventuré a abrir los ojos apenas un milímetro para ver
mejor donde estaba… y como… y, casi jadeo al verlos bajo las sombras de la
oscuridad. Sus portes, sus figuras, su masculinidad, todo en ellos me daban
ganas de arrancarles todo y hacerlos míos con total descaro. Imaginarlos allí,
conmigo, todos juntos, satisfaciéndome, satisfaciéndolos; entregándome y
entregándose. Arrgggg, gemí alto y fuerte, mientras mis manos y espalda se
tensaban ligeramente ante tales imágenes. Owww… yo quiero eso. Sí, quiero,
quiero, quiero.
―Mmm… Creo que alguien necesita atención ¿No es así gatita?
―A-já ―dije. Ok, no es lo más inteligente que haya dicho
pero… estaba demasiado sensible por todo… Y la maldita mano que ahora estaba
llegando descaradamente lento hasta mi perfectamente depilada pantorrilla.
―Bella. No hagas esto nena, estás borracha y seguro mañana…
Jasper se había acercado a mí, podía sentir el calor
emanando de su cuerpo perfecto hacia mí. Él estaba siendo un caballero al
acercarse a mi oído para susurrarme aquello… pero yo no quería un caballero,
quería un animal, mejor dicho, quería tres bestias salvajes que me tomaran sin
cuidados y que me hicieran ver las estrellas una y otra y otra vez. Tan solo
una noche. Una noche es lo que pido. Una noche en que yo pueda liberar mis más
bajos instintos junto con ellos y dejar al placer recorrer cada resquicio de mi
cuerpo, de mi alma. Así que, como la perra estaba tomando el control decidí
echarle la culpa a ella de lo que hiciera ¡Y vaya que hizo! Sin esperar nada
estiré un brazo para tomar la nuca del rubio antes de que se alejase y estampar
su cara contra la mía, su boca contra mi boca. Estaba hambrienta, hambrienta de
ellos… Y no iba a permitir que me negaran mi comida.
Él, sorprendido de mi arrebato, no se resistió más que unos
cuantos segundos antes de responder el beso de manera brusca y necesitada.
MIEEERDA. Mmm… El beso era exquisito, él sabía a canela y cítricos, ácido,
dulce y algo picante. Sexy. El beso fue subiendo poco a poco de intensidad,
hasta que nuestras lenguas entablaron una batalla y gemidos y gruñidos salían
de nuestras bocas. El aire se hizo innecesario, ¿Quién quería aire cuando podía
retener las exhalaciones del otro?
Un segundo. Un segundo de sensibilidad extrema fue lo que me
hizo dar cuenta de que las manos que anteriormente acariciaban mis tobillos
ahora estaban vagando sin causa por mis pies, mis empeines, mis pantorrillas…
llegando poco a poco hasta rodear completamente mis rodillas. Deteniéndose solo
lo justo como para que me entusiasmase ante la idea de que seguirían su camino
ascendente… pero no. Emmett llegaba hasta allí solo para ir y volver una y otra
vez ¡Me estaba volviendo loca de necesidad!
Mi pudor y vergüenza para ente momento era completamente
nulo, así que lentamente fui levantando una mano para llevarla suavemente –e inexpertamente
debo agregar- hacia uno de mis senos… pero esta jamás llegó a su destino. Una
brasa de hierro me rodeo la muñeca a medio camino, aprisionándola entre unos
dedos de hierro. La aprensión hizo suficiente mella en mí como para conseguir
distanciarme de esos labios adictivos lo suficiente para ver a Edward con una
rodilla sobre el colchón a mi lado, con el brazo tenso por el deseo de
detenerme. La lujuria pura brillaba bailando en sus ojos, un verde que parecía
destellar fuego fue lo que recibí de sus ojos.
―Parece Isabella, que esta vez estás más necesitada que la
última vez ¿No es verdad?
Jodeme ¿De verdad me iba a hacer hablar? ¿Ahora? Ahhhhh…
―Yo… ustedes… TÚ… arrg… ―el muy imbécil comenzó a reírse con
ganas. Una risa ronca y grave que proyectaba deseo.
― ¿En verdad deseas esto gatita? ―gemí― Yo, no quiero que te
arrepientas y desaparezcas de nuevo Bella.
¿Uh? O sea, sé que en este momento no estoy muy consciente
que digamos pero… mmm… ¿Acaso no es algo obvio que esto es de una noche? ¡Vamos!
¿Quién demonios querría volver a ver –ni hablemos de salir- con una chica que
se la ha montado con tres tíos –buenísimos- que para colmo uno de ellos es su
puto hermano? ¿Acaso estaba loco? Preferí no responder siquiera a eso, pero sí
a lo principal en este momento.
― ¡JODER SÍ!
Unas suaves risas me envolvieron haciéndome también a mí
lanzar una divertida y algo nerviosa carcajada.
―De acuerdo… ¿Alguno de ustedes tiene problemas en
‘compartir’ a esta preciosura?
Mierda, no había pensado en eso. Una mano en mi rodilla, una
mano en mi muñeca, unos labios en mi mejilla; todo esto era demasiada sensación
para concentrarme tanto. Me esforcé por abrir bien los ojos y mirarlos a todos.
Ellos se miraban unos a otros, como midiendo que tanto era a lo que estaban
dispuestos a llegar ¿Les incomodaría verse en pelotas o el hecho de compartir
mi cuerpo con otro que encima le era conocido?
―Yo no tengo problemas pero aclaro que yo juego en un solo
bando y no haré nada con ninguno de ustedes ―dijo Jasper de lo más serio en
cuanto separó la cabeza de mi cuello.
Carajo, eso fue caliente.
―Arrgg, por supuesto que todos jugamos en un bando ¡Tarado!
¿O insinúas que tengo pinta de puto loco? ―contestó Emmett enojado.
―Basta… nada ocurrirá entre nosotros. Esto, se trata de Isabella…
Nuestra ‘gatita’ parece una pantera
de caza hoy, y al parecer nosotros somos la presa… Los límites los pondrá ella
y mientras ella no diga o niegue nada nosotros seguiremos nuestros instintos
¿Están de acuerdo? ―preguntó Edward sin mirarlos siquiera ya que él tenía sus
ojos clavados en mí todo el tiempo. Yo asentí a la vista de todos. Dios, mi
cuerpo ardía recordando sus palabras… “seguiremos
nuestros instintos” CA-LOR.
―Muy bien.
―De acuerdo.
―Parece, que finalmente hemos caído ante ti ‘gatita’, la pregunta es ¿Qué tan
dispuesta estás para nosotros? ―temblé.
¿Qué decir? ¿Oh, bien,
pueden cogerme el cerebro y yo gemiré como nunca? Naaa ¿Verdad?
―Yo… quiero… ―No podía decir las palabras en voz alta. Esto
era peor que el despertar con ellos y enfrentar las realidades de los hechos
pero, yo quería esto y… ¡A LA MIERDA LA DECENCIA! Clavé mis ojos en él y me
erguí apoyándome ligeramente en mis codos―. Yo quiero que me cojan como nadie
antes lo ha hecho, quiero sentirlos en cada rincón de mi cuerpo, y quiero
llegar a llorar de tanto placer ¿Creen ustedes ser capaces de conseguir eso?
¡Ahí está! ¡Ahí lo tienen! ¡Tomen malditos! El reto está
echado…
Las caras reflejaban sus grados de asombro ante las palabras
que salieron de mi boca, para luego esbozar cada uno la sonrisa más lujuriosa
que les hubiera visto nunca.
―Creo que esta será una muy, muy larga noche gatita…
―Parece que esta dama
nos está poniendo a prueba…
―Mmm… no ha sido muy inteligente ponernos a prueba cuando
somos tres contra uno… pero definitivamente disfrutaremos de demostrarte cuan
listos estamos para aprobar el desafío impuesto mi musa.
Aparentemente fue algún tipo de acuerdo tácito el hecho de
que cada uno siguiera con la parte de mi cuerpo en la que estaba anteriormente.
Emmett se dedicó a amasar con la presión justa mis piernas,
ascendiendo en cada vuelta al menos un centímetro más. Edward llevó mi brazo
hacia su boca y comenzó a lamen y chupar a conciencia cada uno de mis dedos
para luego ir dejando besos húmedos por el resto de mi brazo hasta llegar al
pliegue interno de mi codo, y Jasper… Jasper me estaba dejando sin sentido con
un beso devastador. Si esto era solo el principio ¡No tenía idea como iba a
sobrevivir al resto!
Mis sentidos estaban disparados, sentía todo en la piel,
escuchaba los gruñidos, jadeos y succiones, olía el aroma de los sexos de
todos, saboreaba la sal del sudor que se iba formando en mi cuerpo, y veía con
glotonería a estos tres perfectos ejemplares adorándome como si no hubiera
mañana.
De pronto, el anhelo a sentirlos aún más fue insoportable,
por lo que con decisión me solté de la boca de Jasper y de la de Edward para
luego sacudir las piernas de las manos de Emmett… era hora de probarlos.
Lentamente me erguí en la cama para luego pararme a un lado
de ella. Las manos me temblaban, aunque no sabría decir si de nervios o
impaciencia, un poco de ambas de seguro.
Comencé con Emmett. Con andar seguro –o al menos esperaba
que así se viera-, me dirigí hacia él y al llegar coloqué las manos en su pecho
y mirarlo fijo. Él entendió ya que a los dos segundos me estaba besando de
manera apasionada y yo… Yo fui desabotonando uno a uno los botones de su
preciosa camisa borgoña para dejar su pecho expuesto a mis inquietas manos.
Recorrí sus pectorales y deslicé con suavidad la camisa por su espalda. Ruido
de movimiento vino de mis espaldas, así que al girarme a echar un vistazo pude
ver como Edward se quitaba los zapatos y como Jazz se iba quitando la corbata y
el precioso saco negro que llevaba aún puesto. Volví a mi tarea. Pasé mis uñas
rojas por aquel pecho de infarto, rasguñando ligeramente a la altura de sus
tetillas, ganándome en recompensa unos hermosos gruñidos de su parte. Envalentonada,
llevé mis dedos a la hebilla de su cinturón para quitarlo y así poder abrir la
pretina de sus pantalones ¡Dios! De tan solo ver el bulto que apretaba contra
la tela se me hacía agua la boca. Así que lo dejé allí, así, con los pantalones
bajos y el bóxer apretado, para seguir mi camino de vuelta a los chicos… o al
menos a uno de ellos. Jasper. Él se había quitado ya también los zapatos y las
medias y había desabrochado gran parte de los botones de su camisa gris perla
así que, sin beso de por medio, me fui directamente a morder una de sus
tetillas que ya se encontraba enhiesta contra mi lengua. Gemí. Con movimientos
cada vez más acelerados repetí lo mismo que con el grandote… Abrí su hebilla,
el botón y la cremallera para ir bajando con mis manos sus pantalones mientras
mi cabeza también descendía dejando un rastro de besos húmedos por todo su muy
marcado torso y lo sentía a él gruñir en respuesta. Una vez más corté todo
abruptamente antes de que me tentara demás.
Edward. Él ya había abierto del todo su camisa y me esperaba
con una mirada maliciosa en su bello rostro de ángel demoníaco. Él no esperó
como los otros, claro, recordaba claramente que a él le gustaba bastante eso de
dominar –froté mis muslos ante ese pensamiento-. Él simplemente esperó a que estuviese
a un paso de él para alargar el brazo y tomar mi nuca de manera ruda,
acercándome a su boca de fuego y pecado sin más miramientos. Su sabor. Dios, su
sabor era el puto paraíso. Anís y menta, y algo dulce pero suave… vainilla
creo. Su lengua gloriosa hacía perfectos remolinos dentro de mi boca, luchando
insaciable contra la humedad de mi lengua y haciendo que mi sangre cantara para
él. Dios ¡Vaya que bueno besando!
En un segundo de semi lucidez, abrí mis ojos aún con mis
movimientos bucales en toda su alza y la visión que recibí fue jodidamente
caliente ¡Él me estaba mirando! Sus ojos refulgían de una manera que me hacían
sentir en llamas.
El agarre de sus manos se hizo más firme. Demasiado, ya que
en un momento no pude evitar gemir por el ligero dolor impuesto en mi tierna y
muy sensible carne. Aun mirándolo, me separé.
Bien… ahora los tres portaban como perfectos modelos de ropa
interior sus muy estrechos bóxers, todos ellos jodidamente abultados hasta lo
imposible imitando a una gran tienda de campaña tamaño familiar. Ronroneé
despacio ante la imagen.
De pronto, yo estaba allí, parada; caliente, deseosa,
anhelante, quería estar con ellos ¡Con todos ellos! Y lo quería todo. No
límites, no imposiciones, no lamentos, no nada. Quería sentir un placer tan
extremo que no supiera donde empezaban ellos y terminaba yo. Y lo haría.
Edward seguía inmóvil detrás de mí mientras que los otros
dos ahora estaban a mi frente uno al lado del otro… esperando que yo fuera
quien dictara el siguiente paso. Bien por ellos, porque justo en este momento
lo que quería era comerlos.
Sin pensar o racionalizar nada más me hinqué sobre mis
rodillas y les di una más que sugestiva mirada. En respuesta, ambos gimieron y
pude observar como sus pollas se agitaban aun prisioneras bajo la molesta y
cada vez más estorbosa tela. Mis manos cobraron vida propia al elevarse e ir
directamente a los elásticos de ambos para luego ir bajándolos muuuuy
lentamente y logrando con ello que sus hermosos y enormes miembros saltaran
justo a escasos centímetros de mi cara. Me relamí. Dos manos, una boca… creo
que me las podría arreglar muy bien con ello ¿no? Sí, seguro que sí.
―Mmm… Edward ¿Por qué no te unes aquí con los chicos? Creo
que puedo alegrarlos juntos ―dije en apenas un susurro.
―Tks, tks, tks… No. Creo que yo también tengo hambre…
―ronroneó.
Sorprendida por sus palabras giré mi cabeza para mirarlo.
Una sonrisa matadora surcaba su rostro.
―Oye hermano… Todo bien pero quedamos que no nos molaríamos
entre nosotros ¿no? ―dijo Emmett con un tono confuso y muy, muy incómodo. Casi
me rio.
―Oye, yo no quiero eso ¿ok? Ni pienses que…
―Oh ¡Por favor! ¡Ya cállense de una puta vez! ¿Cómo se les
ocurre que voy a querer comerlos a ustedes? Agghhh… No estoy tan desesperado y
no como mierda…
― ¡Oye!
― ¡Hey!
― ¿Qué?
―Pues que te calles porque yo sí me las voy a comer y te
aseguro que no son ninguna mierda ―dije yo para zanjar el tema.
―Mmm.. No me interesa. Lo que yo comeré es mucho más rico
que eso… ―dijo bajando el tono. Le seguí el juego.
― ¿Ah sí? Pues dime que es y quizás hasta lo pruebe…
Más de un gruñido se escuchó en aquel silencioso lugar.
―No creo que tengas ganas ya que estarás lo suficientemente
cansada como para probar cosas nuevas mi
musa.
Y dale con lo de musa ¿De qué corno hablaba este tipo? Me encogí
de hombros, no que me importara en realidad.
―Bueno, muy linda la charla pero yo tengo hambre, así que…
si me disculpas…
Dicho esto no esperé más. Me giré rápidamente y tomé ambas
pollas en mis manos para debatir solo un segundo sobre a quien probaría
primero. Me decidí por Jasper –a fin de cuentas era del que menos tiempo había
sacado provecho-. Un gemido ahogado y un jadeo fue lo que resonó en el
ambiente. Mierda, no recordaba que esto fuera tan bueno.
―Abre las piernas Isabella… Ahora ―dijo aquella voz ronca y
demandante que tan bien recordaba.
Lo hice. No había forma de desobedecer aquello. No cuando
prometía tanto.
La lengua caliente y rezumante de cálida saliva se adentró
sin miramientos en el centro de mis pliegues al instante en el que su cabeza
quedó maravillosamente acomodada debajo de mí. OH, JODEEEERRRR… Este hombre sí
sabía lo que hacía. Mis caderas comenzaron a removerse inquietas una y otra
vez, tratando de sacar el mayor de los partidos a esa parte de su espléndida
anatomía mientras que mi boca iba de un miembro a otro con glotonería. Chupaba,
lamía, mordía, apretaba, succionaba; cada truco aprendido fue aplicado a
conciencia en ambos, consiguiendo en respuesta los mejores sonidos que hubiese
escuchado nunca. Gemidos, siseos, gruñidos, jadeos… cada uno de ellos se
entremezclaba con los míos, creando una perfecta sinfonía de pasión
desbordante. Fue entonces, tan solo unos cuantos minutos después cuando la
tensión que se había instalado en mi bajo vientre fue completamente
insoportable, así que para acelerar mi descarga froté y chupé aún más y más
duro. Mi recompensa fueron dos radiantes y potentes descargas en mi boca. El
primero en venirse fue Emmett cuando le apliqué una succión sopapa en el
momento en que mi mano le apretaba un poco el tallo, y el segundo fue
obviamente Jasper mientras arañaba delicadamente su polla con mi dientes y le
masajeaba con precisión sus tensos testículos. Tragué y tragué hasta que los
tuve limpios y semi blandos contra mi boca, aun moviendo mis manos sobre ellos.
Y ahí, con la boca impregnada de sus sabores fue que mi placer llegó a la
cúspide encegueciéndome como nunca y logrando que mi cuerpo se convulsionase de
manera dura sobre el hombre que me estaba prodigando tamaño placer… pero cuando
intenté removerme Edward no me lo permitió, a cambio, él tomó con firmeza mis
caderas para que dejase de moverme y adentró esa lengua viperina hasta el
mismísimo centro de placer al mismo tiempo que uno de sus dedos se adentraba
duramente en mi centro y otro –a saber cual- presionaba con codicia aquel
pequeño agujero lleno de nervios. Sí… Mi cuerpo ya sobre excitado no pudo
ignorar tanto estímulo y, presa de un placer que nunca creí conocer me vine de
nuevo –aún más fuerte- contra su boca. Mientras aullaba y gritaba como una perra
en celo antes de que mi cuerpo perdiera toda noción y conexión con mi
alrededor.
¡AY MI DIOS! ¡Y ESTO ES SOLO EL COMIENZO!
Mi mente sintió la sensación de flotar –aunque sabía que en
realidad no estaba tan loca como para creer eso-. Nop, al parecer estoy cuerda
porque esa sensación fue solo el hecho de que alguno de ellos me había tomado
en brazos y dejado delicadamente de nuevo sobre el colchón. Bien. Unos
segundos, solo unos segundos para que mi cerebro perdido vuelva a su lugar y ya
luego vuelvo a la carga ¡Wait a second
boys! Sep, dicho y hecho. Mi cuerpo sintió unos pasos y murmullos mientras
mis extremidades volvían lentamente a responderme.
¡Y como para no si de repente tenía sobre mi boca los labios
más dulces que hubiera sentido nunca! Emmett, mmm, ¡Oh mi osito Pooh! Él sabía
tan dulce como una paleta, pero con algo más… Cerezas y crema, dulce y suave…
Y, ¿menta? Mmm, no sabía a ciencia cierta… pero a mí me parecía que sí, quizás
la menta era ese algo picante característico de la familia Cullen. El beso fue
tierno y sexy, nada demasiado brusco y demandante como de seguro haría su
hermanito, lo mejor para este momento post clímax y pre clímax –me reí
internamente, que chistoso se me hacía pensar eso.
Mis manos tomaron su rostro y acariciaron su piel hasta
llegar a su cuello. Cuando por fin cortamos un poco el beso para tomar aire yo
seguí dando ligeros besos hacia su barbilla, su mentón duro y marcado, bajando
hacia su nuez que se movía seguido al tragar.
―Dios… No sabes lo bien que te sientes Bella, toda tú
gatita…
Eso me elevó mucho, sus palabras eran lindas con un
trasfondo caliente y sensual. Fue su turno entonces de apartarse y comenzar a
besar y lamer, sí lamer, mi piel. Fue por mi cuello, mis hombros, mis
clavículas… hasta que por fin llegó a besar la tierna carne expuesta de mis
pechos, pechos más que necesitados de caricias. Sí, por fin…
Dos grandes manos se apoderaron de ellos finalmente y yo
solo pude suspirar con renovado placer sintiendo como otros labios más fuertes
y seguros me reclamaban. Mierda. Edward estaba saqueando mi boca de una manera
que no debería de ser legal, ¡JODER! Este hombre, mmm… Las manos de Emmett me
estaban haciendo gemir de frustración, el muy maldito que amasaba la carne como
si fuera un bollo de masa pero sin tocar en ningún momento mis necesitadas y
erectas puntas. Carajo ¡Que alguien lo remplace por Dios! El tacto fino sobre
mis pies me distrajo de todo. Dos calientes y suaves manos se apoderaron de mis
pies, masajeando con destreza mis plantas ¡DIIIOOOSS! ¿Qué carajos me estaba
haciendo? Grité ¡Y cómo para no! Al momento en el que sus dedos apretaron un
punto en el talón de ambos pies a la vez una sensación de electricidad me
recorrió de pies a cabeza concentrándose fuertemente en mi sexo, el cual se
contrajo rítmicamente por esto ¡MIERDA!
― ¿Qué? ¿Qué, demonios… fue eso? ―jadeé porque él insistía
en aquel movimiento.
―Esto señorita se llama placer ―se rio el muy maldito―,
disfruta nena…
Dicho esto comenzó a besar mis pies, para luego chupar,
lamer y succionar cada parte haciendo que yo me retorciera como posesa. Owwww…
Besos sexuales, caricias sensuales, masaje divino… Mi cuerpo era como una puta
bomba de tiempo.
―Creo que ya está más que preparada para una segunda ronda
chicos… Si seguimos así se desmayará de placer antes de empezar ―dijo Edward
haciendo que los otros dos rieran. JA-JA quise decir. No podía ¿Cómo hacerlo si
lo único que podía hacer era gemir y jadear?
―Me encantaría que me la chuparas un rato preciosa… pero me
muero por sentir mi polla en tu culito de nuevo ―dijo Edward con voz gutural
cerca de mi oído. Oh, sí.
―Pues yo aún no me canso de comer tus hermosas tetas, así
que me entretendré jugando con ellas mientras ellos te follan ―dijo Emmett.
―Mmm, entonces estaré más que gustoso de llenar con mi polla
su necesitado y hambriento sexo.
― ¡Por Dios ya dejen de hablar y fóllenme de una puta vez!
―Grité al punto de la desesperación.
Todos rieron y yo los quería matar.
En silencio cada uno fue tomando su lugar al tiempo que mis
nervios me consumían de manera lenta y dolorosa. Emmett me levantó contra su
pecho para besarme de manera ya más ruda, sosteniéndome por mis lados sin
dejarme tocar el suelo. Una vez que me dejó bajar, pude notar como Jasper se
había recostado sobre la cama y me daba una mirada traviesa así que yo reí con
él, quitándome en el camino a sus brazos, un poco de la tensión sexual que me
había embargado desde el momento en el que me los encontré.
Rápidamente me coloqué sobre él, arrimando mi pelvis a la
suya, tentando, rozando, excitando y excitándome. Esto era el puto Edén, el
infierno, el purgatorio, esta noche lo era todo. Él gimió ante el calor de mi
sexo sobre el suyo. Su mirada se tornó oscura, perversa, sus ojos casi negros
brillaban de excitación. Se irguió un poco sobre sí para poder tomar a gusto mi
nuca y hundir mi boca en la suya al mismo tiempo en que una de sus manos se
colaba entre nuestros cuerpos para terminar adentrando de una estocada certera
toda su gran dureza en mí. JO-DER. Grité de placer en su boca mientras que él
sonreía comenzando con el vaivén de sus caderas, meciendo las mías suave pero
firmemente sobre él. Unos cuantos bombazos después sentí como la cama se movía,
el colchón se hundía bajo el peso de un nuevo intruso. Edward. Noté como Jasper
abría un poco sus piernas para que él se colocara en medio, justo centrado ante
la entrada que solo él había tomado. Sí, aquella vez presa de una lujuria sin
precedentes en mí fue mi primera vez en ese terreno, y creo que no pude haber
tenido un mejor estreno que aquel.
Un dedo curioso comenzó a sondear aquella zona prohibida,
masajeando levemente al principio para luego ir apretando cada vez más y más…
hasta que finalmente la yema de su dedo entró en mí. En consecuencia, mordí los
labios de Jasper. Un dedo, dos dedos, tres dedos. Edward los adentraba y sacaba
con velocidad, haciendo que me retuerza aun más sobre el tenso cuerpo de Jasper
–sin dudas él estaba haciendo lo indecible para aguantar mientras yo apretaba
su polla con mis músculos de manera regular debido a la presión pulsante en mi
trasero-. Jasper siseó y yo grité mientras sentía las manos de Emmett retorcer
mis pezones ya sin cuidado alguno. Era una muñeca de trapo en sus manos. De
repente sentí un vacío en mi interior y supe lo que se venía, esa enorme y dura
polla enterrada en lo más profundo de mí, sin medidas ni contemplaciones de
ningún tipo. Y así fue. De un solo golpe él se adentró en mí hasta tocar con la
punta lo más profundo de mi interior. Jasper se estremeció y yo jadeé bajo tal
intrusión.
―Yo, no creo… que… pueda, mucho… aguantar… ¡Demonios! ―gritó
Jasper exasperado.
Mierda; yo no estaba tampoco mucho mejor.
―No te contengas Isabella, déjate llevar… ¿Nos sientes?
¿Sientes como nuestras pollas casi se tocan mientras se entierran en ti? Solo
nos separa una delgada y muy estirada capa de músculo ¿Nos sientes preciosa?
― ¡Sí! Sí, sí, sí… Todo… Yo, siento… Los siento… Todo… Ed,
Jazz… Oh por Dios ―decía incoherentemente.
―Sí nena sí, todo, te
daremos todo… y más.
Y la cabalgata de mi cuerpo fue estremecedora. Uno iba y el
otro venía, todo el tiempo llena en uno u otro. La sensibilidad de mi piel
estaba por las nubes así que cuando Emmett de pronto dirigió mi cabeza a su
polla sumamente erecta y dura supe que ya no me quedaba nada. Él guió mi cabeza
hasta casi ahogarme y yo ni siquiera me resistí, el placer navegaba libre por
mi sangre y la presión en mi útero era inimaginable, el morbo y la perversión
absoluta comandaban mi cuerpo.
Con un alarido que rasgó mi garganta desde lo más hondo de
mi ser dejé que el placer me arrastrara en un orgasmo demoledor. Un gruñido
seco a mi espalda, un grito contenido en mi cuello y un siseo junto con una
caliente semilla en mi boca fue el resultado de esta maravillosa ronda de sexo
desenfrenado.
Y no, no terminó ahí. Esta vez no me dejaron descansar.
Todavía con mi sexo pulsante Edward salió de mí tirándose hacia atrás y
llevándome a mí con él. Me giró. Y casi no me sorprendí cuando sin tiempo a
nada se enterró en mi centro caliente y mojado de una vez. Esta vez yo casi no tenía
fuerza así que él me adhirió a su cuerpo y me meció sobre él. Nuestros cuerpos
resbalaban debido al sudor de nuestros cuerpos enfebrecidos. Oh mi…
―Creo que es mi turno… ―ronroneó Emmett detrás de mí
mientras apretaba mi ano con uno de sus robustos dedos. Mierda. Toda delicadeza
y ternura se había ido de él. Sin más dilación Emmett apoyó la punta de su
glande en mi perineo, rozándolo hasta la entrada que en ese momento estaba
llena de Edward―. Joder hermano, no tengo ganas de sentir tu polla pero… ahhh…
estás tan mojada gatita… tan caliente… ―dicho esto y con la punta ya más que
humectada de mis propios jugos, él se dirigió directamente a mi pequeño agujero
y se adentró hasta la empuñadura. Grité. Mierda Edward era grande, enorme… pero
Emmett, Emmett era muuuy grueso. El peso de Emmett me hundió por completo
contra Edward, pero él me elevó apenas lo suficiente para que pudiera respirar
bien. Sin embargo este ángulo estaba haciendo que su glande tocara una y otra
vez de manera insistente aquel lugar que me volvía literalmente loca. Mi punto
G. Mi carne se sentía tirante hasta el dolor pero el placer picaba de fondo y…
Dios, que sea lo que sea –pensé.
La ronda empezó de nuevo y mi cuerpo traidor reaccionó una
vez más. La adrenalina atravesando mi cuerpo desde mi cabello hasta mis
talones.
Apenas unos segundos después yo ya tenía a Jasper levantando
mi cabeza para besarme con hambre, con plena y total lujuria. Era una perra, lo
sabía, ellos me hicieron darme cuenta… pero jamás había imaginado que llegaría
tan lejos. Jasper llenó mi boca con su lengua, calló mis gritos con su boca y,
como si fuera poco, estiró su mano entre esta maraña de cuerpos y comenzó a
frotar delicadamente aquel pequeño pero eficiente botón de nervios en mi sexo.
Sí, no hizo falta más… apenas unos segundos después yo estaba a los gritos sin
siquiera saber que decía o a quien. Parecía que no podía dejar de gritar, o de
acabar -dicho sea de paso-. Los espasmos fueron interminables y casi enseguida
otros dos sonidos ahogados me acompañaron. Un tercero resonó en mi boca aunque
yo sabía que él no había llegado aún. O eso creí, ya que al mirarlo
detenidamente pude notar que él se había estado bombeando a sí mismo mientras
me llevaba con sus dedos a la locura gloriosa y con su boca al mismo frenesí.
Todo me daba vueltas y vueltas. Este carrusel era
jodidamente infernal –pensé para mí-. Ok, mal chiste pero Ohhhhh… Creo que
necesito unos días en terapia intensiva.
Después de no sé cuanto todos caímos enredados, sudados y
exhaustos sobre las ahora húmedas sábanas. Mi cuerpo se sentía imposiblemente
laxo, casi diría sin vida si no fuera por el exquisito hecho de que la sangre
bombeaba con fuerza contra cada parte de mi interior, sobre todo en aquel sexo
aun palpitante. Aparentemente ninguno tuvo fuerzas para más ya que en cuestión
de segundos todos nos dejamos llevar por una muy bienvenida inconciencia.
.
Unas cuantas horas –o minutos no lo sé a ciencia cierta- me
desperté boqueando por aire y con el cuerpo tenso mientras sentía una húmeda
caricia recorrer todo lo largo de mi vulva. Intenté removerme, girarme,
salirme… todo en vano… Quien sea que fuera que me estaba haciendo ver nubes y
estrellas me tenía por demás fuertemente anclada a su cuerpo. Sus manos eran
como tenazas de hierro incrustadas en mis caderas y sus movimientos contra mi
carne eran jodidamente certeros. Me sentía en el limbo. Al mover mi mano noté
el calor de otro cuerpo a mi lado, por lo que estiré la mano para aferrarme
firmemente a su brazo ya que la sensación de estar a punto de saltar de un
precipicio era cada vez mayor. La urgencia, el deseo, el placer
inconmensurable, todo se confabulaba en armonía para dejarme casi desfallecida
de necesidad. Ya no sabía si quería o no saltar, ya no sabía nada… de nuevo.
Alguien tomó entonces mi boca, acallando mis gritos enronquecidos y gruñendo a
su vez contra mi lengua. Me mordían, me lamían, me succionaban y ¡Dios!
¡Diablos! ¡Demonios! ¡Quien sea que fuera que se apiadase de mí!
Mi cuerpo era su banquete, yo era la esperada cena de estos
perfectos vampiros hambrientos. Ellos no solo querían mi cuerpo, ellos me
estaban quitando el alma, la sangre, la mente… ellos me estaban desvalijando de
todo lo que había sido hasta ese entonces, y yo –increíblemente- no podría
estar más a gusto con semejante desenlace porque… Díganme ¡Y sean sinceros!
¿Quién rayos sería capaz de reprimirse ante tamaño potencial de placer?
Y sí, el placer llegó nuevamente, una y otra y otra vez,
hasta el punto de que si alguien me preguntara como me llamaba yo ya no sabría
que responder porque para ese entonces ya no sabía como encontrar mi voz, y
mucho mejor como unir las letras para formar palabras y hablar ¡Demonios, ni
siquiera sabría pensar en letras! No tenía nada. No sabía nada… Y tampoco
quería saberlo. Me bastaba con el hecho de que ellos me quisieran tomar hasta
desfallecer otra vez.
.
Desperté -nuevamente-, esta vez gimiendo de un dolor
desconocido… ¿O debería decir dolores? DIOS. Me dolía todo el cuerpo. Nada se
salvaba de aquel entumecimiento. La cabeza me latía de manera constante y mi
corazón parecía el aleteo de un colibrí… diría que podría haber quedado con una
arritmia constante por el resto de mi vida y no me podría importar menos que
nada.
Podía sentir las luces de un nuevo y destellante alba sobre
mi piel, nuestras pieles, así que abrí lentamente mis pesados párpados para ver
como ellas se erguían orgullosas colándose por entre las rendijas de las
persianas cerradas. Las cortinas cerradas de color rojo apagado conferían la
sensación de calor.
Me quedé nos segundos mirando hipnotizada hacia allí para
luego –con un profundo suspiro-, dirigir mi mirada hacia los cuerpos calientes
que sentía enredados y apretados contra mi piel. Quizás debí sentir una pizca
de vergüenza, de pudor, de… algo… No sentí nada más que puro y desorbitante
anhelo pero… Debía buscar lo que me quedaba de conciencia para lograr hacer
tripas corazón y salir de allí; volver a mi vida... a mi muy solitaria y patética
vida sí, pero aun así debía volver a ella. El primer problema obvio era el cómo
salir de entre ellos si me tenían firmemente apretada por todos lados, casi
parecía que me sostuvieran justamente tratando de evitar mi huida. No, de
seguro era por como habíamos caído, no busques excusas pobres y levántate de
allí –me dije con firmeza-. Y eso hice… Muy despacio, con reverencia y algo de
miedo, con pena y un gran dolor fui moviendo muy despacio mi cuerpo para salir
primero de uno y luego del otro y del otro para llegar a salir al fin de esa
cama que había sido testigo de la mayor proeza de mi vida. Y no lo digo por el
sexo, no, lo digo porque en ella finalmente me rendí a buscar y obtener lo que
en verdad quería sin pensar en consecuencias o nada más allá del momento; lo
cual, para una persona tan analítica como era yo hasta ayer a las siete de la
tarde era sin dudas un gran logro. No es que fuera a hacer de esto un hábito
porque mentiría. Eran ellos, por ellos. Solo estos hombres habían logrado sacar
todo de mí. No fue una tarea fácil obviamente. Jasper tenía enredado uno de sus
brazos debajo de mi cuello y su boca pegada a mi hombro, Emmett pasaba
pesadamente su enorme y musculoso brazo por mi cintura, enterrando su rostro
cerca de mi clavícula y Edward… Edward estaba firmemente agarrado a mi cadera,
durmiendo como un pequeño entre mis piernas. Al final logré salir intacta, al
menos físicamente hablando.
Me quedé unos segundos mirando hacia la cama y a esos tres
hermosos ejemplares de hombres recostados sobre ella. Se veían tan… pacíficos,
tan bellos que cortaban la respiración. Pero como todo cuento o encanto, este
se termina lo quiera uno o no, y el mío sin lugar a dudas había llegado a su
fin. Nos evitaría la penosa charla del día después, esa que siempre es incómoda
–sobre todo en algo así-. Yo quería recordar todo aquello sin ninguna ruma o
desencanto así que tras contener el aliento y cerrar un segundo mis ojos para
grabar esa imagen bajo mi retina los abrí y quité mi mirada de ellos para
buscar mi ropa.
Una vez tomada la resolución y la fuerza necesaria corrí en
silencio hacia la punta de la cama donde se asomaban mis preciosos zapatos –me
sentía cenicienta- y luego hacia el bulto azul y negro que estaba en una
esquina tirado –una muy puta cenicienta creo- y lo tomé dirigiéndome a la
puerta. Salí cerrando con cuidado a mis espaldas y me vestí a gran velocidad en
el mismo pasillo ¡Carajo! ¡En la prisa había dejado caer la tanga que estaba
enredada en el vestido! No importa, ni loca me vuelvo a meter allí, si entraba
otra vez estaba segura de que no resistiría la tentación de quedarme y eso no
era algo que iba a permitirme.
Por suerte mis zapatos si los había tomado con firmeza
porque de haberse caído ya habrían despertado.
Iba camino a la entrada, pasando por el salón principal
donde había estado aquella vez y, ya casi llegaba a la puerta, cuando un
ladrido ensordecedor retumbó delante de mí… precisamente delante de la puerta
que me separaba de mi perfecta y silenciosa huida ¡MIERDA! ¡Maldito chucho! Los
ladridos no cesaban y yo ya estaba que me largaba a llorar de frustración…
cuando un grito de “SILENCIO” retumbó desde detrás de mí. Y el silencio de hizo
de inmediato ante la orden. Owwwww…
―Veo que de nuevo estas intentando huir ¿No Isabella?
―¿mentir o asentir?
―Noo, que va... Solo quería, mmm, este… ¿Agua? ―joder
¿Porqué mierdas no asentí? Ahora no solo parecía patética sino además ridícula.
Arrgg
―Sabes que mientes fatal ¿Verdad? ―se rio otro detrás de mí―
¿Por qué estabas por huir otra vez gatita? ―Emmett, el osito tenía el tono
herido.
― ¿Podrías mirarnos al menos Bella? Este no es para nada el
despertar que me había imaginado…―dijo Jasper entonces.
El coraje había desaparecido de mi cuerpo por lo que
simplemente me quedé allí dándoles la espalda en una forma estúpida de
autoprotegerme. Lo sé, soy idiota ¿Contentos? Sí, lo sabía, pero tampoco lo iba
a ir gritando sin ton ni son.
―Yo… Me lo he pasado genial, de veras pero… Solo quería
evitar el estúpido e incómodo momento de la mañana después ¿Ok? Solo… solo
déjenme ir, será un recuerdo espectacular así como está ―dije en voz tan baja
que por un momento creí que ni siquiera me habían escuchado.
Un suspiro, un gruñido y una maldición después supe que sí
lo habían hecho.
Unos cálidos y enormes brazos me abrazaron desde detrás y
nuevamente quise echarme a llorar como una idiota por sentir esa sensación de
ternura invadiéndome.
―Yo no quiero que esto quede en tan solo un recuerdo gatita…
―susurró Emmett contra mi oído pero en voz suficientemente alta como para que
los otros dos también le oyeran.
―Y él no es el único ―dijo Jasper llegando frente a mi
alargando sus manos para sostener mi rostro hacia él.
―Creo que a ninguno nos ha gustado la idea de que luego de
cada encuentro te desaparezcas como un jodido fantasma ―gruñó Edward llegando a
mi lado y clavando su mirada en la mía.
―Pero… ―¿Qué decir? ¿Qué querían decir? ¿Qué debía decir yo?
―Yo no sé ellos pero… si tengo que compartirte por el resto
de mis días para poder ver tranquilamente un amanecer a tu lado sin miedo a que
te evapores lo haré… Estuve como loco cuando ya no pude encontrarte al día
siguiente y si no te busqué en tu trabajo fue porque asumí que para ti había
sido tan solo una aventura ya que me habías dicho que tenías, novio ―dijo
Edward escupiendo la última palabra con evidente desprecio… Si supiera…
Alto… Él… ¿Quería buscarme?
―Yo estuve igual… Con la pequeña diferencia de que yo ni
siquiera sabía tu nombre, solo a lo que te dedicabas… Demonios, ni siquiera
sabía si lo que me habías dicho era cierto ―exclamó Emmett medio enfadado―. Y…
Sé que sonará extraño pero ―suspiró―, estoy de acuerdo con mi hermano, estaría
dispuesto a cualquier cosa con tal de poder despertar una vez tranquilo a tu
lado ―terminó susurrando contra mí mientras su agarre en mi cintura se hacía
cada vez más fuerte.
―No llores ―susurró Jasper secando una traicionera lágrima
de mi mejilla, una que ni siquiera había notado―. Sin dudas eres una mujer
demasiado tentadora y especial para tener esta clase de poder sobre nosotros…
Jamás me había planteado la posibilidad de mantener una relación debido a mi
muy movida vida, mucho menos una relación compartida pero… Siento que me falta
el aire de tan solo pensar en no volverte a ver… Eso sería, ni siquiera tengo
palabras para describirlo preciosa…
Todo quedó en un condenatorio silencio entonces. De seguro
mi mente me estaba jugando una mala pasada. Mierda. Quizás hasta hubiera soñado
todo y tan solo estada dormida en mi habitación de hotel, sola después de la
borrachera… JODER, mi mente me odiaba.
―Yo… pero… No quiero despertar ―sollocé.
Alguien rio, alguien suspiró y alguien bufó ante mis
palabras ahogadas.
Sin embargo tuve la mejor lección de que en verdad estaba
despierta.
Jasper elevó mi rostro al suyo plantándome un beso que me
dejó sin aire, Emmett mordisqueó mi cuello para luego lamerlo y succionarlo
–estaba segura de que me dejaría marcas, si es que todavía no las había hecho
claro-, y Edward, él tan solo se acercó y se aferró a mi pecho incrustando su
perfecta nariz en mi cabello –que a esta altura era un asco-, aspirando
profundamente mi aroma.
No sabía que demonios pasaría entre los… cuatro… a partir de
ahora.
No sabía si esto era algo pasajero o un juego de ellos por
pura diversión.
No sabía si estaba soñando o si de pronto estaba en un coma
y ni me había enterado.
Pero… sea lo que fuera… yo ya no tenía las fuerzas para
volver a dejarlos atrás. Ellos me habían despojado de lo que era, así que si
quería sentir al menos una parte de mi ser, de mi corazón, de mi mente y mi
alma, no tenía más opción que quedarme junto a ellos tanto tiempo como ellos
quisieran. No importaba nada más.
Por una vez en la vida viviría cada día sin pensar en
consecuencias…
Sin esperar el mañana…
Y rezando fervientemente en que nunca nadie me dejara
despertar.
BIEEEEEN ... Lo sé no tengo perdón... En verdad siento tanta demora pero bueno, la vida real llama demasiado seguido ¬¬ en recompensa espero que hayan disfrutado de este cap suuuuper laaaargo con el esperado Bella POV ;)
Desde ya les agradecemos ambas (Bichito y su servidora) el habernos acompañado en tan emocionante viaje de placer. Créanme lo hemos disfrutado... demasiado, jejeje...
Ahora sí... Como siempre, nos leemos pronto, o en otros.
Besos y CUÍDENSE
*BICHITO Y GUADA*
¿ ¿ ¿ RWS ? ? ?
queria reservarme mis comentarios hasta el ultimo capitulo, porque dios! me quede muda! bella es una perra suertuda y ustedas unas escritotras geniales, enserio!
ResponderEliminarfelicidades les quedo exelente.
Puej acabo de leer todo y que de guauuu es increible...no me gusto mucho su final esperaba k lo alargue un poco mas, pero estuvo increible tu historia jamas se me cruzo por la cabeza semejante historia que mas puedo decir... escribe increible felicidades =)
ResponderEliminar